~43~ |Desde tu llegada

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Observo las paredes de mi habitación de un azul oscuro y mis muebles y camas de color blanco, un déjà vu, eso es lo que me pasa al verlo.

Siempre odié esos colores pues me traían recuerdos al hospital en donde mamá pasaba la mitad de su tiempo y lo aborrecía, aborrecía todo lo referente al hospital porque mediante eso ella no podía estar conmigo.

Y luego estaba la oficina de la directora, detestaba ese lugar y lo detesté aún más cuando me mandaron allí por el simple hecho de hablar.

Y luego llegó él.

Una sonrisa tonta se forma en mis labios mientras salgo de mi habitación y cierro la puerta.

Desde su llegada pude comprender y aprender muchas cosas como por ejemplo: Si amas a una persona solo basta con lograr que esté feliz para que tú también lo estés, no importa si eso no fue tal cual lo planeaste, si se sale de tu monótona rutina, al fin y al cabo mientras más planeas algo las probabilidades de que eso llegue a pasar son casi nulas.

Comprendí que había sido muy egoísta por parte mía querer absorber todo el tiempo de mamá, ella amaba su trabajo y también me amaba, lo descubrí al verla tan demacrada y desmotivada en la sala una tarde, después de mi accidente, por fin había logrado que deje de trabajar y esté completamente conmigo pero ella no era genuinamente feliz y fue difícil... fue muy difícil dejarla ir, siempre es difícil dejar ir.

Pero mediante eso ella ahora es feliz, es feliz salvando vidas y también amando a su hija y su hija es feliz porque ella está feliz.

Saco el café del microondas y tomo las llaves del auto, casa y oficina con la mano libre.

Como malabarista me las apaño para abrir la puerta del departamento y dar un sorbo al líquido caliente.

Espero al ascensor mientras vacío el café de la taza descartable y la tiro en el basurero al lado mío.

Se me está habiendo tarde.

El ascensor se detiene en el piso cinco y luego vuelve a subir para abrir sus puertas frente mío.

Una chica rubia con unos enormes ojos grises me observa y pregunta.

—¿Es este el séptimo piso?

Bajo sus brazos hay un enorme cuadro pero no puedo ver lo que está pintado en él.

Niego despacio y subo al ascensor antes de que las puertas se junten completamente.

Es raro pero me parece tan familiar, sus intensos ojos grises... ya los había visto.

Desde tu llegadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora