"Sólo tú puedes decidir cuando debo morir.
Pues eres tú la única dueña de mi corazón y por tanto, de mi vida.
Una vida que te ha pertenecido desde el mismo día en el que nuestras miradas se conectaron"
Dedicatorias a los tres primeros lectores que comentaron en el capítulo anterior:
@GSAVC07 (Primer comentario)
@PazSepulvedaBox (Segundo comentario)
@rosacuki (Tercer comentario)
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Narrador omnisciente:
Domingo, siete y media de la mañana. El día en el que todo iba a explotar, dejando como resultado un baño de sangre y muerte por doquier. Con ese perturbador pensamiento, Gabriel se levantó de la cama y al mirar el lado de Lucifer lo encontró vacío.
¿Dónde estaba? Se preguntó Gabriel con el ceño fruncido. No era la primera vez que se despertaba sola en la cama, pero a diferencia de esta, las otras veces Lucifer estaba en la cocina tratando de hacer un desayuno como dios manda.
Sin darle demasiada importancia al asunto, Gabriel salió de la cama y se dirigió al baño para comenzar con su rutina diaria. Hoy era el gran día y todo su cuerpo estaba tieso por el miedo, miedo a perder a alguien de la familia o incluso ver cómo morían sus amigos frente a sus ojos.
-Oh, veo que ya estás levantada. Perfecto -Dijo Lucifer con una sonrisa, apareciendo de repente en el marco de la puerta.
Gabriel, que estaba terminando de ducharse, cerró la llave de la ducha y luego cogió una toalla para envolver su cuerpo. Una vez hecho eso, salió de la ducha y miró a Lucifer con una mirada nerviosa.
-Hey todo va a salir bien ¿De acuerdo? No dejaré que nada malo te pase -Le dijo Lucifer, tomando su rostro entre sus manos al notar la angustia de Gabriel.
-Lo sé, pero eso no me tranquiliza demasiado... -Le respondió ella, mientras caminaba hacia el vestidor.
No había tiempo para hacer un desfile de moda, de modo que Gabriel se decantó rápido por unos vaqueros de camuflaje, una camisa beige con el logotipo del Yin y yang, unas converse blancas y por último una gorra negra.
-Ya estoy lista -Dijo Gabriel, sorprendiendo a Lucifer. Después de todo ella solía tardar unos veinte
minutos en vestirse y en casos extremos, una o dos horas.
Sin decir nada, Lucifer tomó su mano y bajaron a desayunar. Cuando ambos terminaron, salieron de casa y se fueron directos al castillo de los Bladimir.
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Resurrection
Kurt AdamVampiros y Lobos, libro 3: Gabriel jamás se imaginó que sería la novia del diablo, pero sólo había que echar un vistazo al desastre que era su vida para comprobar que no estaba equivocada. Como si eso no fuera problema suficiente, su tío paterno, Ta...