~41~ |Último deseo

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...

Nunca me agradaron los hospitales y eso empeoró con mi accidente.

Sus blancas paredes, largos pasillos que parecen no tener fin, baldosas grises sin vida, innumerables puertas del mismo color, pacientes entre de la vida y la muerte, familiares velando por su salud y los personales que tienen que dejarlo todo por su trabajo.

No, definitivamente detesto los hospitales y supongo que ese desprecio no puede aumentar, ¿Podría pasar algo peor que esto?

Lo dudo.

Nielson se encuentra en la esquina del banco y yo al lado suyo en mi silla de ruedas, este sostiene mi mano entre las suyas y da golpecitos sobre mis venas que están por salir de mi piel su intención de seguro es relajarme o hacerme entender que está conmigo o las dos cosas, pero solo logra impacientarme.

Retiro mi mano disimuladamente y la paso por mi cabello.

No tenemos noticias de Jane, desde la reanimación todo fue un caos.

Ella cada vez se puso más y más mal, en cierto sentido parecía un chiste de muy mal gusto puesto que mientras más me aferraba a la idea de ella saliendo de todo esto, sonaba el marca pasos anunciando otra posible reanimación.

Intenté estar fuerte, pero al llegar al hospital mis defensas flaquearon y al verla yéndose rodeada de doctores, ayudantes y enfermeras simplemente cedí.

No pude soportar más y ahora ni siquiera puedo mirar a Nielson porque me invade una culpa tremenda.

Es como clavarse cuchillas en la piel, un nudo se forma en mi garganta y siento mis ojos escocer.

Siento que esta ha sido la peor traición que he cometido hacia Jane.

A medida que pasa el tiempo mi culpabilidad crece más y no quiero permitirme dudar otra vez sobre lo de Nielson y yo porque no debería hacerlo, si yo de verdad lo amara nunca jamás dudaría sobre si es correcto estar con él.

—Voy al baño —Anuncio.

Voy doblando una esquina tras otra sin ganas hasta acabar frente a la puerta del baño para damas.

Necesito hacer otra cosa que estar frente a esa puerta observándola hasta que mi vista se torne borrosa y dejarme llevar por los sentimientos que ocasionaron los sucesos de hace un momento.

Me lavo la cara con agua fría y me observo en el espejo.

Estoy horrible, con el rímel como segunda piel alrededor de mis ojos y mi nariz toda colorada, mi piel muy bien podría ser comparada con la cera de la vela y mi cabello se encuentra recogido en un nudo desastroso que cae sin fuerza por mi hombro esperando la oportunidad para deshacerse de la goma que lo contiene.

Suspiro mientras me rebusco en la mochila y sonrío un poco al encontrar mis cosméticos.

Vuelvo a lavar mi cara y empiezo a tapar mis ojeras, le pongo un poco de color a mis mejillas y labio para luego pasar una capa de rímel a mis pestañas.

Desde tu llegadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora