capítulo 20

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    - ¿Para qué nos llamara la profesora?

    - No estoy seguro, cuando la vi me pidió que reuniera a todo el grupo y la buscáramos en su oficina después de clases.

    - ¿Crees que estemos en problemas?

    - Lo dudo – responde con seguridad -. Nosotros cuatro, claro está. De ti, es lo más probable.

    - ¿Cómo por qué debería estar en problemas?

    - Para empezar, vas a la oficina de la profesora en tu patineta – refuta Morrison -. Sabes que están prohibidas.

    - Ya, dejen la pelea – dice tímidamente Alemán.

Los dos chicos se voltean para verla. Ella agacha la cabeza al sentirse apenada.

    - Parece que esos dos cada vez se la llevan mejor y ella se expresa más que antes – dice sonriendo.

    - Si, eso parece.

    - ¿Qué ocurre, Rei? Tu ánimo esta apagado.

    - Me preocupa un poco que la  profesora Juspeczyk nos llamara – contesta Rei.

    - Tranquila, de seguro serán buenas noticias – le asegura Chester.

    - Tengo un mal presentimiento.

Llegan a la oficina de la profesora, Morrison toca puerta. Una voz les indica que entren. Los cinco chicos entran a la oficina, la profesora los esperaba sentada detrás de su escritorio.

    - Stinson, tome asiento – dice la profesora.

    - Pero, nada más hay una silla, ¿dónde se sentaran las chicas? – pregunta el joven.

    - ¡Oh! Cierto. Las chicas. Disculpen, es la costumbre – dice la profesora.

Los otros cuatro chicos ríen, Stinson los mira de reojo. La única que se mantiene con expresión seria es la profesora.

    - Saben para qué los hice venir – sonaba más a una afirmación que a una pregunta.

    - Nos hacemos una idea – responde Morrison.

    - Es por su club – dice la profesora. Abre una de las gavetas de su escritorio y saca unos papeles -. Aquí tengo su formulario de inscripción y los requerimientos de un club.

    - Estamos al tanto de algunos requisitos – dice Morrison.

    - Me alegra – contesta, gélida -. Aquí tengo otros requisitos que tal vez no conoce. Si el club no cumple su objetivo principal, cerrado; si el club se aprovecha de los fondos del colegio, cerrado y posible expulsión; si el club no cumple con sus actividades en un tiempo determinado, cerrado. Podría continuar, pero ya sus caras de miedo dice todo. 

    - Son muchos los modos de acabar con un club – comenta Stinson.

    - En el pasado hemos tenido muchos inconvenientes con los clubes – dice, clavándole una mirada asesina -. Velamos por el bien de la institución.

    - Es racional lo que hacen – dice Chester, mostrando una sonrisa -. Nosotros no haremos nada malo.

    - No dudo de su honestidad, ni la de algunos de sus compañeros – sus ojos enfocan a Stinson -. Únicamente nos cubrimos las espaldas. Cría cuervos y te arrancaran los ojos de sus cuencas.

    - Que buen dicho – interviene Stinson -. Somos unos buenos chicos honestos que se preocupan por otros, profesora justicia.

    - Vuelva a hacer un juego de palabras y terminara sentándose en esa silla, y no será por asuntos del club.

Stinson cierra la boca por precaución.

    - Escuchen, no quiero ser la mala del cuento – asegura la profesora -. Mi única intensión es ser una profesora que vela por el bien de sus estudiantes. Y su club, no me da buena espina.

    - No hay motivos para dudar de nosotros.

    - Póngase en mi lugar, señorito Morrison. Este club está formado por la estudiante más sobresaliente del colegio, por la cual hemos recibido muchos fondos de sus padres para impulsar más los métodos de aprendizaje. También está el quinto mejor estudiante, el cual con un incentivo puede escalar unos puestos. Ustedes son los pilares – dice señalándolos -. Otro integrante es una chica con calificaciones aceptables, pero con un gran problema para relacionarse con sus compañeros – observa a Alemán. Seguido, señala a Chester -. Tenemos a un chico que no para de sonreír, que destaca por sus dibujos impresionantes y por ser el dolor de cabezas del profesor Vélez, pero sus calificaciones son regulares. Y por ultimo – se dirige Stinson -. Tenemos al chico problemas, que en más de una ocasión casi pierde el año. ¿Ven la razón de mi desconfianza?  
Los chicos guardan silencio. No era un asunto de requisitos o reglamente, se trataba de algo personal.

    - ¡Ese argumento es estúpido! – chilla Stinson, conteniéndose para que no fuera un grito.

La profesora clava los ojos en él.

    - Stinson, cálmate – sugiere Morrison, mostrando su preocupación.

    - No, no me calmare – le contesta -. Lo que acaba de decir es incorrecto y estúpido.

    - Acláreme el motivo por el cuál mi argumento es estúpido – pide la profesora.

    - Sus dudas acerca de nosotros no es por sospechas a que nos robemos el dinero o dejaremos mal el nombre del colegio. Su preocupación es que los estudiantes destacados decaigan por culpa de los que no destacan.
    - Stinson, detente – suplica Rei.
    - No, déjelo continuar – dice la profesora.

    - Durante todo el primer lapso, Rei estuvo con ese chico raro de la sonrisa y aun así sus notas no bajaron, es más, la vi más motivada ya que lo ayudaba a él a estudiar. Morrison no necesita ningún incentivo ni nada de eso para mejorar, él es más inteligente que Rei, su único problema es que cuestiona el método de enseñanza de la institución, argumentando que está mal. Esa chica, si, es verdad que es tímida hasta un punto que asusta. Yo la traje al grupo, vi lo callada y tímida que era, pero desde entonces ha cambiado y se expresa más. Es verdad que soy el peor del grupo, entiendo el motivo de su desconfianza, pero creer que representare un mal para ellos me enfurece. Me uní al club para ayudar a Rei, no a llevarla al fracaso.

Sus compañeros lo observan sorprendidos. La profesora sonríe.

    - Me sorprende, Stinson – le dice, mirándolo con la sonrisa -. Es difícil creer que usted es capaz de preocuparse por alguien más que no sea usted.

    - No se burle.

    - Tranquilícese, no me estoy burlando. Lo estoy felicitando – los ojos de la profesora tienen una mirada de aprobación -. Es la segunda vez que defiende a su grupo, eso demuestra lo que es capaz de club. Joven Morrison.

    - Dígame.

    - Espero que su club haga con los otros estudiantes lo que ha hecho con todos ustedes – le dice sonriendo. Le entrega un papel de aprobación.

    - Así será – contesta, confundido.

    - Ahora salgan de mi oficina.

Los cinco chicos salen de la oficina.

    - Lo logramos – dice Morrison –. De verdad lo logramos.

    - Te lo debemos a ti Stinson – dice Rei.

    - No es nada – afirma -. Cerca de aquí venden ricas malteadas, vamos a celebrar.

    - Oye, no dijiste nada de mí – le dice Chester.

    - Pasas mucho tiempo con Rei, eso es mucho. Es más, tú no deberías ir a celebrar, aléjate de ella.

Dibujando SonrisasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora