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kim jongin
"Jongin haz esto", "No hagas lo otro", "¿Por qué no lo hiciste?", "Te dije que no lo hicieras", "¿Cuando harás esto?", "Eres un malcriado, Jongin", "¿Por qué eres así con nosotros?".
Esas eran, y son, las miles de quejas que recibí y recibo aún de mis padres. Y más en el momento en que recibí la supuesta independencia que me habían dado, viviendo en Cloud9. Ellos solo se encargaban de cubrir el alquiler, pero no dejaba que pusieran ni un solo centavo en mi.
Desde mi infancia, he sido tratado cómo un juguete. Mis padres controlaban hasta mi respiración. No me dejaban salir a jugar, no me dejaban ver mucha televisión, no me dejaban quedarme hasta tarde, o traer a mis amigos a casa. Siempre estuve encerrado, estudiando y siendo el muñeco que ellos querían que fuera.
Y a medida que iba creciendo, iban llenandomis necesidades. Comenzaban a llenarme la cabeza de que iba a tener muchas cosas buenas y que sería un exitoso doctor. Y bien que se equivocaron.
De las peores cosas que ellos pudieron hacer, fue darme un auto, una cuenta bancaria y un lugar lejos de casa. Una vez que me gradúe, me mudé de casa y fui a inscribirme en la universidad, corté lazo con mis padres —o al menos, no tanto. Y empecé a ganar dinero por mi cuenta.
Ellos no sabían que tenía dos teléfonos. Tampoco que tenía otra cuenta bancaria dónde estaba mi dinero. Y mucho menos saben que tipo de trabajo hago para conseguirlo. Me sentía algo mal por mis hermanas, pero ellas, al igual que yo, se hartaran de ellos y cuando tengan la oportunidad de huir, lo harán sin mirar atrás.
—¿En que tanto piensas? —Preguntó, mientras sentí como sus brazos rodeaban mi espalda—, ¿Todo está bien?
Asentí, mientras le miraba dando una sonrisa. Acaricie su mejilla mientras le daba un beso en los labios.
—Eres tan lindo. —Ella respondió—. Pero me tengo que ir ahora. —Dijo haciendo una mueca, soltándome. Asentí mientras me sentaba en el colchón de la cama. Ella se movía en la habitación, tomando sus prendas de ropa y poniéndolas en ella con cuidado—. ¿Estarás bien?
—No soy un niño.
—Eso lo sé. —Respondió mientras que arreglaba su pelo frente al espejo y volteaba a mirarme con una sonrisa. Terminó de arreglarse y se acercó a despedirse, me incliné dando un beso en sus labios y ella con una sonrisa dijo adiós y se largó de la habitación.
Al escuchar la puerta cerrar; solté un suspiro. Mientras que tomaba mi teléfono para jugar una partida de Clash of Clans. O eso hasta que una notificación me llegará de la aplicación del banco acerca de un depósito, viendo la cantidad de siempre, bloqueé la pantalla del teléfono y lo dejé caer sobre la cama. Intentando descansar y olvidarme de todo al menos un rato.
