A un lado de mi estaban, en camillas limpias, acostados mis compañeros, al iluminarlos con la vela empezaron a despertar uno a uno como si del sol se tratase. Preguntaban por el lugar en dónde estaban y se sobre saltaron al saber que no tenían heridas algunas.
La última en despertar fue Michelle, estuve tentada a abandonarla y seguir lo más rápido posible, pero ellos no me dejaron y muy dentro de mí tampoco quería dejarla, revisé su vientre y estaba liso, tenía un tatuaje que parecía ser un símbolo de espirales, creo que es un mándala.
Intentaba encontrar algún pasillo por donde salir, justo como lo hizo Taro, pero a simple vista me pareció imposible, era como si estuviéramos en un cuarto sin puertas ni ventanas. Alexander logró encontrar una entrada detrás de viejas maderas, estaba en el suelo, era una trampilla que daba a un pasillo iluminado por un foco a medio fundir.
No dejaron de hacer preguntas y yo no tenía las respuestas, les contestaba que apenas había despertado también y que encontré la vela por pura suerte. No creo que mi actuación haya sido creíble, pero tampoco diría más.
Descendimos por el pasillo con la luz tintineante y logramos encontrar unas escaleras que nos llevaban a otra trampilla. Alexander la levantó con cuidado y advirtió que por encima se escuchaban algunos quejidos, ya no teníamos armas, todas habían sido destruidas o perdidas en el último encuentro. La abrimos con mucho cuidado y sin hacer mucho ruido, el Infectado no notó nuestra presencia hasta que le destrozamos una lámpara en el cráneo.
Era una tienda de antigüedades, alfombras, lámparas, adornos y azulejos que brillaban en dorado y joyas incrustadas. A mi parecer bastante caras.
Merlina intentó buscar algo que sirviera como un arma contundente y tropezó con un baúl de adornos plateados y joyas rojas.
De inmediato recordé la llave plateada con una joya roja y la saqué del bolsillo de mi pantalón; se incrustaba perfectamente y al abrirla un pequeño cuervo salió volando y se alejó más allá del cielo visible.
Adentro tenía pistolas, dos para cada uno, y cuchillos largos como dagas, una ballesta Stryker Strykezone 380 con un carcaj de 20 flechas y un fusil de asalto, la caja tenía terciopelo rojo y una carta que recitaba así:
"Cuando las aves vuelen, y las cuatro majestuosas crucen su camino es cuando veremos el porvenir de la gente libre; aquellos que sean hijos de los cielos de nada temerán, pero aquellos que deban al cuervo tendrán que esperar".
Tenía la extraña sensación de que Taro lo había dejado para nosotros haciendo crecer mi deuda, sea lo que sea, espero alejarme lo más posible de aquí y no verle los rostros a nadie nunca más.
Yo tomé el fusil y dos cuchillos, lo amarré a mi muñeca mientras que otro lo amarré a mi pierna con hilos suaves de seda que había en la tienda.
La sospecha que tenían hacia a mí se hizo más aparente, sobre todo por parte de Michelle que no dejaba de insinuar verdades que yo intentaba con todo mi esmero ocultar.
Ella, en venganza, tomó la ballesta argumentando que era la mejor disparando, practicó un poco y en efecto era la mejor disparadora que teníamos. toda esta situación era bastante extraña y eso nos cortó un poco el habla, cada uno pensaba en la situación y yo era la más desorientada.
Salimos a la calle y descubrimos que era un lugar menos agonizante y perpetrado que en el que estábamos; de hecho, no había indicios de guerra, creo que estas zonas las lograron evacuar de un modo más... prudente.
—¿A dónde? No parece que el ejército vaya a esperarnos.
Mi corazón latía con lentitud. Mi cuerpo sabía que no debía ser yo quién tomara esa decisión. A mi derecha se encontraban los Libertadores, dispuestos a protegernos y salvarnos. Mientras que a mi izquierda se encontraba el amor de mi vida, mi fuente de apoyo incondicional y la persona más importante de mi vida.
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Diarios de Guerra I : Sobrevivir © [Completa, Re-Editanto] Gracias Jeffs
Khoa học viễn tưởng"Querido diario, están cerca, arrastran sus pies putrefactos en coro, los escucho susurrar en la penumbra. ¿En qué momento, en qué fecha, a qué hora... la humanidad se fue al carajo?" Mi nombre es Elizabeth Mercer, fui una enfermera que se dedicó a...