El mar tenía un olor particular, a sal y bueno... Lo que yo consideraba libertad; Tal era su inmensidad que la vista del hombre no lograba dar con su curvatura.
"Si quieres perderte en un lugar, que sea el mar" Llegó a comentarme alguna vez Henry mientras me enseñaba el uso correcto para un navío.
Me parecía algo nuevo (Como a cualquier persona) y sin embargo al final tuve que asimilar que... No era un marinero de verdad.
Con mi última suma de dinero y la buena fe de Henry me adentre en alta mar el día 13 de Junio del año presente y escribo esto por si me pierdo y jamás logro regresar.
Posiblemente hago esto con la única intención de dar algo de buena fe a las dos semanas de "Calidad" que el viejo lobo de mar me había entregado.
Mi meta es llegar al muelle de Valencia en algunos días. Antes de que comience la temporada de huracanes.
Según Henry, cuento con un velero imponente, con motores por si el viento no es suficiente (Aun cuando esto no debe ser problema).
Con anterioridad había probado el barco y había sido agradable (Tal vez porque Henry era quien lo conducía).
Al final de cuentas partí de Oxpark y me embarqué en la que posiblemente sería la aventura de mi vida.Día #3
Las cálidas temperaturas hacían que por las noches se me antojara recostarme en la cubierta y mirar las estrellas. Había abandonado ya toda esperanza de volver a encontrarme con Sarah e inclusive seguía pensando en Katherine.
Día #4
Cada tanto bajaba al almacén a buscar entre las latas unas bolsas de dulces que el viejo señor del puerto me había dado de cortesía.
No quería hacer costumbre esto último, así que el resto del día me la pasaba limpiando la cubierta; lo más difícil eran bueno... Las noches.
Las noches eran duras, conforme más me adentraba en la trayectoria más los movimientos cambiaban y el roce de mi cara contra el viento se iba tornando en algo tedioso. Henry quería que lo disfrutará, pero simplemente no podía.
Todo era tan estresante y tan nuevo, en una ocasión juré y perjuré haber divisado a una ballena a lo lejos.
Mi teléfono era mi única compañía y a pesar de que no podía enviar ningún mensaje, escribía cada que podía en el chat de Sarah, la cual... En la suma de los días no me había marcado ni una sola vez.Tal era mi atrofiamiento mental, que cada tanto me preguntaba si ella seguía interesada en mi o si, tenía una nueva oportunidad de estar con ella. Todas estas palabras eran duros golpes a mi ego, el simple pensamiento de algo tan tonto como lo fueron esas palabras resonando en mi mente, era más que tonto, doloroso. Esa noche aprendí duramente la lección, "No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes", vaya reflexión más dura.
Día #7
Una semana había cumplido ya, las mediciones del tiempo y el espacio me recordaban a aquellas películas de acción vikingas y de piratas que veía de niño; Es curioso como todos ellos sin conocimientos previos del mar o la vida fueron desarrollados sobre la marcha. Y fueron tan importantes que sentaron las bases de la navegación moderna.
Por cierto se me había olvidado mencionar, a ti, mi diario, que el viejo del muelle me hizo ponerle un nombre a mi velero; Decía que era de mala suerte navegar sin un nombre para tu embarcación. Después de pensarlo e investigar por internet una y otra vez nombres famosos de barcos, nombres de dioses como Poseidón o un "Leviatán" he caído en la conclusión de que no vendría mejor nombre para mi bote que... Bueno la persona que me estaba haciendo estar ahí en estos momentos.
Así que sin más dilación decidí en contra de todo pronóstico llamarlo "Katherine". "Ella" (como me gustaba llamar al velero) y yo éramos inseparables y bueno, que más podría decir, nos necesitábamos el uno del otro para poder seguir avanzando.Ese fue mi gran error, y era algo que nuevamente me daba para reflexionar por las noches, las relaciones son duras porque las personas no ponemos el empeño suficiente en ellas, cosas vienen y cosas van, pero el tiempo que te dedica una persona es invaluable; El sopor con el que aquellos pensamientos entraban en mi mente era inaudito, el peso de las palabras en mi espalda era lo que repiqueteaba incluso más fuerte que el estruendoso sonido de las olas en el casco del velero.
Era como si el mar pudiera escuchar mi dolor.
Había sido un tonto y no me quedaba más que aceptarlo, sabía que por ningún motivo debía volver con esta chica, las cosas como eran, tal vez ella realmente logré ser feliz sin mí.
Y tal vez, yo también deba ser feliz sin ella.
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How Do You Feel?
Novela JuvenilRomán un chico que apenas está probando la vida, por azares del destino se ve entrelazado con una persona muy especial. El problema radica cuando un día después de pasar cierto tiempo apegado a Katherine los recuerdos sobre ella son borrados drástic...