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En muchas ocasiones había probado aquellos labios. En sí, su boca estaba tan acostumbrada a ellos que no se sintió como una invasión sino como un acoplamiento con una pieza faltante que había estado perdida por mucho tiempo. La forma en aquellas grandes manos viajaban por sus piernas y su lengua escurridiza bailaba contra la suya en chasquidos familiares le tenían temblando como un adolescente hormonal nuevamente.

-Espera... -la profunda y ronca voz de Taehyung llenó sus oídos, sus manos viajando hasta sus hombros para apartarlo levemente, el temblor pasando a poseer el cuerpo del mayor-. Esto está muy mal. Lo siento, Kookie...

Nervioso, aferrándose con vehemencia a su cuerpo, tembló nuevamente. Jungkook era un niño entre los brazos de su amor obsesivo, un niño frágil bajo una coraza tan dura como el cascajo que solo deseaba pertenecerle nuevamente a ese ser aunque supiera que no era lo mejor y que una parte muy profunda de su corazón clamaba por el nombre de otro. -¿Qué sucede? ¿Tae, qué pasa?

Los ojos cafés que se mantenían fijos como dagas en su rostro se llenaros de cristalinas lágrimas. Y es que no era un secreto que Taehyung era una persona tan sentimental e idealista, con su corazón roto ante las injusticias y lo que el definía como lastimero. Aquello le hizo sentir miserable, el producto de la lástima de Taehyung.

-Yo... soy un egoísta, Kookie. Me odio tanto -los labios desnudos de algún brillo labial, al contrario de los de Jimin (¿por qué estaba pensando en el pequeño rubio?) se curvaron en una diminuta sonrisa llena de tristeza, una que no llegaba hasta sus saltones ojos-. Te estoy haciendo mucho daño. A veces pienso que es una parte de mí buscando vengarse.

Llevó sus labios hasta su cuello, en un beso y sentir desesperado, en busca de ahogarse en el aroma del hombre que ahora estaba sobre él. Era una locura lo rápido que pasaban las cosas, lo natural que se sentía tenerlo sobre su regazo, gimoteando sutilmente ante el contacto. -Kookie, no nos hagas esto.

-¿De qué estás hablando? -sus manos apretaron las mejillas morenas, acercando su rostro para besar su nariz, sus labios, su barbilla-. ¿Qué quieres decirme?

-Kookie, las cosas cambian tanto. No te amo, no como antes -Taehyung procedió a tomar su rostro entre las palmas de sus manos, acariciando sus diminutos lunares con sus pulgares, un rastro de moco siendo sorbido por su nariz-. Amo a Hoseok, él es una pequeña luz y yo estoy tan oscuro, tan negro, tan... No quiero perderlo.

Enderezó su espalda hacia atrás, la luz de un poste permitiéndole observar por completo la sombra del cuerpo de Taehyung. Era grande, alto aunque delgado, y sus facciones eran tan hermosas que podía quedarse viéndolo sin cansarse por toda la noche como en los viejos tiempos, disfrutando de la desnudez de Taehyung con un cigarrillo en mano y una traviesa sonrisa a la luz de una lampara en su habitación. Sí, Tae, las cosas cambian tanto.

-¿Y qué soy yo para ti? -se atrevió a preguntar, una amarga sonrisa apareciendo en su rostro mientras sus dedos jugaban con la castaña cabellera de Taehyung.

-Una oscuridad... una sombra -su cuerpo se inclinó hacia adelante, su pulgar ahora rozando con delicadeza el labio del menor. El tacto se sentía tan correcto contra su piel-. Me haces daño, Kook, pero te amo de todas formas. Sin límites, aunque duela, aunque me de miedo, pero tengo que dejarte ir antes de que me consumas o yo te consuma a ti.

Aquello dolía en demasía, como si una estaca estuviese siendo clavada en su pecho. Sus ojos ardían y sabía que lloraría si las cosas no tomaban un rumbo distinto.

Taehyung lo había notado. Se acercó a su cuerpo, sus manos acariciando sus pálidas mejilla en el camino, y como un susurro en su oído dijo: -Tienes que dejarme ir, o seremos infelices toda la vida.

JUEGO TÓXICO | kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora