¡Blanco y Negro, NO ROJO!

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Al día siguiente todas las chicas estaban como locas buscando sus vestidos para el baile, se veían entusiastas y por otro lado los chicos se veían emocionados por ir con sus parejas al baile. 

Kalas se asomó por mi puerta y lo miré curiosa

  —Imaginé que no irías al baile—comentó al verme estudiar como loca en mi cama. 

—No me interesa ir a un baile donde nadie sabrá quién es quién porque tienen máscaras y además... me avisaron ayer, no tengo nada que ponerme y no me interesa mucho tampoco. No tengo cita e ir a un baile... me recuerda a Elenek... cuando fui con él al baile—dije volviendo mi vista al libro y apuntando algunas cosas para memorizarlas al instante gracias a que estaba transformada en un gnomo.

—Qué lástima, me gasté mucho tiempo en tu vestido...—me levanté para enfrentarlo y cerrarle la puerta en la cara, pero Kalas sacó un hermoso vestido blanco y una máscara

—Es.. hermoso—lo toqué y sentí la seda

—Decidido, ¡irás conmigo! —una chica apareció con una maleta, se le veía muy parecida a Elías y bastante alegre  —Vete Kalas, debo alistar a mi compañera para el baile

Kalas se fue riendo y me quedé sola con la chica misteriosa

  —Me llamo Sam, me encargaré de tu maquillaje y de tu peinado—asentí desconfiada y bastante perdida, ¿qué estaba pasando?

Me senté en una silla y dejé que me maquillara, no me dejó verme en el espejo. Pero me hizo un peinado con una trenza que cruzaba mi cabeza y dejaba el resto de mi cabello suelto.

—Perfecta, ponte el vestido—asentí y me desnudé para colocarme el vestido, el cual me cubría hasta mis pies, pero tenía una abertura al costado, dejando ver mi pierna. Me coloqué con cuidado la máscara y di vueltas sobre mi lugar haciendo que el vestido ondeara un poco—Te ves hermosa—dijo para maquillarse y alistarse

Nos dio tarde y correr con tacones era difícil. 

Al llegar a la entrada, me miré en el espejo. Mi rostro palideció, pues mi vestido no era blanco, ni mis zapatos. Mi máscara era dorada, y mis labios eran de un rojizo intenso. Al igual que mi vestido y zapatos. Eran de un rojo intenso. 

—¿Qué rayos...?—la chica me miró sonriente 

—Kalas quería que te lucieras esta noche... así que te ha hecho este vestido... —no tuve tiempo para decir nada más cuando su mano tiró de mi brazo y bajamos las largas escaleras, llamando la atención de los alumnos que la pasaban genial. La música se detuvo y todos me miraron y comenzaron a hablar.

Al terminar de bajar las escaleras, un chico me extendió la mano sonriente, llevaba un sombrero negro y su máscara blanca, su ropa era toda de negra. 

—Bienvenida—dijo, tomé su mano dudosa y caminé a su lado. Hasta el centro del salón, las luces cayeron sobre nosotros—¿sabes bailar?—no pude responder cuando su mano se colocó en mi cintura y me apegó a él, moviendo su pierna hacia adelante. Llevé mi mano hacia su nuca y la otra la mantuve firme con la suya. 

La música sonaba, no tenía que hacer mucho, pues mientras movía mi cadera al compás de la canción, el chico me hacía bailar con él por la pista. 

Siendo el centro de atención, todos nos miraban. Tomé su sombrero y me lo coloqué para dar una vuelta a su alrededor, él me siguió con la mirada y me tomó nuevamente en brazos, recuperando su sombrero y elevándome del suelo, con una pierna lo abracé y la otra la dejé estirada, abriendo mis brazos, disfrutando de la libertad en sus grandes manos. 

Apoyé mis brazos en su nuca abrazándolo, mientras él me devolvía al suelo con delicadeza, mi rostro estaba muy cerca del suyo, sentía su respiración contra mi rostro. Una sonrisa se dibujó en sus labios, pero sentí un frío avanzar en mi cuerpo, me separé bruscamente de él y salí de allí con gran apuro. 

No debía dejar que nadie me viera como una vampiresa, o todo el esfuerzo se iría al carajo. Necesitaba salir de allí sin que nadie me viera. 

Al salir, sentí el frío de la noche abrazarme, me saqué la máscara y sentí mis colmillos fuera. 

Me sentía mareada, ligera. Levanté mi mirada hacia la luna. Era luna llena. 

No entendía, ¿por qué tenía colmillos y sed de sangre entonces? 

Pero mi duda no duró mucho cuando me sentí aprisionada, corrí lejos de la academia y de a poco me saqué el vestido para dejarme desnuda, envuelta en un pelaje que hace rato no sentía. 

—¡Hey!—volteé a ver, oculta entre los árboles y arbustos del bosque. El chico corría buscándome. En un momento se detuvo y tomó el vestido entre sus dedos. 

Me moví y miró hacia mí, debía salir corriendo de allí. Pero sus ojos se encontraron con los míos, su corazón se aceleró y sentí su miedo. 

—¿Dimitri? ¿Kyle?—se acercó con cautela hacia mí y no tuve de otra que dejarme ver por la tenue luz de la luna. Con desconfianza dejó el vestido en el suelo y se acercó a mí hasta estar a centímetros de mi rostro, sus rodillas tocaban el suelo, ensuciando su pantalón con el césped húmedo.—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? ¿viste a la dueña de ese vestido? ¿estás perdido?—su mano fue hacia mi cabeza, pero me aparté bruscamente, su miedo era palpable, así que me acerqué una vez más y dejé que me acariciara—No pareces ser un lobo de la manada de Kyle—lo miré fijamente a los ojos, el chico se sacó la máscara dejando ver a Elías. Mi mundo se paralizó. ¿Había bailado con Elías? Miré el vestido rojo y los zapatos que reposaban en el césped y me acerqué a ellos. Con delicadeza los tomé en mi boca y le hice una señal para que se subiera a mi lomo. 

Él asintió y pasó su pierna por mi espalda, tomando con fuerza mi pelaje para no caerse. Corrí hacia los dormitorios y lo llevé hasta mi puerta para raspar con mis patas. 

Elías abrió la puerta dejándome entrar, dejé el vestido en la cama y me senté viendo como el peliblanco analizaba mi habitación

—¿Esta es la habitación de la chica del vestido rojo?—moví mi cabeza para asentir—¿Pero de quién es? ¿cómo lo sabes? Oh... cierto, pudiste oler su rastro... lamento la estúpida pregunta que acabo de hacer—me trasladé hacia la puerta, debía irse antes de que saliera el sol. 

Salí de allí asegurándome que Elías me siguiera, bajando hasta salir de los dormitorios y correr hacia el bosque que rodeaba la academia. El peliblanco me perdió de vista, no me encontraba pues me ocultaba entre los arbustos. 

—¿A donde fuiste?—su pregunta quedó en el aire cuando pasos se comenzaron a escuchar, Elías salió corriendo en dirección opuesta hacia mí y se perdió en la oscuridad de la noche. Me transformé en humana, estaba desnuda, aún con las garras y la cola de loba. 

Esta noche había sido bastante extraña a decir verdad... 

Magic NatureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora