Capítulo 26

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Dedicatorias a lectores/as que comentaron en el capítulo anterior:

NataliaValenciaZape (primer comentario)

DoritaLuna (segundo comentario)

dayana_salaxar (tercer comentario)

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Pov Gabriel:

Me desperté por segunda vez en el sofá de la sala de estar de Paige, lo único diferente esta vez fue que mi madre, mi tío John y mi tía Elizabeth estaban conmigo.

–¿Qué coño me habéis hecho? –Les pregunté a todos mientras los miraba cabreada.

–Tranquila cielo, sólo te hemos adormecidos con unas hierbas medicinales –Dijo mi madre mientras me tocaba la frente.

–Vale, pero ahora quiero ver a Lucifer. ¿Sigue en el sótano? –Le pregunté con el ceño fruncido y justo en ese momento Lucifer salió del sótano con las manos manchadas de sangre.

Cuando iba a preguntarle qué le había hecho a Yeila, sentí el mismo dolor que sentí la otra vez cuando tuve aquella visión de Lucifer.

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Esta vez era totalmente diferente, no lo veía todo desde el punto de vista de Lucifer sino que esta vez era como un fantasma que lo veía y escuchaba todo pero al que ellos no podían sentir.

Yeila estaba atada con cadenas que llegaban hasta el techo mientras que Lucifer cogía una sierra, por la dios ¿qué se suponía que iba a hacerle?

–¿Qué vas a hacerme ahora? Me vas a quitar mis alas, dejaré de ser un ángel ¿eso no te hace lo suficientemente feliz, amor mío? –Le preguntó Yeila con una sonrisa coqueta pero que claramente era falsa.

Aunque eso no me quitó las ganas de arrancarle los ojos por haberse referido a Lucifer como ''amor mío'' pero eso no quiere decir que esté de acuerdo con la tortura. Sé que mi abuela Kira, mi tío John e incluso mi madre han estado presentes en muchas salas de torturas donde la mayoría de veces eran ellos los que hacían el ''trabajo sucio'' por así decirlo, pero no creo que yo esté hecha para esto.

Primero te arrancaré las alas con esta sierra, bueno, creo que el termino correcto es ''cortar'' ¿No crees? Bueno, volvamos al tema, después de despojarte de tus amadas alas de ángel, te enseñaré el lugar al que vas a ser enviada y si crees que nuestros hermanos y nuestro amado padre te salvarán, estás muy equivocada Yeila. Nada ni nadie te va a salvar de mi ni de tu castigo –Le dijo Lucifer con una sonrisa escalofriante, incluso a mi se me erizó la piel y cuando dirigí mi mirada hacia Yeila me di cuenta de que incluso ella estaba asustada.

¿A qué te refieres? –Le preguntó ella con expresión asustada, yo me acerqué para intentar detener a Lucifer pero él no podía escucharme ni verme.

De repente Lucifer se acercó a Yeila con la sierra, ella intentó zafarse mientras decía ''no'' una y otra vez, aunque eso no evitó que Lucifer la sujetase del pelo, pelo el cual quemó con uno de sus poderes, dejando al aire la espalda de Yeila y las marcas de donde salían sus alas.

No, por favor, no... Lucifer, no me las quites te lo suplico –Suplicaba Yeila sin parar mientras que caían lágrimas de sus ojos, algo verdaderamente extraño ya que los ángeles no podían sentir nada.

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