~13~ |Jane

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Por supuesto que vendría, hoy es su aniversario deberían de estar juntos.

Por suerte estoy bastante alejada de Nielson lo cual me salva de la mirada de su novia que sólo está centrada en él.

La expresión de Nielson cambia en cuanto la ve y eso me duele, duele tanto...

'Mi corazón se rompió' siempre creí que era una metáfora, hasta ahora que eso se hace literal.

Los trozos de mi corazón se dispersan por todo mi cuerpo clavándose en donde pueden y causándome más daño.

Mi cien palpita mientras Jane corre hasta Nielson, es guapa, muy guapa.

Con demasiadas curvas, cabello largo y de color castaño oscuro ondulado, tiene los labios carnosos y unas pestañas que dan envidia.

Que me dan envidia.

Nielson la abraza, se nota...no puede ser, se nota aliviado supongo porque desde donde estoy su expresión es de desesperación, de seguro la había extrañado demasiado...quiero gritar.

Quiero gritarles a los dos por formar tan linda pareja, por ser felices porque están de aniversario, porque ella tiene al hombre que amo.

Y ahora es cuando pierdo el aliento, las palabras corren hasta lo más profundo de mí dejándome seca, siento como un golpe de aire por todo el cuerpo, mi boca cae flácida y no puedo hacer nada por la impotencia.

—¿Es que te quieres matar? —Susurra alguien tras mío.

Montserrat.

No puedo hablar, no puedo apartar mis ojos de la escena.

Se besan como si de eso dependiera la existencia de los dos, como si el fin del mundo fuese mañana y ellos lo supieran, como si fueran uno solo estando tan juntos que se combinan en un sólo beso.

—Vamos Venu.

Me lleva lejos de allí, pero mi mente me transmite lo vivido como un juego de tortura, resaltando las cosas que más me dolieron y siguen doliéndome las manos de Nielson atrayéndola más cerca de él, ella con sus manos en su cabello oscuro despeinando con sus dedos más de lo que ya estaba, la urgencia de su beso...

—Venu, deja de pensar.

Miro a Montserrat y me derrumbo en sus brazos.

Ella me da palmadas en la espalda mientras sollozo, no sé cómo pero acabamos en el patio de la escuela.

Mi suspiro sale entrecortado.

—Mierda, odio el amor Montse...

—Shhhh, no digas cosas de las cuales te puedas arrepentir. No afirmes cuando estés enojada.

Tiene razón inhala y exhalo.

—¿Sabes? No voy a perder clases por su culpa.

—Pero la clase ya empezó...

Le miro obvia.

—Todos nuestros compañeros están deambulando por el colegion, ¿Crees que tenemos clases? De seguro la profesora no llegó.

—Punto para nosotras.

Montserrat sonríe y trato de imitarla.

—¡Lectora Venu!

Volteo y veo a Sorey.

—¡Hola!

Pero ella no viene sola, al lado suyo se encuentra un hombre, de seguro de veinticinco o más años.

Desde tu llegadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora