LII-How do you feel?

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18/Nov/19
Desperté aún con toda la emoción del momento.
Salte de la cama observando a Sarah y al Sr.Goss dormidos plácidamente.
Me coloqué una bata y salí al patio.
La mañana estaba fría, el rocío aún se encontraba en las flores y todo el césped que rodeaba al hostal.
Caminé sin pensarlo dos veces al lugar donde bueno... Estaba ella.
Por la noche la agencia mortuoria había dejado la lápida que Sarah había mandado hacer.
"Que toda tu sabiduría te acompañe en el más allá, gracias por existir."
Estaba grabado en el lugar.


Algunas veces llegaba a preguntarme que es lo que diría mi lápida. Y era más que justo ¿Es que acaso ningún hombre piensa en su día final? Y más aún en las inscripciones que tendrá su sitio de descanso eterno.
Pasé sentado el resto de la mañana frente a aquel lugar.
Mis dudas no dejaban de ir y venir, <<¿Qué sentido tenía el seguir viviendo si con ello solo verías a las personas que amas perecer? ¿Es este acaso el sentido de la vida y la muerte?>>
<<No... Tiene que haber algo más>> Siempre llegaba a acordar.
Y era verdad, tal vez necesita leer más y consumir menos series y películas que si bien todo deja una enseñanza ninguna puede ser tan buena como la que deja un libro.
Y por esta misma razón había llevado a "La voluntad de poder" conmigo.
Abrí el libro y comencé a citar en voz alta hacia el lugar de descanso.
Mientras las palabras salían de mi boca, también caían las lágrimas por mi rostro.
Tan pronto como lograba percatarme ya estaba profundamente dormido en el césped.
—¿Estás bien hijo?
Esa voz... No... No podría ser.
Abrí los ojos y todo estaba oscuro, a pesar de ello un luz comenzaba a nacer de las sombras de mi cabeza.
—¿Quién es?— Pregunté con temor.
—No debes de tener miedo hijo, soy yo, Bess.
—¡¿Bess?! No... No puede ser tu... Tú estás...
—Ya se lo que parece, pero... Yo estoy aquí en tu cabeza.
La luz comenzaba a resplandecer con más fuerza.
—Solo quiero impartirte este último conocimiento Román, no existe una Duat, no hay nada más allá de lo que nosotros fuimos antes de morir, no hay dolor ni placer, solo somos el producto de nosotros mismos.
—Pero Bess... Por...
—No te sientas mal por mi Román, yo ya no estaré en ninguna parte más que en tu corazón.
—Bess...
—Y siempre recuerda, cuida a Sarah por mí.
—Pero Bess aún tengo muchas dudas... Yo... No... ¿Qué demonios está pasando? — Cuestioné con inseguridad.
—Algún día lo entenderás.
—Román, ¿Qué demonios haces aquí afuera? — Surgió la voz preocupada de Sarah.
—Pero yo... Bess... Yo...
—Te estás congelando, vamos adentro.
Desperté por segunda ocasión, ahora me encontraba sobre mi propia cama.
Sarah estaba recostada en una orilla mirándome con desasosiego.
—¿Recuerdas la primera vez que estuviste aquí? —Mencionó con melancolía en su voz.
—Claro que lo recuerdo... Ya se cumplió el año.
—Y aun así no estuviste aquí, Bess quería organizarte una fiesta sorpresa.
—Perdón, yo... Solo estaba encontrando la manera de volver a estar conmigo y calmar por completo este dolor en mi cabeza.
—¿Y si todo no es más que una invención de tu propia mente?— Cuestionó con impotencia.
—¿Acaso crees que no lo he pensado?— Contesté mientras me reincorporaba.
—No lo sé Román, no puedo entrar en tu cabeza.
—¿Por qué estás molesta?— Suspiré.
—Porque... ¡¿Qué cosas estúpidas haces?!—
—¿Disculpa?— Respondí a la defensiva.
—Trataste... De... ¿Volver a hacerlo verdad? — Mencionó mientras se le cortaba la voz.
—¿Hacer qué? — Solté.
—Pues... Eso... Quitarte la vida.
—¡¿Eh?!, ¡Sarah!, ¡No!, No tengo ninguna razón para hacerlo.
—¡¿Entonces por qué saliste como si nada aun cuando estaba completamente frío?!, ¡Te pudo dar una hipotermia o yo que sé!— Entonó furiosa.
—Yo solo quería visitar a Bess, y... Llámame loco, pero te lo juro que ella me habló— Empecé con cierto todo de intensidad.
—¿Hablarte?, ¿De qué?— Conversó.
—Sobre algo de la Duat, que no todo es como lo conocemos y que... Cumpliera esa promesa...
—¿Que promesa?— Me interrumpió.
—Cuidarte.
—Sabes muy bien que me puedo cuidar sola.
—Eso lo sé muy bien, aun así ¿Qué demonios es la Duat?— Pregunté al aire con intriga.
—Búscalo en internet— Contestó entre risas.
—Eso es lo que haré— Dicho y hecho en pocos segundos el navegador me arrojó la respuesta que necesitaba así que comencé a recitársela a Sarah.
—La Duat es una especie de inframundo egipcio donde las personas eran juzgadas por lo que habían hecho en vida.
—Eso... ¿Significa que.. ?— Comentó la chica.
—No lo sé, tal vez tú abuela quería decirnos algo importante.
—O tal vez solo fue otro sueño loco tuyo— Contestó entre risas.
—O tal vez sea otro sueño loco mío— También mencioné.
Nos miramos por un segundo, hacía mucho que no miraba de esa manera, me acerqué con la esperanza de ser correspondido sin embargo Sarah me detuvo.
—Eso no es justo.
—Perdón— Me limité a decir.
—No te disculpes— Tras esas palabras se lanzó hacia mi boca mientras que con sus brazos rodeo mi cuello.
—Deberás cortar esa barba si quieres más besos— Soltó mientras se retiraba de la habitación.
Sonreí ante aquella escena.
Por la tarde salí en la Renault para visitar a Gene.

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