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kim jongdae
Miré a Hyunjee quién se encontraba bebiendo de su copa de vino. Siempre salíamos a comer algunos días, o más bien a mi se me ocurría llevarla, puesto a que siempre sale cansada de sus clases y talleres.
—¿Harás algo esta noche? —Me preguntó, aunque aquella pregunta yo realmente no podía responderla con la verdad, dándome cuenta que eso me metería en un problema, puse una mueca y entonces la miré.
—Mañana tengo varios exámenes. —Contesté, entonces ella hizo una mueca al igual que yo—. Así que... me quedaré en casa estudiando.
—Deberías estar estudiando desde ya. —Ella respondió mientras daba una leve sonrisa.
—Quería pasar tiempo contigo. —Le respondí, entonces ella sonrió mientras tomaba mi mano sobre la mesa.
—Tus estudios son importantes también. —Me respondió, haciendo un leve puchero—. ¿Por qué eres tan bueno conmigo?
—Porque-
—Lo sé, no me lo digas. —Respondió rápidamente y me reí. Ella tocó sus mejillas, aunque pude ver que se notaban un poco rosadas—. ¿Y qué harás mañana?
—Limpiaremos la casa. —Le respondi, entonces ella hizo una mueca—. En la tarde estaré libre, ¿Salimos?
Ella negó con la cabeza.
—Iré a casa de mi mamá. —Contestó mientras hacía una mueca—. Creo que sucedió algo.
—¿Quieres que te acompañe?
—¿Para que te hable mil mierdas? No, gracias. —Ella respondió, luciendo molesta al respecto. Hice una mueca.
Había una rara tensión entre los padres de Hyunjee. Por lo que sabía, ambos se odiaban, pero seguían juntos porque se habían acostumbrado, habían criado a Hyunjee de buena manera, aunque cuando se trataba de su pareja, eran bastante selectivos y solían mirar hasta la ultima uña del pie. No le agrade mucho a su madre, pero a su padre le caí normal. Y siempre que se refería a mi, Hyunjee y su madre discutían sin motivo alguno. Siempre que me veía dice cosas como "puedes dejarla, estás a tiempo". Cosas que no entendía y prefería ignorar como ella me lo pedía.
Estando delante de su fraternidad, Hyunjee me miró haciendo una mueca. Me reí mientras alcanzaba su mano y le daba un beso en el dorso.
—Estudia mucho, ¿Si? —Ella me dijo mientras me daba una sonrisa—, Y si te aburres, llámame.
Asentí. Ella se inclinó en el asiento, al igual que yo, y nos dimos un beso. No fue ni tan largo, ni tan corto, ella sonrió cuando nos separamos y se bajó del auto despidiéndose con la mano y entrando a su casa.
