Ese mismo sentimiento de angustia me abordó todo el trayecto hasta el pabellón Medico/Científico en el ala este del complejo. Recuerdo haber visto un mapa por ahí en algún lado y mi intuición me dejo deambular libremente buscándole un sentido a todo esto. La presión de las paredes, justo como ahora, es algo a lo que creo jamás terminaré de acostumbrarme, aun cuando muchas de ellas simulan tener un espacio abierto con imágenes proyectadas en las mismas. Incluso el sol que artificialmente alumbra en la ventana, también artificial, parecen ser solo un recuerdo de lo jodido que está mi situación actualmente.
Después de un rato de ser vagabunda entre largos pasillos; pasé del pánico opresivo a la frustración. Sin duda, diario, estaba molesta, pero nada me hubiera preparado para lo que sucedió: '.
Doy un largo respiro, tan profundo que mis pulmones arden, sin embargo, tengo deseo de escupir todo el acido que cargo desde lo mas profundo de mi ser. Ni siquiera había notado que tenía la mandíbula tan apretada que dolía; tan solo de recordarlo siento como un instinto asesino se apodera de mí.
'Por fin había dado con la única persona que me importaba en este agujero, la única persona que sabía que podría calmar la locomotora que amedrentaba mi pecho. El único chico por el que me aventuré a este puto matadero. Entré, sin tocar la puerta cuando lo vi, de espaldas con el cuerpo rígido y esa postura casi marcial que lo caracteriza. Y de sus hombros, colgada como garrapata, esa maldita perra, Michelle.
Te juro que mi corazón se detuvo, me congelé en ese momento hasta que algo en mí se encendió y explotó. Me acerqué a ellos lo más silenciosa posible y con una voz fuerte, casi gritando: ¡Se puede! De inmediato Dante la soltó e incluso la aparto rápidamente mientras me miraba, rojo, no sé si por pena o porque esa mujerzuela le dijo algo.
—V-veo que llegaste... amor...—recuerdo su estupido tartamudeo y como se arreglaba la bata con nerviosismo—. Eli, amor, n-no no es lo que, bueno ósea, quiero decir no es lo que...
—Yo decidiré si lo es... Dante —contesté tan seria y fuerte como pude, detesto ver a mujeres en los brazos de mi hombre.
—Tranquila, solo estábamos poniéndonos cómodos, ya sabes, con todo esto del virus uno puede sentirse tan...
—Ni siquiera se te ocurra terminar esa frase, Michelle —acotó Dante, furioso por lo que insinuaba Michelle.
—Bien —sonrió satisfecha—. No creo que tengas competencia, primor —habló Michelle entre risas mirándome como siempre lo hace, haciéndome menos—. Nos vemos luego, Dan, creo que tienes muchas cosas que hacer —le lanzó un guiño, sabe que odio que haga eso y solo hizo que me enfadara aún más.
El silencio que dejó tras su salida dolía, de verdad dolía en el corazón. Dante intentó acercarse, como un animal acorralado, incapaz de predecir los movimientos de su cazador.
—Elizabeth, tranquila, no sabía que estabas ahí, discúlpame, veras...
Y entonces, exploté. Ni siquiera me di cuenta de lo que había hecho, hasta que la palma de mi mano me ardió tanto como mi corazón. Los lentes de Dante volaron por la habitación y se estrellaron. Volví a darle otra bofetada presa de la impotencia. El odio me hacia llorar y yo solo quería gritarle, pero un nudo en mi garganta me lo impidió. Tragué.
—¡Qué carajo tiene que estarte abrazando! —exploté en cólera e ira.
Dante ni siquiera me miraba. Seguía impactado por haberlo abofeteado, solo se tomaba la mejilla que se había enrojecido como un tomate. Su voz era apenas un susurro.
—Lo siento, Eli. —carraspeó—. Lo siento mucho, Eli. Es solo que, de verdad, no es nada de lo que puedas imaginarte...
—¿Entonces, dime, que putas se supone que debo imaginar?
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Diarios de Guerra I : Sobrevivir © [Completa, Re-Editanto] Gracias Jeffs
Science Fiction"Querido diario, están cerca, arrastran sus pies putrefactos en coro, los escucho susurrar en la penumbra. ¿En qué momento, en qué fecha, a qué hora... la humanidad se fue al carajo?" Mi nombre es Elizabeth Mercer, fui una enfermera que se dedicó a...