XXVIII-Román II

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24/Nov/18
Era una mañana perfecta, si bien los sábados no me gustaban tanto, era un día especial, pusimos gran empeño sobre el mural, era como ver un trabajo por acabar, de esas veces que la flojera comienza a dominarte... Pero no, no lo permites por nada del mundo, porque sabes que es importante.

Observé lentamente aquel imponente mural, mi grande y fuerte roble en el centro, mientras que Sarah había decorado los bordes con sus preciosos arbustos de fresas, ella era la típica mujer que entraba de lleno en los detalles, si dejar que nada en absoluto se le escapara, todo era como un enorme dibujo sobre un lienzo totalmente blanco... Y es por eso que la misión de esa tarde, después de las clases especiales de Sarah habríamos de dibujar por completo el mural... Y si es que no lo terminamos... al menos habremos avanzado en algo.


Ya en mi habitación comencé a acomodar la mayor parte de mis cosas, era una vieja costumbre, a pesar de haber pasado ya un tiempo en este lugar, mi mochila, seguía ahí, con el pasar de los meses había comprado ropa y decorado la habitación tal y como me gusta tenerla, es por ello que nunca dejé un espacio en blanco, la pared estaba completamente tapizada de póster, pinturas, y cosas por el estilo, frente a mi cama había un tipo de escritorio en donde estaba una computadora vieja, justo debajo de ella y a un lado del CPU había una máquina vieja de escribir, le hacía falta tinta, y algunas teclas ya habían dejado de funcionar, era comprensible... Y a la vez lamentablemente por lo general creemos que las cosas ya no son servibles por cualquier pequeño error, y eso... Ciertamente no es justo, nadie puede decirte cuando ha acabado tu vida útil más que tú mismo, aunque bueno... No me iba a poner a discrepar conmigo mismo por una máquina de escribir... <<O... ¿Sí?>>

Decidí abandonar aquellas absurdas ideas y caminé hacia el baño, observé mi silueta frente al espejo, estaba más alto, el cabello lo tenía más largo... Y vaya... Nunca creí que la barba me fuera a crecer de esa manera, tome la rasuradora y antes de bañarme, la dejé corta, uno a uno los pedazos de esta fueron cayendo por el lavabo, me mire, y si, la diferencia era monumental, mi rostro se veía más despejado, la ligera sombra gris aún reinaba en mi tez blanca, pero eso me hacía ver... <<¿Guapo?>>
No sé ni que estaba diciendo, así que decidí bañarme por completo.
Al salir de la ducha me dirigí hacia el pórtico, pero al pasar por la recepción Bess me detuvo.
—Hola Hijito, te ves muy bien así, por poco y no te reconocía, te queda excelente, ya se veía muuuy larga.
—Es muy amable de su parte—Reí un poco.
—¿Iras por mi nieta hoy? — Preguntó suavemente.
—Ya sabe que es tradición de los sábados.
—Eso lo sé muy bien, es por ello... qué.... Sígueme ya que tengo una sorpresa te espera en el garaje.
—¿Una sorpresa? —Pregunté anonadado.
—Así es.
Caminé lentamente hacia la cochera con Bess casi pisándome los talones, para ser una persona de la tercera edad aún conservaba sus fuerzas, era la típica abuelita simpática y amable que... Pese a que ya estuvieras satisfecho siempre iba a ofrecerte de más; Abrí la puerta que daba haciendo el garaje y... Mis ojos se abrieron como platos...
—¿Qué demoni...? — Giré la cabeza hacia Bess y simplemente la vi sonreír.
—Es mi nueva Bebé, ¿Qué te parece?
—Vaya Bess... Es... Tan sorprendente como enorme, como... Y, sobre todo, ¿De dónde sacaste esta bestia?
—Veras Romansito... La Ford del 66' en donde el señor Morgan llevaba y traia los fertilizantes pues ya está... Vieja, es algo irónico, yo hablando de vejez, así que... La compré... ¿Y sabes que es lo mejor?, ¡Lo hice yo solita!.
—Wow!, Eso es algo... Genial, estoy muy orgulloso de usted, y... Vaya camioneton que se consiguió.
—Pues, déjame decirte que la sorpresa no acaba ahí, toma, úsala para ir a recoger a mi dulce nieta.
—Yo... ¿De verdad?.
—Si Román, cuídala muy bien...
—Sabe usted bien que siempre cuido a su hija, incluso sobre mi propia seguridad está la suya.
—No, cuida a la camioneta.
—Ah... Claro, claro también—Dije soltando una carcajada.
—Pero bueno, con cuidado, y rápido que se te hace tarde.
Dicho esto, accione el motor y comencé a andar, no sin antes haber abierto el garaje, la enorme Pickup era totalmente una bestia, esa Renault Alaskan era imponente, cuando pasaba por la autopista rumbo a la universidad de Sarah, el gris del vehículo brillaba con el cielo azul y sus nubes blancas en lo alto, aceleré como un maníaco y con la música a tope, era algo simplemente disfrutable.

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