Capítulo 38

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Morrison, Stinson y Chester juegan a las cartas, llevan en eso varios minutos, mientras Rei y Alemán los observan sin intervenir. Es la primera reunión en el club desde que comenzaron las clases.
 
    - No, no me refiero a eso – dice Morrison, colocando una carta en la mesa -. No digo que la educación sea mala, digo que es mala la manera con la que es aplicada.

    - Creo que todos creemos lo primero – bromea Chester.

    - Yo también estoy de acuerdo con eso – Stinson intercambia una carta con Chester.

    - Son unos flojos sin remedio – les reclama Morrison.

Los dos chicos y las dos chicas se ríen, en cambio Morrison suspira poniendo los ojos en blanco.

    - Escuchen, me refiero a que los estudios son buenos, la idea es que aprendamos – Morrison toma una carta del mazo -. Pero se nos enseña mal, el principal objetivo que nos enseñan es salir bien en los exámenes y olvidan lo que realmente es importante, aprender.

    - ¿No es lo mismo? – pregunta Rei -. Si estudias para pasar el examen aprendes algo.

    - Todos creen eso, pero es un error – Morrison le entrega una carta a Stinson -. Una vez que pasas el examen olvidas lo que estudiaste porque únicamente lo aprendiste para aprobar ese examen.

    - O intentar aprobarlo – masculla Stinson.

    - Tomemos por ejemplo a Carroll. Es bueno dibujando, cada día aprende algo nuevo, y eso que aprende lo mantiene almacenado por que lo aprendió por gusto, por interés propio, lo vio útil, no por que alguien lo obligo.

    - Entonces, ¿dices que para los exámenes debes estudiar para aprender y no para aprobarlo? – pregunta Stinson.

    - Exacto – afirma.

    - Buena propuesta – consiente Stinson -. Pero nadie quiere aprender matemáticas sabiendo que hay cosas que no nos servirán en la vida.

Los chicos se ríen, Morrison se aguanta, pero está de acuerdo con Stinson.

    - ¿Cuál es el segundo error? – pregunta Alemán. Morrison la mira algo confuso -. Dijiste que las escuelas comenten dos errores.

    - ¡Ah, si! – exclama Morrison -. Lo primero es que nos enseñan a estudiar para aprobar y no para aprender. El segundo es la mala orientación que le dan a los alumnos.

    - ¿A que te refieres con eso? – pregunta Rei.

    - Volvamos a tomar de ejemplo a Carroll, espero no te moleste – Chester le sonríe -. Sus notas en dibujo son excelente, pero bajas en matemática, y no es por no agradarle al profesor Vélez – el comentario los hace reír -. Cuando analizan sus notas, prestan más atención a matemáticas y lo orientan a mejorar en ella, dejando en el olvido dibujo. Ahora tomando a Rei como ejemplo, tomaron en cuenta a esas materias en las que iba mal, y olvidaron su habilidad en el piano. Y como ven, son los mismos profesores quienes acaban con los verdaderos talentos de los alumnos. No fomentan los talentos, fomentan lo que ellos “creen” conveniente.

    - Y por cosas como esas Rei debe formar un club clandestino con un grupo de chisco que se la pasan jugando a las cartas, para poder practicar con un piano – comenta Chester, haciendo reír a todos.

La puerta del club suena, alguien la está tocando.

    - ¿Creo que alguien me escucho? – masculla Chester.

    - Adelante – grita Morrison.

La puerta se abre, al club entra una chica, su cabello resalta por su pintoresco color. Entre sus manos sostiene un papel, se le nota algo apenada, pero manteniendo un rostro firme.

    - Nunca pensé que te vería por este lugar – brama Stinson -. ¿A qué debemos tu visita?

    - Yo… yo vine… porque…

    - ¿Te vienes a unir al club? – Chester sonríe.

    - Ese papel que tiene en las manos es un formulario de inscripción. No creí llegar a ver eso – admite Morrison -. Reunión de grupo – los cinco chicos se agrupan entre ellos para conversar -. No estoy seguro que debamos aceptarla.

    - ¿Por qué? – pregunta Chester.

    - Puede ser una espía – responde Stinson.

    - No es por eso – contesta Morrison -. Recuerden que el club trabaja bajo una fachada, ayudamos al colegio para que Rei pueda escabullirse y practicar con el piano.

    - Tal vez ella lo entienda – espeta Chester -. ¿Qué dices Rei, tú la conoces?

    - Morrison tiene algo de razón – confirma Rei, se levanta para ver a la chica -. Pero creo que Chester también tiene algo de razón.

    - Indecisión femenina – dice Morrison -. Debemos decidir algo.

    - Tienes razón, porque nos vemos bien raros así – dice Alemán.

Todos están tomados de los hombros debatiendo qué hacer, se sueltan para confrontar a la chica.

    - Ya habrás notado que hemos estado deliberando – informa Morrison, es su trabajo por ser el presidente del club -. Analizamos tu propuesta de unirte al club…

    - ¿Si saben que este salón es tan pequeño que se escucha todo lo que hablan? – los chicos se miran unos a otros -. Los escuche hablar, el club es una fachada para ayudar a Rei. Aun así me quiero unir.

Todos se sorprenden de la respuesta.

    - ¡Bravo! – se alegra Chester.

    - ¿Por qué te quieres unir, Beth? – le interroga Rei.

Beth da una mirada por todo el lugar.

    - Necesito un nuevo grupo con el cual juntármela – contesta.

    - La pasaremos muy bien – anuncia Chester -. Ten una de mis galletas – extiende su mano ofreciendo esas galletas que todos han rechazado por su parecido a croquetas de perro. Beth actúa reacia, toma la galleta con miedo, ve que todos tienen los ojos fijos en ella, se asusta pero se come la galleta.

    - Oye, está buena – afirma la chica -. Tiene relleno de chocolate.

    - Por fin alguien se la acepta – masculla Alemán.

    - Debemos celebrar que tenemos un nuevo integrante – celebra Chester.

    - Sí, dos manos nuevas que reducirán el trabajo – dice Stinson -. Pero si le hace algo a mi querida Rei.

    - No soy tuya.

    - No tengo malas intensiones, eso te lo aseguro – afirma Beth.

    - Bueno, vayamos por malteadas a celebrar por la nueva integrante – interviene Morrison.

    - El presidente brinda la ronda – anuncia Stinson.

    - Olvídalo.

Rei y Beth se miran a la cara.

    - Me alegra que te unas – dice Rei –. Me sorprende que lo hagas.

    - A mí también – confiesa Beth -. Creo que alguien logró persuadirme.

Chester las espera a ambas en la puerta de la entrada.

    - ¿Por qué me miran así? – pregunta.

Ambas chicas sonríen.

    - Tiene un talento para eso – dice Rei.

    - Sí, lo tiene.

Caminan hacia la puerta para alcanzar a los demás.

Dibujando SonrisasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora