Fecha desconocida. Hora desconocida.
Estamos muriendo, algunos de hambre y otros de enfermedad.
Mi cuerpo me duele, por el cansancio y la deshidratación. Aquí abajo hace frio, demasiado para que Anthony sobreviva. Su herida se ha infectado y no contamos con los recursos necesarios, tiene fiebre y está delirando.
No podemos arriesgarnos por más tiempo, si llegara a cerrar los ojos será su final. Yo lo estoy atendiendo, aunque no hay ni agua para lavar la herida.
También tengo la sensación de que el oxígeno se está acabando.
Tal vez solo sean mis nervios. Michelle está paranoica, no era broma que era claustrofóbica, al principio me parecía gracioso, pero cuando empezó a azotarse en las paredes, golpeándolas y arañándolas; todo empeoró.
Hemos tomado pequeñas siestas para mantenernos atentos, aunque si algo aparece no tendría las energías ni para gritar, realmente estamos exhaustos. No hemos escuchado nada, ni disparos, ni nada por los brazaletes y los cascos. Tal vez solo esperan a que muramos para que entren y se lleven los datos de las computadoras.
En la misión que me designaron los Libertadores era necesario que protegiera los archivos a toda costa, dado que todo se encuentra en el brazalete de Anthony debo asegurarme que viva, al menos hasta que encuentre la manera de retirárselo sin arrancarle el brazo en el proceso.
El tiempo se hace eterno, tan solo los quejidos de mis compañeros y el movimiento de los gusanos en la carne descompuesta son lo que mis oídos captan, aunque claro los gusanos en carne Grimmer porque no se han comido la de los infectados.
La cabeza me impide pensar en otra cosa que no sea el dolor, me duele tanto que me impide dormir y mi irritación está llegando a un punto en el que solo quiero escuchar el silencio.
Los ojos me arden, no sé si por la combustión de los cuerpos o por la falta de agua en mi organismo. ¡Qué daría por remojar mi lengua en una gota de agua! Una miserable gota de agua. Pero esta tan partida que incluso moverla me duele, por no decir que el cuerpo está en el mismo estado.
Y cuando todo parece perdido escuchamos como la puerta se levanta y tras de ella pasos escandalosos y apresurados. Desde que comenzó todo esto jamás había estado tan feliz de ver al ejército. Llevan consigo una mochila bastante gruesa a la espalda, espero que sean provisiones.
—BL1, lamentamos la tardanza, pero teníamos que aniquilar a las criaturas primero —prosiguen a ayudarnos.
Cada uno desenvuelve su mochila y comienzan a repartir agua y comida, poca para mi gusto, pero vital. Intento tomar una, pero estoy bastante débil, dejo que me la den a sorbos lentos y la frescura reanima lentamente mi cuerpo. Incluso lucho por no tragarla, quiero que humedezca toda mi boca antes de que pase a mi organismo.
Escucho comentarios sobre el lugar y lo relativamente fácil que fue luchar contra las criaturas. Pienso que fue porque no son solo bestias, son criaturas pensantes, no atacarían si saben que van en desventaja.
Centran la mayor parte de su atención en Anthony y su pierna infectada, derraman y derraman povidona para limpiar la herida. Los gritos de Anthony me recuerdan a los niños que solía atender, intentando no llorar a la primera untada de povidona yodada.
—No podemos perder más tiempo, podrían regresar. Hay que movernos. Utilicen la jeringa con él —ordena el Black Leber.
—Pero señor, las jeringas no deben ser usadas a la ligera.
—No quiero tener que verme con esas atrocidades nuevamente.
En seguida sacan de una caja negra tres jeringas rojas y proceden a inyectárselas. El regenerante, la VH7-1.
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Diarios de Guerra I : Sobrevivir © [Completa, Re-Editanto] Gracias Jeffs
Fiksi Ilmiah"Querido diario, están cerca, arrastran sus pies putrefactos en coro, los escucho susurrar en la penumbra. ¿En qué momento, en qué fecha, a qué hora... la humanidad se fue al carajo?" Mi nombre es Elizabeth Mercer, fui una enfermera que se dedicó a...