capitulo 2

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Idiota, idiota, idiota.

Ver que alguien tan guapo sea un patán es una tristeza y un desperdicio.

 Cuando me termine de duchar y me ponía mi ropa alguien entro bruscamente a las duchas, lo que hizo que yo corriera a taparme con la toalla.

- ¡¿Pero eres idiota o qué?! Como entras así a las duchas de MUJERES- iba a seguir gritándole cuando su mano se puso en mi boca para que me callara y al tenerlo tan cerca puede ver de qué color eran sus ojos, era una combinación de verde musgo con azul oscuro y creo que gris. Eran divinos.

Sus ojos se quedaron viendo los míos por un momento hasta que retiro su mano de mi boca tan rápido como la había puesto.

- ¿Qué haces acá? - pregunte más calmada

-Has silencio un momento ¿sí? - ya puedo morir tranquila, he conocido la voz más sexy del mundo. El miraba la puerta constantemente y yo esperaba a que él se dignara de irse para poder terminar de vestirme tranquila y poder secar mi pelo que estaba hecho un desastre.

Cuando pasaron alrededor de 10 minutos el señor acá presente se dignó a mirarme y al parecer se acaba de dar cuenta de que estaba en una simple toalla porque me recorrió el cuerpo de arriba-abajo deteniéndose un momento en mis piernas, lo que hizo que me removiera inquieta y que él me mirara a la cara.

-Si no es mucho problema te puedes salir, gracias.

-Sabes la ironía nunca me agrado.

-Sabes los hombres que se meten a las duchas de mujeres tampoco me agradan, así que sal ya.

-¿Por qué debería de hacerlo?, acá estoy bien no veo la necesidad- será idiota.

-Pues yo si veo la necesidad de vestirme.

-Nadie te detiene.

-No eres tan afortunado.

-No, tú no eres tan afortunada de que te vea- maldito idiota. Abro la boca indignada mientras me acerco a él.

-Bueno como ninguno de los dos somos lo suficientemente afortunados la solución es muy simple, te sales y yo me visto y luego cundo yo ya no esté puedes entrar y seguir muy cómodo acá, pero solo.

Mientras decía todo esto le pegaba con un dedo en su pecho y el solo me veía con su ceño fruncido, cuando termine él se quedó en silencio y sin previo aviso me sujeto con fuerza las dos manos y me pego a la pared y mis manos hacia arriba, yo solo rezaba para que la toalla no se cayera por que solo había alcanzado de poner mis bragas de resto estaba desnuda.

-Suéltame.

-No.

-Hazlo ahora mismo- en vez de hacerme caso se acercó más a mí y acerco su cara a la mía, para ese momento yo ya estaba echa gelatina y no pensaba en nada más que sus labios de cerca se veían más apetecibles.

¡Conciencia! ¿para dónde te fuiste?

-Nadie me dirá que debo o no debo de hacer y menos tú, ¿has entendido? - pero quien se cree este.

-No- y sin esperar respuesta le bese, fue breve pero lo suficiente para dejarlo un momento confundido, momento que aproveche para empujarlo y sacarlo.

Y todo esto sin siquiera saber su nombre.

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