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Cuando sus nervios se calmaron, y todo frente a él tomó lugar, solo tenía una cosa en mente.

-Terminamos.

Jungkook fue incapaz de musitar palabra, solo pudo entreabrir su boca en sorpresa, sin nada ocupando su cabeza más que la voz de Jimin diciendo aquellas tétricas palabras con sus ojos perdidos en la nada, y su rostro cubierto en frío sudor.

-Nunca debimos ni haber empezado.

Había estado de rodillas frente a él, tratando de echarle aire de cualquier forma, y ante sus palabras terminó sentándose. -¿Qué?

Aquello dolía demasiado, Jungkook desde muy corta edad había experimentado lo que era el miedo al abandono. Y aunque muchos recuerdos de su niñez y temprana adolescencia, por alguna extraña razón, eran borrosos, seguían siendo conocedor del pánico que le generaba estar solo. Quizás había empezado desde el día en que nació, porque Jungkook no había podido nacer en un hogar amoroso. Al contrario...

Tú lo pediste. Tú querías que te dejara solo.

-P-Puedes quedarte con mi teléfono... -Jimin tragó en seco, sus manos aún temblorosas y su mirada tan perdida que era doloroso verlo en ese estado-. Igual... lo c-cambiaré, no quiero tener contacto contigo.

-No puedes dejarme... -cada maldita palabra era como una daga clavandosele en el pecho. Era demasiado para Jungkook, el pánico acrecentándose en su pecho. No se suponía que eso sucedería-. Eres m-mío.

Ciertamente, no se esperó rebosar el límite de Park Jimin.

-No lo soy... no soy de nadie -Jimin negó con la cabeza, su arranque de valentía llenándolo por completo mientras se limpiaba las lágrimas furiosamente-. Y más aún, no soy el peor es nada de nadie, Jungkook. Tú amas a Taehyung; bueno, sufre por él, pero no vas a arrastrarme a mí.

Aléjate de Jimin, no lo arrastres a tus mierdas, de repente la voz de Jimin y de Seokjin se mezclaron en una sola, dejándole en shock mientras el rubio se levantaba de la cama con una energía impresionante para alguien que acababa de salir de un ataque de pánico. La mente del rubio corría en una gran velocidad, nublándole la mirada mientras se apresuraba en buscar la salida antes de que algo peor sucediera. Y es que desafiar a Jungkook era algo tan complicado, porque el chico parecía poseer mil y un reacciones posibles ante cualquier situación, al final de cuentas siendo un enigma para quienes quisiera leerlo de imprevisto.

El llanto que empezó a escucharse de la habitación que acababa de dejar fue suficiente para romperle el corazón y hacerlo dudar. Jungkook estaba tan roto, y lo peor era que desconocía el por qué. ¿Qué había sucedido en su vida que lo había marcado como un chico abusivo y a la vez tan frágil?

Pero por primera vez en su vida -o de lo que recordaba-, Jimin prefirió ser egoísta. Sabía muy bien que en manos de Jungkook acabaría destrozado, o peor, muerto. Y no tenía claro si sería bajo el agarre del otro, o peor, bajo el suyo propio.

Tras unos tortuosos minutos en que el menor seguía llorando en su habitación, Jimin acomodó lo necesario en su persona para irse. Era lo correcto, ¿No?

¿No?

Tenía miedo. Pero también, mucho dolor. Jungkook había hecho doler su corazón en formas que antes le parecían imposibles, había destrozado su autoestima, su dignidad, y debía aprovechar esos cinco minutos de locura que lo impulsaban a dejarlo antes de que su mente volviese a nublarse y cayera en los encantos del chico, arrastrándose por donde caminaba con tal de recibir aunque fuera una patada, un insulto, lo que deseara mientras simplemente lo mirara a él.

Es increíble, Taehyung. Aún después de muerto... sigue prefiriéndote a ti.

Creo que en otra vida, si fuésemos amigos, te pediría consejos para lograrlo.

JUEGO TÓXICO | kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora