La tocas y te mato

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Caminé después de recuperar las fuerzas, mis pies no dejaban de sangrar. No podía decir que estaba relajada de haber escapado, estaba muy alerta y las cadenas me hacían ir muy lento. Arrastraban la tierra y levantaban el polvo. 

Cuando llegué a la orilla del agua, donde se iba por fin hacia Mermaids Academy sentí un deseo increíble de vomitar, no quería tener nada que ver con el agua en esos momentos.

Me acosté debajo de un árbol para descansar unos minutos, pues aún faltaba un buen rato para llegar a la academia de vampiros. Cerré mis ojos y suspiré cansada

  —Vaya vaya, un vampiro... no sabía que eran tan apuestos—mi piel se erizó al escuchar el canto de una sirena, me asomé y pude ver a un estudiante de la academia, tenía el cabello rubio, alto y musculoso. Estaba adentrándose al agua, hipnotizado por aquella sirena. Me levanté y corrí hacia ellos, la sirena me sacó los dientes y el joven volvió a su estado natural. Le tomé del brazo y lo empujé hacia mí, haciendo que cayera al suelo sobre mí. La sirena comenzó a chillar molesta. 

Cuando no hubo más rastro de ella, miré incómoda al vampiro que miraba confundido a su alrededor. Pero sus ojos azules reposaron en mí. 

—¿Quién eres?—pregunté

  —Me llamo Jason, ¿y tú?—preguntó levantándose

—Alex...

—¿Eres tú la de ese olor?—me volvió a la memoria que estaba como una humana, sin poder alguno. 

—¿De qué hablas?—pregunté nerviosa

—Puedo escuchar el latido de tu corazón, hueles... apetecible—se acercó más a mí y me tomó de los brazos, empujándome contra un árbol, apartando el cabello de mi cuello.

Sentí sus dientes cerca de mi piel, sus ojos rojos y sus largos y blancos colmillos. Cerré mis ojos con fuerza y esperé al dolor, pero nunca llegó.

—No deberías de estar aquí—abrí mis ojos y lo vi incómodo—ahí está el director con su hermano, ellos no soportan a los humanos, seguro te asesinan... soy vegetariano, disculpa que haya perdido el control—comentó con una sonrisa—hace varios meses no encuentro algún animal para comer—asentí incómoda. Miré a Atlas y a Drogo, se les veía preocupados. ¡Debía hablar con ellos!

Una sombra negra pasó a nuestro lado,  empujando a Jason contra el suelo, el pelinegro estaba furioso.

  —¡No la toques imbécil! ¡Ella es como una gema!—gritó para comenzar a golpearlo sin piedad, Atlas se acercó a nosotros. Corrí hacia Drogo para apartarlo y dejar al pobre chico tranquilo, quien se levantó y salió corriendo asustado. Pero fue muy mala idea, ambos hermanos tenían los ojos rojos. Sus colmillos se asomaban.

—¿Alex? Hueles... bien—Atlas se abalanzó sobre mí, intenté retroceder, pero Drogo estaba ahí, sentí como los dientes del director se clavaban en mi cuello, un agudo dolor me abrazó, pero Drogo aprovechó y clavó sus dientes en mi brazo. 

La vista comenzó a nublarse, sentía como mi sangre era succionada por los hermanos vampiro. 

—¡Deténganse señores!—ambos me soltaron, haciendo que cayera sobre mis rodillas, recuperando las fuerzas robadas. Kalas se veía furioso. 

No aguanté más y cerré mis ojos dejándome caer en la arena.

Al despertar me encontraba en el despacho de Kalas, acostada en la mesa. Los tres hombres hablaban furiosos al respecto. 

—¡Despertaste—Drogo se acercó a mí con intención de abrazarme, pero Kalas lo detuvo con una mirada asesina

—La tocas y te mato Drogo. Aquí y ahora, es suficiente, ¿cómo se les ocurre morderla?—la voz grave del mago retumbó en mis oídos 

  —Estoy bien... solo, necesito que me saquen las cadenas, me lastiman—dije en un susurro, algo intimidada. Incluso Atlas estaba estático, no diría que con miedo, pero como buen cazador sabía cuando no debía poner en riesgo su vida.

—Querida... no podemos, pues entre más se intenten quitar más consumirán tu poder. No se puede arriesgar tu vida para sacar esas cadenas... lo mejor será que olvidemos el plan y vuelvas a casa—miré sorprendida a las palabras del mago.

—¿Es una broma verdad? ¡No pienso rendirme en este momento! No me iré, si hace falta iré a todas las clases como una humana, pero pienso lograr sacarme esta mierda de encima—me levanté furiosa, mala idea. Mi cuerpo no estaba del todo saludable, todo lo contrario, pero mi orgullo era más fuerte. 

Salí arrastrando las cadenas furiosa, no pensaba quedarme ahí ni un segundo más.

Los rayos del sol iluminaron mi rostro, sentí como el collar ardía como si fuera a derretir mi piel. Si el collar podía calentarse sólo con un rayo de sol... ¿y si utilizara la magia del collar y no la mía? escuché la voz de Argos que me buscaba, pero Kalas le detuvo, su conversación no se hizo de mi incumbencia. Lograría hacerlo yo sola. 

Corrí lejos, saliendo de Academy Nature para que no me siguieran. Llegando así a mi casa abandonada. Estaba llena de polvo, pues hacía ya más de un año que no le daba tratamiento. No volvería a la academia hasta que lograra quitarme las cadenas. Pues ese mundo era mi vida, mi destino. 

Limpié a fondo toda la casa, la que volvió a llenarse de animales alegres como antes. Me dejé caer en el suelo y con un pedazo de vidrio apunté a mi cuello. El rayo de sol comenzó a arder el collar. Al principio me quemaba, pero después el dolor cesó. Tomé con cuidado el círculo y acerqué mi tórax hacia mis pies, dejando el collar en el puro centro de las cadenas. 

El metal comenzaba a derretirse, dejando independientes mis pies, no obstante no podía quitarme los grilletes de los pies, lastimando mi piel. Pero sentí una gran fuerza abrazarme, el collar dejó de arder y mis heridas comenzaron a sanar. Nuevamente, las dos primeras academias asistidas volvían a brillar. El símbolo de las sirenas y el de los lobos. Miré los demás. Pero esta vez, el aro brillaba de un color dorado, mientras que los símbolos de un rojo intenso. 

Me dejé caer en el suelo con alivio. Lo único que faltaba era sacarme los grilletes.

Me levanté para ir a mi habitación y descansar como me lo merecía.

Magic NatureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora