~34~ |Lástima

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Después de varios minutos en silencio escucho su suave voz.

Pareciera que intenta calmarme, creo que lo consigue un poco.

—No me iré hasta que abras.

—Pues entonces considérate hombre muerto porque si Jane te encuentra merodeando frente a mi habitación...
—Dejo que el silencio se adueñe del momento.

—¿Quieres saber una cosa? —Pregunta.

—¿Qué?

—Lo que haga Jane últimamente me tiene sin cuidado, ella simplemente no me contó que tú habías quedado paralítica —Casi lo dice en un susurro.

—No debería decírtelo, no es de tu incumbencia.

—Claro que lo es —Parece enfadado, golpea la puerta—. Venu abre la puerta.

Cierro los ojos y entierro mi cabeza más profundo en el colchón.

—Venu... ella no es tonta, ella sabe que te amo.

Eso hace que abra los ojos y me quede mirando la puerta fijamente.

—¿C-como? —Mi garganta se siente seca.

—Ella lo sospecha, me lo preguntó cuando seguíamos en el colegio de tu ciudad.

—¿Qué le respondiste?

Silencio.

—¿Nielson?

—Le dije que lo que lo que se sabe no se pregunta.

Llevo una mano a la boca y gimoteo de sorpresa.

Ella podría morir, morir por mi culpa.

—Ella podría tratar de matarse... ella...

—Venu, abre la puerta.

Resignada me deshago de las sábanas que me lían las piernas y ayudada por el soporte metálico me siento en la silla de ruedas.

La almohada que había tirado se encuentra obstruyendo mi camino, por lo que hago un esfuerzo elástico para sacar el seguro y girar el pomo.

Nielson se encuentra con los ojos rojos, así también como la nariz.

—¿Acaso estab...?

Él simplemente presiona sus labios con los míos y creo que voy a morir.

Nunca creí que un simple beso podría despertar tantas emociones, tampoco me puse a pensar en cuales.

Nielson lidera el beso, lo hace con urgencia saboreando cada rincón de mi boca, no puedo evitar enredar mis dedos en sus sedosos cabellos.

Sonrío cual tonta contra sus labios disfrutando del momento y deseando que solo seamos nosotros dos.

Ninguna Jane.

Él me observa fijamente con sus intensos ojos celestes medio verdosos, suspiro y con ambas manos lo atraigo a mí deseosa de más.

Cuando nuestros labios se vuelven a encontrar siento que mi mundo da vueltas, como solo él sabe hacerlo, siento un vuelco en el estómago y al instante lo comprendo.

En realidad mi mundo está dando vueltas pues estoy apunto de caer de mí silla de ruedas.

—Nielson, detente.

Él me hace caso y me observa dolido, ¿Siempre tendré que ser la causante de esa mirada?

—No pongas esa cara —Con mi pulgar acaricio su barbilla—. Estoy apunto de caer eso es todo.

Desde tu llegadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora