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kim minseok
Mientras terminaba de recoger las partituras y meterlas todas en la carpeta. Había empezado a dar lecciones los sábados por la noche y ya tenía tres estudiantes en aquel cupo, lo cuál ocupaba la mayoría de mi tiempo todos los sábados. Miré la hora, faltaban unos treinta minutos para las diez, y si llegaba a casa ahora tenía que ser partícipe en la fiesta. Ni siquiera había puesto mucho esfuerzo en ella, Jongin se encargó de todo ya que estaba demasiado emocionado por ella.
Otra cosa es que, también tenía que llegar con mi invitada. Cosa que me hizo recordar que le hice una invitación a Jueun, pero no había vuelto a hablar con ella del tema desde entonces. Más bien, ni hablamos los días que trabajo en el bar, lo cuál es más raro aún.
Y no puedo negar que al darme cuenta de aquello me preocupe al menos un poco. ¿Se encontraba ella bien? ¿Estaba todo bien? No podía saberlo.
—¡Minseok! —Llamaron mi nombre en voz alta, confundido di la vuelta viendo a la chica que trotaba sobre sus tacones venir a mi con una sonrisa—, Cuanto tiempo, ¿Qué haces aquí?
—Empecé a dar lecciones privadas los sábados. —Asintió—. ¿Y tú qué haces aquí?
—Vengo a buscar a mi hermana, está por ahí. —Señaló a su espalda mientras sonreía—. ¿Harás algo después de aquí?
—Tengo que visitar a alguien. —Le respondí, haciendo una mueca. Ella asintió después de recapacitarlo y hacer una mueca—. ¿Y tú?
—No mucho, creo que sólo iré por algo de cenar. —Dijo mientras sonreía, y miraba después la hora en su reloj—. ¿Visitarás a tu novia?
—Si. —Conteste y ella volvió a mirar la hora en su reloj, inflando un poco sus mejillas.
—Ya debo irme, cuídate.
—Tú igual. —Moví mi mano en despedida y cuando la chica volteó, también lo hice para caminar más rápido.
Baek Yoorim era uno de mis primeros dolores de cabeza. Cuando le di lecciones de piano, hacía todo lo posible para acercarse a mí, y haciendo cosas para llamar mi atención y que también me provocó un despido por enamorar a estudiantes. Yoorim es una chica bastante bonita, pero es obsesiva y también bastante impulsiva. La última lección que le di en piano, me invito a una cita, y de la cuál tuvo que venir Jueun a salvarme. Yo, por suerte, tenía el don que podía seguir el juego a cualquier cosa con solo tener el contacto visual. Tal vez por eso, Jueun y yo manteníamos una amistad, aunque se base en discusiones.
