Anthony regresó la mirada y dispar. Disparó tantas veces que cada bala dolía, su rostro era puro terror. Alexander le arrebató el arma para que se tranquilizara mientras todos nos poníamos en guardia.
Tras un silencio eterno, nada más pasó, tragábamos con dificultad esperando algo, cualquier cosa, pero no ocurrió nada. Tal vez eso nos aliviaría un poco, incluso reímos un poco sobre nuestra paranoia colectiva.
Caminamos con un poco más de calma, pero yo aún regresaba la mirada, por si las dudas.
Me acerqué más a Anthony con la intención de hablar, pero la palidez y el sudor de su rostro no me indicaban que la estaba pasando bien.
—Hey, calmado. ¿Aún no dominas el arma, cierto? —pregunté con la voz más diminuta que podía.
—No, el r-retroceso, es demasiado fuerte para mí —tartamudeaba al hablar.
—Demasiado fuerte para mí —escuchamos un eco que nos paralizó, aquello nos hizo colocarnos en posición defensiva sobre buros y gabinetes.
—¿Qué carajo ha sido eso? —preguntaba Michelle.
El sonido no volvió a repetirse, pero estaba claro que ya no estábamos solos, al menos eso hizo despertar mis sentidos.
—S-solo hay que asegurarse de llegar —prosiguió Anthony.
—A.. llegar —nuevamente la voz se escuchó.
En vez de alterarme me aseguré de mis sospechas. Le indiqué a Anthony que volviese a hablar y al hacerlo, la voz repetía en parte lo que había dicho, seguimos el origen de aquella voz hasta llegar a un pasillo continuo donde el cuerpo de un soldado estaba cercenado, la cabeza aún se encontraba en el casco, pero estaba cortada a la mitad, como si un cuchillo cortara un pedazo de queso.
Aquello me revolvió aún más el estómago, el sudor corría libre entre mi camisa y la espalda. Era eso, de alguna manera este soldado estaba sincronizado a nuestra frecuencia, podía escuchar toda nuestra conversación, aunque nosotros tuviésemos apagados el comunicador tal vez por el susto Anthony lo encendió.
—¡Mierda! —gruñó Alexander—. No, no, no —se repetía mientras apretaba con fuerza su escopeta.
—Es el único que hemos visto, ¿Por qué lo abandonarían a su suerte? —analizó Michelle al tiempo que apagaba su comunicador.
—El ruido —respondí con un susurro—. No querían que el ruido los siguiera. Era un sebo —agregué mientras me aclaraba la garganta.
—¿Por qué? ¿De qué querían huir? —preguntó Anthony.
—¿Mamá...? —escuchamos en seco, una tierna voz al otro lado del pasillo, justo por donde veníamos.
Nos levantamos sobresaltados, apuntando a la oscuridad sin poder observar nada, esta oscuridad era espesa y profunda.
—¿Mamá? —repitió, se escuchaba un poco más cerca.
—Civiles —alzó Anthony.
—Red Lizerd, tenemos civiles —dijo Alexander por el brazalete, entonces lo golpeé para cerrarle la boca.
Meneo la cabeza, no me cuadra que haya civiles. No, no en estas condiciones. Entonces escuchamos otra voz a lo lejos.
—Casa —gruñía con dolor—. Casa.
—Jhon —escuchamos a nuestras espaldas.
—Ven, ven —aún costado, las voces nos inundaban por todas partes.
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Diarios de Guerra I : Sobrevivir © [Completa, Re-Editanto] Gracias Jeffs
Ficção Científica"Querido diario, están cerca, arrastran sus pies putrefactos en coro, los escucho susurrar en la penumbra. ¿En qué momento, en qué fecha, a qué hora... la humanidad se fue al carajo?" Mi nombre es Elizabeth Mercer, fui una enfermera que se dedicó a...