La calle estaba infectada, ya no había militares que se les opusieran. Los infectados habían tomado esta zona y teníamos que adentrarnos a la siguiente. Nos dirigimos veloces por el asfalto resbaloso y traicionero. En cada esquina los Infectados nos esperaban, yo le clavé mi lanza en el cráneo a varios Infectados rezando porque no se rompiera.
Michelle parecía disfrutar batear sus cabezas arrancándoselas de fuertes golpes o incrustándole los clavos a estos. Merlina usaba el fierro del tanque de agua para alejar a los Infectados mientras nos movíamos.
Por un momento llegué a pensar que estábamos de nuevo en el simulador, lo abrumador que se sentía estar en la guerra ficticia; podía sentir el látex del traje negro con franjas verdes, los soldados sin rostro ahora lo tenían destrozado, no tenían mandíbula o simplemente estaba llena de sangre. Pero esto era real... realmente íbamos a morir si no nos apresurábamos.
Créeme, querido diario, que trotar mientras golpeas es bastante cansado, sentí el dolor de mis brazos y la fricción de mis piernas para no perder el equilibrio en el golpe. Observé las paredes intentando ver balas incrustadas o agujeros de estas, rastros de botas en el fango y basura mojada; coches en llamas o solamente volcados, Infectados mojados, intensificando su hedor en la zona.
Nos apresuramos en la acera, la gente sobreviviente cerró las puertas y ventanas. Los Infectados no parecían notar mucho nuestra presencia, había mucha carne indefensa como para que se preocuparan por nosotros.
Estábamos agobiados, fastidiados, cansados, pero seguimos avanzando por las calles húmedas, es un milagro que haya dejado de llover.
Por encima de los gritos agonizantes y los chapoteos de nuestros pies, escuché un crujir, carros volcándose, metal chirriante en la acera y concreto, gruñidos muy diferentes al de los Infectados. Volteé varias veces, pero no logré ver nada más que simples sombras. ¿Evolucionados?
Las grietas de concretos se hacían notorios, no lo pensamos más y corrimos, corrimos alejándonos de todo, derribando todo lo derivable y saltando lo saltable.
¡Ahí! En los techos, en tiendas, en automóviles o a pie de los edificios estaban hombres armados, todos parecían ser la misma persona, tenían casco, pero una máscara de gas, armas grandes y de buen calibre. Arremetían contra todo lo que vinera.
Tuvimos que refugiarnos en un auto volcado cuando de pronto; un dolor agonizante, fugas y punzante recorría mi cuerpo, sentía frio, mucho frio, un dolor indescriptible que ni siquiera me dejó caminar, me desplomé de inmediato en el piso y entonces vi mi pierna derecha, había sido perforada por una bala, no pude evitar gritar mientras un charco de sangre se formaba alrededor de mi pierna.
Merlina me veía horrorizada, Michelle estaba recargada contra la pared, ella también estaba herida, tenía una herida de bala en la parte del hombro.
—¡Vamos! Elizabeth —Alexander rompía parte de mi pantalón para poder ver la herida, su rostro me lo dijo todo.
Yo me encontraba ahí, arrastrándome rezando por mi vida, aunque después de lo de mi padre, Dios ya no tenía cabida en mi pensamiento.
Todos mis miedos invadieron negramente mi corazón y la oscuridad se apoderó de mí. Golpeaba el piso por la impotencia de no hacer las cosas por mi cuenta, estaba tan frustrada. Entonces sin pensarlo lo hice, lancé mi luz roja y todos los soldados ardieron ante mí.
Sollozaban y conocían el infierno mientras yo me reía de ellos intentando no llorar más. Alexander hizo que me apoyara en él y aprovechando el alboroto nos adentramos al callejón, sabía que moriríamos.
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Diarios de Guerra I : Sobrevivir © [Completa, Re-Editanto] Gracias Jeffs
Science-Fiction"Querido diario, están cerca, arrastran sus pies putrefactos en coro, los escucho susurrar en la penumbra. ¿En qué momento, en qué fecha, a qué hora... la humanidad se fue al carajo?" Mi nombre es Elizabeth Mercer, fui una enfermera que se dedicó a...