Capitulo 13: Rake (Parte 2)

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Bandak es ahora el campo de batalla entre vivos y muertos, animales, humanos, evolucionados, infectados y exhúmanos, todos luchando con valor y sin ceder ninguna parte de su territorio.

Los infectados son lentos, pero en manada acorralan a sus enemigos, los devoran a partes iguales, arañan, gimen, sonríen alegres de poder llenar su estómago.

Los evolucionados parecen llevar las cosas a otro nivel, han tomado gran parte de los edificios, inundan el aire con su peste. Son agiles, corren tras sus víctimas, atacan con brutalidad, avanzan por el territorio humano y yo estoy disparando desde lo alto del tanque, pero es inútil, son demasiados, sin contar que los soldados que han mordido se unen a su ejército.

Los animales infectados, bueno, es otra historia, arrasan con todo lo que se mueva, aves, lobos, coyotes, zorros, ardillas y ratones: todos con los huesos muy marcados, pieles verdosas azules y gangrenadas. Ellos le hacen frente a los exhúmanos, el grupo más fuerte que gana territorio a pasos agigantados, con su líder, saltando de cornisa en cornisa para vigilar a su manada.

Las Grimmers apoyan a sus contra partes, incapaces de hipnotizar a los infectados, pero los evolucionados, gente que se transformó antes de morir, ellos seden de igual forma como lo hizo nuestro escuadrón.

Todo se vuelve una carnicería, los infectados aprovechan los cuerpos de los caídos para devorarlos, pero la gran mayoría ataca siguiendo la indicación del virus más fuerte, el de los evolucionados.

Pronto me veo, incapaz de seguir disparando con mi arma, cierro la escotilla mientras el tanque se mueve a un lugar en el que pueda atacar sin herir a nuestros soldados, pero los enemigos nos atacan con el primer avistamiento, impiden que podamos movernos por el terreno y todo su ataque se concentra en nosotros.

Escucho las maldiciones de los soldados de la parte de enfrente. Anthony está petrificado, lo tomo del cuello de la camisa y lo levanto, llena de cólera y energía.

—¡Deja de lloriquear, inútil —me sorprendo por mi tono de voz, pero solo así logro sacarlo del trance—. Mírame a los ojos, ¡que me mires! Allá afuera hay mucha gente dando el culo por ti, por esa estúpida información, si no vas a luchar por ella tú también entonces no merecer tenerla.

—¡Quítala! Libérame de esta condena, quédatela, Elizabeth, quítamela.

¿Liberar cadenas?

Entonces veo la oportunidad, transfiere los datos a mi brazalete con una agilidad sin igual, podrá ser un cobarde, pero es muy bueno en lo que hace.

—Ahora, quédate aquí —le ordeno—. Encárguense de llevar al doctor Barnz a la base, nosotros nos quedaremos a luchar, les daremos tiempo para escapar.

—Imposible, soldado, no podemos abandonar al líder, la parvada no puede abandonar el nido.

¿Parvada? ¿Desde cuándo el Black Leber se hace llamar parvada?

Entonces escucho un graznido, potente y en numerosas proporciones. Abro la escotilla y ahí están, en "V" comandadas todas por su líder, con un color dorado reflejado por lo plateado de la luna.

En lo alto de un edificio, de brazos cruzados está el soldado, aquel fornido de risa tosca pero divertida, parado en la cornisa como si fuera un dios. El dios Águila se quita el casco y entonces todo encaja, estira los brazos y sus águilas descienden con velocidad, eliminan a sus adversarias en cielo abierto. Otras descienden a gran velocidad perforando a sus enemigos, vuelan en círculos y la sangre cae roja como una lluvia sangrienta, las nubes doradas y las risas de Kaiser resonando en lo alto.

Diarios de Guerra I :  Sobrevivir © [Completa, Re-Editanto] Gracias JeffsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora