~32~ |Nunca he amado

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...

Viernes

Aquí vamos una vez más, tomo el jabón y lo froto por mis brazos lentamente.

Una vez me enjabono bien, girando un poco la espalda y apoyándome a las nuevas barras colocadas a cada lado de donde nos bañamos, consigo abrir la ducha.

—¿Segura que no necesitas ayuda?
—Mamá se encuentra fuera del baño.

Hoy después de tres semanas fuera del hospital he decidido bañarme sola, estoy tratando de ser la misma de antes.

Aunque nunca más seré la misma de antes.

Observo mis piernas y es tan raro no poder moverlas cuando se ven tan normales... es tan raro mirarlas y no sentirlas.

Una vez estoy bien limpia y con la bata puesta me apoyo por las barras y levanto para ir a sentar en la silla de ruedas.

Maldición, estaría siendo una mentirosa descarada si dijera que no duele.

Duele demasiado, mis débiles brazos gritan de dolor por el esfuerzo realizado segundos atrás. Ahora con un sonoro ruido estoy en la silla de ruedas que por suerte tiene una toalla para no mojarla.

Con cuidado giro y con ayuda de mis brazos una vez más abro la puerta.

Tengo la suerte de que el baño del pasillo sea lo suficientemente grande como para meter la silla de ruedas y poder desplazarme bien con esta, lastimosamente no puedo decir lo mismo del baño de mi habitación que es muy pequeño y por ello no puedo usarlo.

Con decir que la silla de ruedas ni siquiera puede pasar la puerta.

Eso es lo único malo, bueno aparte de la escalera.

Por suerte la casa tiene las puertas bastantes anchas, no tiene muchos pasillos y estos son bastantes anchos permitiéndome girar con la silla de ruedas y por ende poder desplazarme con normalidad. Todo se complica con la escalera ya que no puedo subirla es obvio.

Por ello estoy durmiendo en la habitación de abajo en donde alguna vez durmió Yasmine, y uso el baño de este pasillo por lo que no veo mi habitación desde que he llegado.

Para fortuna mía mamá y Carlos habían decorado la habitación de invitados con todas mis cosas y en cierta forma me hace sentir más normal, hasta parece mí habitación, pero no lo es.

Una vez que salgo mamá besa mi cabeza y se adentra en el baño.

Algunas veces simplemente tirar la toalla suena más fácil, dejarte llevar por el dolor y encerrarte en tu propio mundo sin querer saber de los demás.

Eso me pasó los primeros días, ni siquiera podía dormir por lo que tomaba sedantes.

Hasta que fui junto al psicólogo y en realidad que ayudó. Bastante.

Desde tu llegadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora