~31~ |Sedante

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...

Cuando abro los ojos lo primero que veo es azul oscuro, el techo del lugar donde me encuentro.

Siento el sonido del marcapasos a mi costado, también puedo ver aunque un poco borroso como el cable del suero se incrusta en mi piel.

La máscara de oxígeno hace que mi respiración suene mil veces más fuerte.

Vuelvo lentamente mi cabeza y veo a mamá durmiendo en una posición incómoda, mis ojos se humedecen y me duele.

Me duele la cabeza.

De seguro por la luz, aunque no sea muy intensa.

Mamá abre los ojos y se me queda mirando, no sé qué aspecto tendré pero mamá parece estar viendo un mismísimo fantasma.

—Venu Smith...

—Ma...

Ella se abalanza contra mí y nos fundimos en un fuerte abrazo.

La verdad es que no comprendo por qué  me mira como si no lo hubiera hecho en años.

¡Solo han pasado algunas horas de mi accidente!

—Mi amor, ya despertaste —Mamá toma mi rostro entre sus manos—. Tienes un hermoso color de ojos y es un placer volver a verlos.

Sonrío un poco incómoda, tengo la sensación de estar pasando algo por alto.

Mi estómago gruñe y miro a mamá.

—Creo que tengo hambre.

Mamá ríe mientras sorbe los mocos y se seca las lágrimas.

—Por suerte tengo una barrita de cereal por aquí porque créeme, la comida de los hospitales no es agradable para el gusto.

Asiento un poco sonriente mientras me pasa la barra.

Mis articulaciones suenan al moverlas.

Suelto un suspiro al ver como mis dedos se flexionan y obedecen mis órdenes, hasta ahora no me había dado cuenta de lo temerosa que estaba al pensar que mi cuerpo podría estar inválido.

Hasta que...

—¿Venu?, ¿Por qué dejas de comer?

Mis latidos se aceleran y el marcapasos lo confirma.

Mi mirada se encuentra en un lugar y las lágrimas empiezan a salir, mamá parece percatarse de ello y me abraza.

—Venu, respira no puedes alterarte tan rápido.

Me deshago de su agarre mientras mi vista se nubla por las lágrimas.

La puerta se abre y no sé en qué momento mamá llamó a unos doctores, estos me observan en silencio.

Una joven doctora se me acerca y sonríe.

—Ya era hora —Dice alegre.

Pero sus ojos muestran preocupación.

Me saco la máscara de oxígeno y los miro cual loca.

—¿Qué es lo qué pasa...? —Mi voz se quiebra y mamá me abraza de nuevo.

La doctora con voz melodiosa mira a mamá y no me gusta esa mirada.

Se hace el silencio donde ellas simplemente se comunican con los ojos.

Desesperada exploto.

—¿Qué es lo que pasa? —Medio grito mientras con mis manos golpeo mis piernas—. ¿Por qué no las siento?, ¿Por qué no puedo mover mis piernas?

Y aunque sé la respuesta espero a que la doctora diga otra cosa.

No lo hace.

—Venu esto podría sonar difícil y lo es, has estado en coma por tres meses y...

Mi cabeza da vueltas, tres meses en coma cuando en realidad pensaba que solo fueron algunas pocas horas.

—Y... el accidente ha dejado algunas secuelas, aparte de haberte quedado en coma...

Me mira directamente a los ojos.

—¿Por qué se calla? —Grito al saber de antemano su respuesta.

—Te ha dejado paralítica, no podrás volver a usar tus piernas.

Mi grito bien y se podría haber escuchado hasta el otro lado del mundo.

No me enorgullece la forma en la que me comporté al escuchar la noticia.

Me puse loca, empecé a sacar todos los cables que tenía haciéndome mucho daño, pero el dolor físico no era nada.

Era nada comparado con el dolor emocional que me estaba matando.

Paralítica.

Con esa palabra rondando mi cabeza cerré los ojos al sentir la aguja pinchar mi brazo.

Sedante.

Desde tu llegadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora