Capítulo 32

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Los cinco estudiantes van de camino a la oficina de la profesora Juspeczyk, en la mañana le pidió a Morrison que fuera con ella al final de clases para una información importante. Cuando Morrison les aviso a sus compañeros, lo primero que pensaron fue en la reciente pelea de Chester, ese tipo de actos están prohibidos.

    - No creo que la profesora se haya enterado de la pelea - comenta Stinson.

    - Hablamos de la profesora Juspeczyk, estornuda y ella sabrá si usaste un pañuelo o no para cubrirte – comenta Morrison.

    - La pelea sucedió fuera del colegio.

    - Después de ser propagada por todo el colegio – expone Morrison.

Rei se le acerca a Chester.

    - Pienso que no deberías asistir – sugiere Rei.

    - Pensé lo mismo – contestas el chico de la sonrisa -. Pero ella me vio esta mañana, sospecharía.

    - Tienes razón – repasa Rei -. Es que no quiere que cierren el club, me gusta mucho.

    - Aún recuerdo a esa Rei que no quería estar en el club porque hizo sentir mal a Stinson, ¿dónde quedo esa Rei?

    - Un chico que no para de reír me motivo a seguir – comenta con risa -. Así que puedes culparlo a él por hacer desaparecer a esa chica – termina con una sonrisa de alegría.

Morrison toca la puerta de la oficina y espera hasta que le den la orden de entrar. Los cinco jóvenes se quedan de pie ante la profesora, todos ocultando a Chester.

    - Me alegra verlos – saluda la profesora - ¿Por qué esas caras tan largas, que no son el club Dibujando Sonrisas?

    - Es que hoy fue un día duro – se apresura a decir Morrison -. Hoy empezaron los exámenes de final de lapso.

    - Lo sé, estuve presente cuando se acordó esta fecha – le espeta la profesora -. Pero no los traje para hablar de eso, es de algo más importante – un frío corre por el cuerpo de los chicos -. Es sobre algo que se ha estado comentando últimamente por el colegio – Morrison cruza una mirada de confidencialidad con Stinson -, y ustedes están involucrado en ello – Juspeczyk coloca unos papeles en su escritorio -. Hablo del día del fundador.

Los chicos respiran aliviados, todos sueltan un suspiro sospechoso.

    - Nos gusto muchísimo lo que hicieron la ultima vez y queremos que se repita – la profesor extiende su brazo para entregarle los papeles a Morrison -. Cuento con usted, señorita Alemán.

    - Y al principio no nos querían dejar abrir el club, ahora mírenlos – masculla Stinson.

    - Hemos tenido muchos inconvenientes con algunos clubes, por eso dudamos de todos. Primero tenemos que estudiarlos, evaluarlos antes de darles el sí, o el no – responde sin alterarse -. Es similar a confesársele a alguien que a uno le gusta, primero se averigua si el sentimiento es mutuo, de esa forma no sufrir inconvenientes.

Por más que lo intentaran, a sus compañeros le cuesta no reírse o mirar a Stinson. No quieren burlarse en su cara, ya que él los mira con recelo.

   - Volviendo a los que importa – la profesora vuelve con Alemán -. Cuento con usted para que adorne todo de manera impecable.

Sí, sí, yo lo hare – responde alegremente la chica -. Déjelo en mis manos.

    - Maravilloso, Morrison tiene los lineamientos, guíense – les aconseja la profesora -. ¿Por qué se esconde, Carroll? ¿Puedo verle la cara?

Sus compañeros abren paso para que Chester pueda ser visto por la profesora.

    - ¿Puedo saber que le pasó? – suena más a una orden que a pregunta -. Y no me vaya a decir que se cayó.

Chester es interrogado por la mirada de la profesora, piensa en mentirle, es lo mejor que puede hacer por el club.

Estuve en una pelea – confiesa.

    - Así parece – repone la profesora -. Y se ve que fue usted quién se llevo la peor parte en esa pelea.

    - Herí el orgullo de esa persona – agrega, con una sonrisa -. Así que no salí tan mal.

La profesora lo mira a los ojos, clavando esa mirada fría en el chico.

    - Para la próxima evite la pelea para que no termine así – dice, retomando su mirada en Alemán -. Tienen 20 días, así que pónganse manos a la obra. Me asegurare de que no sean molestados para que puedan terminar lo más pronto.

Chester cruza miradas con la profesora antes de salir de la oficina.

    - Claro, chico sonrisa pelea y nadie dice nada, pero si lo hago yo llaman a mis padres y a un psiquiatra – brama Stinson.

    - Posiblemente no sabe que su pelea fue con Reinaldo – le comenta Rei.

    - Creo que lo sabe, pero no dijo nada – interviene Chester -. Lo vi en su mirada, lo sabe, aun así no hablo de ello.

    - Tal vez está más interesada en la fiesta, que es sumamente importante, que en una pelea pasajera – comenta Morrison, entregándole los papeles a Alemán -. Olvidemos un momento eso y preocupémonos por la tarea que se nos asigno.

    - Tengo que decirlo, no es justo – chilla Stinson.

Rei se acerca nuevamente a Chester.

    - ¿Por qué crees que no dijo nada?

    - No estoy seguro, pero lo vi en sus ojos – responde Chester.

    - Ella supo cuando nos escabullimos al teatro la primera vez, así que no me extrañaría que no sepa de la pelea.

    - Y con eso tampoco dijo nada – comenta Chester -. Con eso si debió regañarnos y sancionarnos, pero no lo hizo.

    - ¿Por qué?

    - Favoritismo – exclama Stinson -. Es eso.

    - Deja de llorar – le dice Morrison.

Chester y Rei se miran.

    - No creo que me ame a mí – dice Chester.

    - A mí… - Rei no sabe que decir.

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