Frustrada me encaminé hacia el despacho de Atlas, quién me esperaba apoyado en la puerta con los brazos cruzados y una mirada penetrante
—Veo que no supiste mantener un secreto—su voz era fría como el hielo—¿en serio era necesario ese numerito que montaste en clases? ¿¡ERA JODIDAMENTE NECESARIO QUE DROGO TE VIERA SALIR DEL AGUA!?—un nudo en la garganta me impedía el paso de saliva
—¡Bien! ¡para la próxima lo dejaré morir en el agua Atlas!—grité molesta, fue un accidente.
Atlas me indicó que pasara a su despacho, donde su hermano esperaba sentado frente al escritorio. Inquieto, desesperado por salir.
—¿Qué hace ella aquí?—su mirada cruzó fugazmente con la mía, me sentí incómoda.
—Alex, ¿cómo haces que el collar brille de esa manera?—miré ante la curiosidad de Atlas el collar, que brillaba como loco, parecía que iba a explotar, subía y bajaba el color.
—En realidad no lo sé muy bien... brilla cuando el lapso en la academia ha finalizado—lo sostuve entre mis dedos ignorando la mirada de los hermanos. Pero no permitiría que el collar brillara sin sacar a la bestia del lago. Era mi deber.
Hablamos un rato más, Drogo calmó las aguas y entendió mi condición poco común.
—Antes de irme, Atlas, debo pedirte un favor, ayúdame a sacar a la bestia del agua—dije desde la puerta, el director levantó su mirada y me miró serio. Como si hubiera tocado la herida que intentaba sanar.
—Imposible, esa bestia lleva años allí y aunque se intente no quiere salir aunque diga lo contrario, hasta que no se lo proponga no saldrá—asentí por su tono de voz que advertía de no ser una curiosa e irme.
Corrí hacia el lago, el color fosforescente comenzó a salir y una gran cabeza de bestia me miró curiosa
—Hola—dije haciendo con la mano un poco de comida para él—no debo usar mis poderes en lugares que no son la academia de magia... mucho menos a plena luz del día, pero te lo mereces—le entregué el banquete y él devoró la comida en cuestión de segundos. Le miré comer con alegría y no pude evitar sonreír —Oye... ¿y si te saco de aquí con mi magia? —él levantó la mirada y me miró desde arriba
—Princesa... aún no tienes tanta fuerza y aunque fuera así, ni el mago más poderoso lo logró— bajando mi mirada asiento, comprendiendo la situación de esa bestia.
—¿En tu juventud alguna vez estuviste en tierra?—él asintió lamiendo su boca.—¡Eso es! Mira, si logramos sacarte de ese pozo, lo único que tendrás que hacer es caminar hacia otra parte, hice un poco de investigación sobre ti, ¿eres de agua salada no es así? ¡Deberías ir con Sed!—en ese instante la bestia negó
—No tengo tanta fuerza como para sacar mi cuerpo de aquí y de todos modos, arrasaría con la tierra por mi tamaño—miré hacia donde el terreno se perdía y busqué soluciones, pero el timbre sonó.
—¡Debo irme! Pronto cerrarán los dormitorios, pero descuida, traeré una solución, ¡es una promesa!—corrí hacia mi dormitorio.
Me saqué la ropa una vez en mi habitación y tomé mi pijama, un sonido seco apoderó la habitación. Era el espejo de Elenek.
Lo abrí y esperé a que su rostro apareciera.
—¡Hola guapa!—dijo sonriente, se veía cansado
—Necesito tu ayuda Elenek—dije algo alterada
—Pero antes... ¿no crees que deberías ponerte algo más aparte de un sostén?—sentí mi rostro enrojecer y lancé el espejo, ocultando mi cuerpo con la cobija de la cama.
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Magic Nature
RandomAlex entra a su academia soñada, donde podrá perfeccionar sus poderes y encontrar más respuestas de quién es ella realmente. Conociendo temibles personas, vampiros, brujos, hombres lobo, ¡incluso gnomos! Una chica torpe, hermosa y poderosa. ¿Podrá...