Amelia

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Los días pasaron, y toda la academia se enteró de que ya ninguno de los chicos estarían con otras sirenas, pues yo era la única con la que se veían. 

Nana seguía hablando conmigo, pero siempre que ellos no estuvieran. Y Sed me ayudaba a estar lista para recibir mi propia cola y poder obtener mi poder del agua. 

Pero extrañaba mucho a Dimitri y los hombres lobo.

  —¿Puedo ir a visitarlo? ¡por favor! solo esta vez—rogué en el despacho de Sed, él gruñó y asintió después de negar durante cuatro horas seguidas. 

—Pero no te prestaré mi espejo para eso, ve tu misma a la superficie y ve a ver a tu amado—me sonrojé y asentí con una sonrisa, los chicos me esperaban fuera del despacho. Pero nadé ignorándolos. 

Salí del edificio y me dirigí hacia la entrada a la academia, ellos me gritaron, pero les llevaba ventaja. No quería que me vieran ir, así que me apresuré aún más y llegué a perder de vista a los cuatro. 

Al salir a la superficie miré el sol en el puro cielo, todo estaba despejado. salí del agua con los brazos y al dejar de tocar el agua respiré el aire puro. Pero mi cola no se iba, seguramente porque seguía empapada. No me quitaría el brazalete, así que pensé en la discusión con los chicos hace unos días y cuando esa zorra me quería herir y mi pelaje salía de apoco. 

Una vez lista, pude ver a los cuatro chicos asomar sus cabezas fuera el agua, se acercaron a la orilla y yo me escondí detrás de una roca.

—Tiene una maldita cola, no pudo haber salido idiota—dijo molesto Durt, pero Elenek negó con la cabeza

—Aquí no se puede venir, si Sed se entera seguro que nos manda a matar—mi piel se erizó y supe que ellos no estaban del todo dispuestos a irse, así que salí de mi escondite y pasé con tranquilidad delante de ellos, sabía que no me reconocerían en mi manera lobuna

—Calla ya, ¡miren! un lobo—sonreí para mis interiores—si fuera humano seguro que las sirenas vendrían a por él... pero no es momento de cazar—su comentario me hizo verlos, leí sus miradas, se petrificaron en su sitio

Me acerqué a ellos determinada, pero me limité a no tocar el agua, no sabría que pasaría

—¿No es ese el brazalete de Alex?—me alejé corriendo de ahí, no podían sospechar de mí. 

Corrí adentrándome al bosque y llegué a la entrada de Wolf Academy, donde entré sin problemas. 

Vi a Kyle entrenando con Leila a los nuevos, todo se veía igual, pero sabía que al mismo tiempo, todo era distinto. 

Ignoré mi melancolía y corrí hacia la colina donde conocí a Dimitri, bajando por ésta, me encontré con la tumba de mi perrita, no me detuve, corrí hacia la casa del lobo que tanto extrañaba, pero no estaba, la cabaña se encontraba abandonada. 

Volví desilusionada donde mi mejor amiga y me senté frente la cruz, estaba llena de flores nuevas. ¿Dónde estaría ese chico?

Comencé a aullar con el mismo ritmo en el que lo había escuchado aullar. 

Sentí la tristeza invadir mi cuerpo, tenía ganas de seguir aquí. Pues en el agua, no parecía feliz...

—¿Alex?—volteé mi cabeza para ver a Dimitri, estaba en su manera lobuna, corrí hacia él, al mismo tiempo que él hacia mí y me lancé a abrazarlo

Dimitri lamió mi oreja y movía la cola de un lado a otro sin parar

Dejé llevarme y mi pelaje comenzó a desaparecer, igual que el de él. No me importaba estar desnuda, quería abrazarlo, sentir su piel.

—¿Qué haces aquí?

—Te vine a visitar... pero no puedo quedarme mucho, Sed me lo advirtió. Debo volver pronto, pero... te extrañaba tanto Dimitri—dije sonriendo con felicidad. Me levanté seguido de él.

—Pronto comenzará la temporada de pareja—lo miré confundida, ¿qué era eso?—Kyle buscará pareja, por lo que los lobos también buscarán a su mate—lo miré desilusionada

—¿Por qué me lo dices?—pregunté con un hilo de voz

—Porque la encontré...—levanté la mirada y sentí como mis lágrimas se apoderaban de mí, no quería llorar frente él—hablemos, te acompañaré a la academia, al menos hasta donde pueda—asentí forzando una sonrisa y bajamos hasta la abandonada cabaña, donde había ropa que solía ser mía. Ambos nos vestimos y caminamos a paso lento hacia la orilla.

—¿Cómo se llama?—no quería que respondiera esa pregunta

—Amelia—respondió suavemente, vi una especie de brillo cruzar su mirada, todo en mí se rompía conforme avanzaba junto a él. 

—¿Cómo es ella?—tenía un nudo en la garganta

—Es bonita, amable... sincera, es de cabellos negros como el carbón, y sus ojos son azules como el cielo, y su sonrisa... Alex, no tienes ni idea de lo que provoca en mí—cada una de sus palabras era una flecha en mi corazón

—Quiero alegrarme por ti Dimitri, pero no puedo—estábamos llegando y se detuvo

—¿Eso qué quiere decir?—sonreí con tristeza

—Que no sentimos lo mismo—él se petrificó en su lugar y avanzó con la mirada clavada al suelo, la tensión era palpable—en fin, ya llegamos, aquí es donde debemos volver a separarnos, ¿no es así?—miré el agua que se veía con tranquilidad

—Lo siento—susurró, pero yo negué con la sonrisa en mis labios

—Dimitri—él levantó la mirada y sus ojos se clavaron en los míos, mi mundo se desmoronaba, todo temblaba cuando me miraba así—¿me puedes besar? sé que no soy tu mate, pero---

Sus manos se fueron a mi cintura y sus carnosos labios se unieron en los míos, ese momento que tanto esperaba... algo que creí que no sucedería jamás. 

Era un beso lento, pero al mismo tiempo apasionado. Pero todo lo bueno que inicia debe acabar y nos separamos por falta de aire. Lo abracé una vez más y nos separamos.

Me saqué la ropa y se la entregué, con paso lento me adentré al agua y me sumergí cuando el brazalete rozó el agua y comenzó a transformar mis piernas por una aleta. Dimitri me miró y se despidió con la mano. 

Cuando sumergí mi cabeza y nadé de vuelta a la academia, no pude evitar y dejar las lágrimas salir, aunque se mezclaran con el agua, necesitaba llorar. 

Entré y fui directo al edificio de dormitorios, al entrar fui a la cama, quería llorar y era inevitable suprimir los sollozos.

¿Por qué lloraba? ¿Por qué tenía la esperanza de que fuera una hermosa historia de amor? 

Aún sentía sus labios sobre los míos. Me incorporé con un suspiro cuando llamaron a la puerta. 

Abrí y pude ver a Elenek y compañía con rostros preocupados, pero claro, se preocupaban porque desaparecí, no por mi estado.

No me apetecía verlos, pero tampoco quería estar sola. Dejé que entraran y me volví a dejar caer en la cama para cerrar mis ojos, ellos comenzaron a sentarse donde pudieran y guardaron silencio, reprimí los sollozos para que no se dieran cuenta de que lloraba, pero uno que otro se escapó de mis labios. 

Kart se acostó a mi lado, al igual que Durt, ambos me abrazaron y me tranquilizaron, luego se unió Zen al abrazo y por último Elenek, quién acariciaba mi cabello. Me sentía miserable, y todo por una estúpida chica llamada Amelia.

Magic NatureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora