24

20.2K 2.3K 1.6K
                                    

Su pecho dolía, el viperino sentimiento quemando sus entrañas hasta hacerse con un lugar, el ensordecedor desaire de la noticia recordándole que una vida se había acabado y él era el responsable.

Es mi culpa, se repitió a sí mismo durante varios minutos en un mantra mientras Jimin conducía hacia el hospital general con la desesperación enmarcada en su pulcro rostro. Su ex novio estaba tan muerto como su alma lo había estado en algún momento, aquel chico de sus recuerdos había cesado de existir de un momento a otro, y su cerebro era incapaz de canalizarlo correctamente. Su boca se sentía seca, un amargo sabor llenándole la lengua y el paladar en un espesor desagradable mientras se esforzaba por llorar. Pero no podía, de sus ojos no salían nada más que el shock y el dolor tan reflejado en la oscuridad de los orbes.

Jimin apretó el cloche, sus manos temblorosas apretando el volante de cuero del auto de su chico con los nervios de punta, escalofríos recorriendo su espina dorsal. Nunca había visto a alguien morir, aunque él sí había rozado la muerte con la yema de sus dedos mientras está se le escapaba como agua entre las manos, y el sinsabor que le embargaba era suficiente para indicar que la tragedia le había golpeado más de lo normal, su preocupación inocente extendiéndose desde Taehyung y Jungkook hasta Hoseok y Seokjin.

Hoseok... No quería ni siquiera imaginarse el estado del pobre hombre, quien amaba con pasión y fervor desmedido a Taehyung, como si este fuese la divinidad etérea que había llegado a su vida en la forma de un hombre. Pero ya no estaba, se había ido en una brisa suave bajo sus propias manos.

Apoyó su mano en la rodilla ajena, acariciando la protuberancia con una mueca en su rostro. No había logrado hacer que Jungkook se despertara de su trance, y no lo juzgaba; lo único que podía hacer era estar ahí para él, apoyarle en lugar de darle más problemas. Las palabras de Yugyeom habían hecho mella en él de alguna u otra manera, no quería sentirse como una carga, y si tragarse todos sus sentimientos y pensares era necesario para su cometido, que así fuera.

Pero se sentía tan decaído... Necesitaba a Chanyeol. Extrañaba a su hermano con locura a pesar de las diferencias que usualmente los distanciaban, deseó estar entre sus brazos mientras él acaricia su cabello con dulzura, susurrando palabras cariñosas en su oído, diciendo que todo estaría bien, justo como en el pasado, antes de que su forma de ser alejara a las personas que más amaba. Se mordió el labio, pensando si en algún momento aquello sucedería con Jungkook, si le dejaría cuando más lo necesitara.

También pensó en Taemin, su brillante sonrisa y su adorable extrañeza y timidez que se reservaba para los demás y aquella picardía que guardaba justamente para él. Deseaba hablarle, desahogarse con él y encontrar algún soporte, porque sabía que debía ser una base y apoyo para Jungkook de ahora en adelante.

Y temía por su relación, por que el fantasma de Taehyung terminara acechandoles hasta destrozar lo que fuese que habían logrado.

Déjame ser feliz, por favor.

En pocos minutos la figura del hospital se alzó ante sus ojos. No fue muy difícil conseguir donde estacionarse, de hecho no tardaron más de cinco minutos en tal tarea, y durante todo ese tiempo Jungkook no había levantado cabeza, su rostro tan pálido como el yeso y sus ojos perdidos en una dolorosa oscuridad.

-Amor... Lamento tanto esto -musitó, acariciando los cabellos de la nuca del contrario una vez apagó el auto, antes de bajarse-. Esto pasará, ¿Sí? Aquí me tendrás contigo, en las buenas y en las malas.

Jungkook bajó su mirada, asintiendo suavemente dejándole en un estado de sorpresa. Pero cuando pensó que diría algo, el castaño abrió la puerta y se bajó tan rápido como si el cuero de los asientos le estuviese quemando.

JUEGO TÓXICO | kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora