La fiesta

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El pianujo comenzaba a ensuciarse, a pesar de que se lavaba las manos y secaba con cuidado antes de usarlo, éste ya empezaba a gastarse, desde hace meses le ha estado dando uso. Al verlo en ese estado Rei se alegra y entristece a la vez, se siente feliz porque sabe que está dando su mayor esfuerzo por volver a tocar el piano como antes, como cuando era más niña, pero le entristece porque su gran amigo también se había esforzado en hacerlo para ella, lo había hecho para que ella no abandonara su sueño.

Cada vez que lo piensa sonríe, fue un pequeño dibujo lo que cambio todo, lo que le dio una vuelta total a ese año escolar que termino hace unas semanas atrás. El próximo año traerá cosas nuevas, nuevos retos, nuevas aventuras, más peleas entre Stinson y Morrison, más tareas para el club.

Rei sonríe, ya vuelve a sonreír.

Se aparta de su peinadora, toma el pianujo y se dirige a su cama. Un rayo de luz entra por su ventana, dándole de lleno en la cara. Ella se acuesta en su cama, esconde el pianujo debajo de la almohada y se relaja. En eso se da cuenta de algo, el rayo de luz no cae empicada, va de abajo hacia arriba. Y Se mueve a los lados.

Rei se levanta de su cama, va de inmediato a la ventana, a lo lejos ve a alguien en la acera de al frente de su casa, sosteniendo algo en las manos, de ahí proviene el rayo de luz. La persona le hace señas con las manos, Rei abre la ventana para ver mejor, reconoce a la persona, Chester. El chico le hace señas para que baje; haciendo uso de las señas, ella le pregunta si está loco. El sol le da en la cara a Rei, se tapa la cara con una mano, sus ojos están entrecerrados, por ello no distingo bien el rostro de Chester, pero conociéndolo, sabe que éste debe tener una sonrisa en su cara.

Rei se decide, cierra la ventana y sale de su habitación. Baja las escaleras, ve que su padre está en el mueble viendo televisión. Con mucho nerviosismo se acerca, pensando en lo que le dirá.

    - Papá – dice, suave y con miedo. Su padre no se mueve, así que se aclara la garganta -. Papá – dice con más fuerza, esta vez si la escucha -. Saldré un momento a dar una vuelta.

    - ¿Para dónde vas? – inquiere él.

    - A ningún lado en especifico, simplemente – ella mueve su dedos de un lado a otro – iré por ahí a caminar. Tanto tiempo de ocio no me sienta bien.

Su padre la analiza con la mirada, detallando cada movimiento.

    - Está bien – accede -. No llegues tarde.

    - Llegare temprano.

Rei sale apresurada de su casa, no se dirige de inmediato hacia donde la espera Chester, en vez de eso cruza a la derecha y camina sin fijarse en su amigo. Él, al ver que ella no se le acerca y va a otra parte, va detrás de ella.

    - Oye Rei – la llama Chester, caminando detrás de ella -. ¿Es que no me viste al salir?

    - Claro que te vi – responde ella -. Pero si mi papá se asoma por la ventana y me ve contigo estaré, mejor dicho, estaremos en problemas.

Chester pone cara perpleja, asintiendo.

    - ¿Por qué estás afuera de mi casa?

    - Necesito un favor tuyo – dice Chester.

    - ¿Cuál es ese favor?

    - Que me ayudes a llegar a la casa de Beth – Rei detiene el paso, mirando con asombro a Chester -. Unos días atrás me visito en el parque y me invito a su casa.

    - ¿Por qué debo ayudarte? – pregunta Rei, continuando la marcha.

    - Porque no sé llegar – Rei lo juzga con la mirada -. Bueno, si sé llegar, pero no sabré cuál es la casa, y tú sabes que no tengo un celular con el que me pueda comunicar con ella.

Dibujando SonrisasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora