Después de un rato y que las aves abandonaran el nido, Dante volvió a presentar signos de vida, parecía muy aturdido, no recordaba el lugar donde estábamos, me miró extrañado al ver mi uniforme y que él se encontraba desnudo llevó sus manos a la cabeza y de inmediato se puso serio, miró sus muñecas y luego a mí con tristeza, lo había recordado.
—Tenemos que salir de aquí, cariño —le dije abrazándolo
Tome su rostro entre mis manos, tenía miedo, lo veía en lo opaco de sus ojos verdes. Tenía ganas de besarlo, pero su rostro me lo impidió, no porque fuera desagradable, sino porque no me veía con ternura ni odio, no mostraba expresión alguna.
—Lo sé, pero necesitamos ir por tu familia —su voz era distante.
—¿Dónde están? ¿Dónde está la tuya? —intenté evadir la frialdad de sus palabras.
—Preferiría no hablar de eso... solo hay que ir por ellos y salir de inmediato —tomó un momento, como si intentara recordar algo—. Espera... ¿No había alguien con nosotros? —me miró intrigado.
—Fue con su equipo, ¿dónde está mi madre?
—Richard sabía... no creo que anden lejos. Debemos encontrar a los chicos.
—De acuerdo —apreté su mano dos veces, pero no hubo respuesta.
Su mirada había perdido brillo, sus ojos verdes ahora tenían una extraña nube
Entonces Dante se puso el traje de un soldado, nos pusimos el casco y salimos, justo en la puerta una guerra había estallado. Los civiles tomaban sus armas y disparaban al ejército, el ejército se atacaba así mismo o al menos así lo vi.
Pero entonces, cuando un cuerpo iba cayendo vi su escudo, no pertenecía a los Black Leber, era otra bandera, otro símbolo.
Los civiles se unían a los soldados de Black Leber mientras que los del otro bando nos atacaban. No vi a ningún miembro de los Libertadores.
Las cosas explotaban y las llamas encendían como fósforos los pocos árboles que tenían el infortunio de estar ahí. El suelo se teñía con sangre mientras que las nubes tapaban el cielo ennegreciéndolo aún más.
Dante corría con una velocidad inigualable, sus reflejos mejoraron, esquivaba las balas mientras disparaba a los soldados del ejército enemigo.
¿Qué bandera eran? ¿De donde provenían? No lo sé, creo que jamás sabré, pero se me era muy difícil seguirle el paso a Dante, nuevamente todo en mi temblaba con brusquedad.
Los derribaba y en el suelo clavaba la bayoneta de su arma sin compasión, ya no quedaba nada de aquel hombre que planeaba mejor las cosas a fin de evitar que se derramara sangre inocente; todo para él eran igual de culpables, fueron civiles o militares.
Entonces los vimos, estaban acorralados: Merlina, Alexander, Michelle, mi hermana Wendy, mi madre Giselle y otras dos personas.
Se defendían con armas de poco calibre o armas físicas, el ejército enemigo los golpeaba, mi madre había sido arrojada al piso y entonces lo volví a sentir, una cólera dominaba mis impulsos y yo me dejé llevar.
Me adelanté a Dante y empecé a disparar sin malgastar ni una bala. Rápidamente caían mientras que Dante disparaba a los que me habían avistado, no me importaba el dolor del retroceso. Nos congeniábamos perfectamente, cubríamos a nuestros amigos mientras que cubríamos la despalda del otro.
Jamás me sentí tan sincronizada con Dante, sabíamos a donde disparar y a quien. Pero cuando lo vi, su mirada, deseosa de hacer daño, su ira creciente; me di cuenta que no era Dante, era la Bestia con la que estaba danzando.
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Diarios de Guerra I : Sobrevivir © [Completa, Re-Editanto] Gracias Jeffs
Ficção Científica"Querido diario, están cerca, arrastran sus pies putrefactos en coro, los escucho susurrar en la penumbra. ¿En qué momento, en qué fecha, a qué hora... la humanidad se fue al carajo?" Mi nombre es Elizabeth Mercer, fui una enfermera que se dedicó a...