Capítulo 26

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    - ¿Es que no tienes calor? – pregunta Morrison.
   
    - No.

    - Pero estás sudando mucho – dice Alemán.

    - Tranquila, estoy bien.

    - Deberías quitarte el suéter – sugiere Rei -. Hoy el sol es algo fuerte, y estará así por un tiempo.

    - Estaré bien – contesta Chester, limpiándose el sudor de la frente con el dorso de su mano.

    - Debes tenerlo un enorme cariño a ese suéter – dice Morrison -. Últimamente la oleada de calor ha sido intensa y tú no te quitas el suéter, aunque sudes salvajemente.

    - Y huelas a diantres – agrega Stinson.

    - No huele así – le defiende Rei.

     - Sí, este suéter tiene un valor
enorme para mí, por eso lo uso todo el tiempo.

Durante los últimos días el sol ha sido más intenso, Chester se ha negado a quitarse su suéter. Los del club le han sugerido que se lo quite para que no sude tanto, pero él, con una sonrisa, rechaza sus sugerencias, alegando que el suéter es el único lugar puedo ocultar sus galletas.

    - ¿Para que creen que los del concejo estudiantil nos pidieron que nos reuniéramos después de clases? – pregunta Chester, para cambiar el tema.

    - No debe ser algo bueno, eso te lo aseguro – dice Morrison.

    - No importa, así podemos aprovechar de pedirles dinero para equipar este salón. Tan sólo véanlo – dice Stinson señalando el lugar.

Algunas mesas seguían apiladas en un rincón, los chicos no sabia en dónde ubicarlas, querían pintar las paredes pero necesitaban primero un permiso, todos esos detalles Morrison los había pasado por escrito, pero seguían sin respuesta.

Las clases habían finalizados unos veinte minutos atrás, desde entonces los chicos han esperado a los del concejo estudiantil. Morrison llevó consigo unas cartas de póker para esperarlos, sabe cómo son los del concejo y sus impuntualidades.

La puerta del salón se abre, entrando una chica y un chico.

    - Ya era hora – masculla Stinson. Morrison le patea la pierna por debajo de la mesa.

    - Disculpen que lleguemos tarde, se nos presentaron unas eventualidades – se excusa la chica.

    - Entendemos – dice Morrison -. Tomen asiento – les ofrece las sillas de Chester y Stinson.

    - De seguro se preguntan para qué les pedimos que se quedaran – dice directamente la chica mientras toma asiento. Morrison asiente -. Sucede que su club lleva un mes en funcionamiento y hasta ahora no ha presentado resultados.

    - Hemos tenido algunas eventualidades – dice Morrison.

Rei agacha la cabeza.

    - Como sabrán, es una normativa que cada club represente algún beneficio para la institución – la chica se detiene para que los chicos analicen las palabras -. Su club no está cumpliendo con eso, por ende, será cerrado.

Sus palabras son un duro golpe para los chicos.

    - No pueden cerrarlo – chilla Stinson -. Una pequeña comadreja nos ha dado mala fama, una que no tenemos. Por eso hemos tenido problemas.

     - Lamento eso – dice condescendiente -. Pero no es un problema que nos corresponda a nosotros. Estamos aquí porque su club no ha cumplido con lo que prometieron, por ello su club será cerrado.

    - Dennos algo más de tiempo – pide Rei.

    - Tienen un mes, es más que suficiente para dar resultados.

     - Hay algunos clubes que no dan beneficios – se apresura en decir Stinson -. El club de música no hace otra cosa que reunirse y tocan su música. ¿Cómo beneficia eso al colegio?

     - El club de música presenta su música en las obras teatrales que hacen el club de teatro, además que nos representan en los concursos regionales y nacionales – dice haciendo una expresión de asombro.

    - Han pasado tres años desde la última vez que ganaron un concurso – le recuerda Stinson -. El club de futbol, ¿qué hay de ellos? No han ganado nada últimamente, y van mal en la tabla.

    - El club de futbol representa un gran beneficio a la institución, mantiene entretenida a la institución, sus partidos son muy beneficiarios.

    - Porque sus entradas y artículos se venden como pan caliente – agrega Morrison.

La chica se limita a sonreír.

    - Bendito interés – susurra Stinson acercándose a la ventana.

    - Estoy seguro que podemos hacer algo para que el club se mantenga abierto – comenta Chester.

    - Por ello estamos aquí, para que nos presenten una manera para que su club se mantenga abierto – dice la chica -. En caso de no ser así, su club será cerrado en una semana.

    - ¿Una semana? – exclama Morrison -. ¿Ese es el lapso de tiempo que tenemos?

    - Que bonito regalo de San Valentín el que nos darán – se burla Stinson.

    - ¡Eso! – exclama Chester.

La chica da un brinco del susto.
La reacción de Chester la asusta, y ella no es la única, también a las otras chicas, y deja confundido a los chicos.

    - Nuestro club se encarga de ayudar a todo aquel que tenga un problema, los del concejo estudiantil también son alumnos, ¿o me equivoco?

     - Obviamente lo somos.

    - Ustedes están encargado de organizar los eventos que se efectúen en la institución, como por ejemplo: adornar.

Morrison cruza miradas con Chester.

    - Carroll tiene razón, es una tarea tediosa para cualquiera – se apresura en decir -. Ustedes tienen otras eventualidades que resolver, así que ¿por qué no nos dejan a nosotros resolver esas tareas de menor importancia para ustedes?

La chica mira a su acompañante, el cual se encoge de hombros.

    - Bueno, sí, a veces adornar se vuelve algo tedioso – admite la chica. Morrison sonríe pícaramente a sus compañeros -. Pero tenemos ciertos lineamientos para el orden de los adornos, el color que se debe usar.

    - Déjame mostrarte panfleto de Alemán, mira su diseño, ella podrá seguir sus lineamientos a la perfección – la chica se muestra un poco convencida -. No te olvides que tenemos a Chester, uno de los mejores ilustradores de la institución, su manera de manejar los colores es excepcional.

La chica vuelve a mirar a su compañero.

    - Me gusta su oferta – dice, tratando de ocultar cierta alegría -. Le planteare esta oferta a todo el concejo y deliberaremos, y en unos días le daremos la respuesta.

Me parece excelente – dice Morrison.

La chica y su compañero se retiran, dejando a los integrantes del club para que conversen.

    - ¿Crees que funcione? – pregunta Chester.

    - Aceptaran – afirma Morrison -. Los del concejo son unos flojos.

    - Seremos sus esclavos de ahora en adelante – dice a lo lejos Stinson.

    - Todo por el bien del club – le responde Morrison -. Alemán, Carroll, serán los encargados de llevar esto.

    - Cuenta con eso.

    - Los demás obedeceremos sus ordenes – Morrison pone su manos sobre la de Rei -. Para ti tengo una tarea especial.

Dibujando SonrisasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora