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kim minseok

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kim minseok

Mientras terminaba de memorizarme unos artículos que debía de exponer en mi próxima clase, cambiaba mi ropa al uniforme del bar. Intentando concentrarme en lo mío, mis demás compañeros venían hablando entre ellos, pensé ignorarlos pero aquel tema parecía ser sorpréndete, como interesante.

—Entonces, ¿Si renunció? —Dijo uno de ellos, mientras se acercaba a su taquilla y abría sacando su uniforme.

—Le entregó su carta de renuncia al jefe y se fue. —Contestó el otro mientras asentía—. Incluso, su casillero está vacío.

Señalando al ultimo casillero, que específicamente era el de Jueun, estaba abierto y por ende ya vació. Apreté un poco los labios, mientras fruncía el ceño y procesaba aquella información, empezando a formular una hipótesis.

—¿Jueun renunció? —Pregunté, aún incrédulo. Mis compañeros asintieron, mientras hacían una mueca.

—Se fue hace un rato. —Agregaron, entonces asentí.

No me parecía lógico. Jueun decía que este era uno de sus mejores trabajos, que era el único que le daba un mejor sueldo para soportarse con los gastos de la casa, así como la tarifa del hospital. Aunque, dándole una cierta razón. Jueun era bastante cambiante, y seguro decidió dejar ir este trabajo por razones personales.

Pero aún así, me sentía algo incómodo porque no me había dicho nada. No por una razón sentimental, ni mucho menos, pero conociendo su situación; que se aleje de los demás de esa manera me preocupaba, porque aunque fuera una chica fuerte, algo la haría débil de alguna manera.

—La cuenta de la mesa 12. —Uno dijo, entonces pase el cartón color negro mientras le daba una leve sonrisa—. Esto es aburrido sin Jueun aquí, ¿Verdad?

—Un poco. —Asentí mientras palmeaba su hombro—. Ya me iré.

—Está bien, yo me encargo del resto. —Me dio una sonrisa, mientras se iba. Cerré el sistema de mi caja, mientras dejaba el delantal en su sitio y caminaba hasta los vestidores y volvía a ponerme mis ropas más cómodas.

Quería que el camino a casa hubiera sido el más corto, pero estaba tomando otra vez la ruta hacia el hospital. Aunque ya el horario de visitas estaba muchísimo más que cerrado, tenía un permiso como tutor de ir a cualquier hora; lo cual era lo bueno.

El olor a desinfectante, a medicamentos y a café junto con un aroma a lavanda estaba en el ambiente, eso y contando el frío aire acondicionado que tenía el hospital para controlar las bacterias. Saludé al señor de la recepción, quien me dio una corta sonrisa cuando me dejó pasar hasta las salas de recuperación.

Habían luces tenues, y nadie estaba en los pasillos, salvo a una chica que leía un libro. Hice una mueca, mientras me acercaba a ella en silencio, ella no se molestó en mirarme puesto a qué no había sentido mi presencia o escuchado mis pasos; también eso era porque tenía sus audífonos puestos.

shared house ー exo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora