Capítulo 10: Bandak (Parte 2)

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Hora desconocida, día desconocido.

Mis sentidos me dirigieron en la búsqueda de Dante, no quería irme sin despedirme, probablemente no regresaría y quería verlo, tan solo una vez más.

Di vueltas por todo el lugar, era demasiado grande para explicarte por qué pasillos podía acceder, cuando encontré una salida. Mi aliento se detuvo al ver que este era el edifico más pequeño de toda esta fortaleza, incluso logré escuchar el susurro de los aviones alejarse.

Pregunté por él, me deslicé presa de la impotencia. ¿Y si realmente no estaba aquí? Mi mente volaba entre falsos recuerdos de haberlo visto torturado, desollado, tal vez no soportó estas nuevas pruebas, tal vez se arrancó la vida "no soy lo que necesitas ahora", tal vez tenía razón, no necesitábamos seguir sufriendo, él... él pudo haber tomado el último paso.

Sin darme cuenta mis pies me guiaron hasta una especie de cámaras, como las de la cuarentena, con cristales y paredes blancas; sin más que un catre y un retrete.

Las habitaciones estaban vacías, pero podía imaginar a sus antiguos huéspedes, abandonados por la felicidad y el amor, apoderados por la locura y el dolor; podía verlos chocando su cabeza contra los cristales, comiéndose los dedos hasta llegar al hueso, bebiendo su propia orina y discutiendo con demonios invisibles para nosotros, con los ojos desorbitados o algunos estáticos.

Avancé por los calabozos de los indeseados hasta que llegó a mí una voz familiar, justo al doblar la esquina me encontré con su esbelta figura, su cabello rubio con risos perfectos, brillante, cual oro. Su voz estaba fragmentada, cada palabra sangraba sus encías y miraba al fondo del cristal.

—No sabes lo mucho que deseo haber estado ahí, Dan —susurró Michelle.

Retrocedí al instante, ni siquiera habían notado mi presencia. Dan... jamás había escuchado ese apodo; la tristeza que me inundaba revolvió mis entrañas hasta hervir en mí, la cólera aumentaba a medida que hablaban.

—Pero no estuviste, nadie lo estuvo... —respondía la voz colérica de Dante.

—Dan —rompía en llanto—. Era necesario, Elizabeth no podría, nadie podría. ¡¿Por qué no lo entiendes?! Solo yo puedo cargar con tu dolor... solo yo tengo la valentía de acercarme a ti, de tratarte, de tocarte... quiero volver a sentir tu piel vibrar bajo mis dedos, quiero...

—¡Suficiente! —escuché como golpeaba el cristal con la palma—. Tú, y sobre todo tú, Michelle, me vendiste.

—¡No lo hice! —gimió—. Jamás haría nada para lastimarte, me obligaron a hacerlo.

—¡Todos ustedes me han abandonado! ¿Qué crees que siento? ¿Cómo putas crees que me siento? —golpeó el cristal con brutalidad—. ¿Sabes que se hace con la carne antes de prepararla?

—¿La carne? —preguntó, realmente confundida.

—La golpean con mazos para ablandarla. Una y otra, y otra, y otra vez. ¡Así son todos mis días aquí! —gritaba, realmente desesperado, incluso su voz parecía distorsionada por la furia—. ¡Todos ustedes me han abandonado, me han traicionado!

—Dan, cariño, siempre he estado a tu lado.

—¿Dónde estabas cuando...? —sus gritos pararon por un segundo.

—Dan, Dan... ¡Dante! ¿Qué te ocurre? —sollozaba.

Los cristales eran golpeados con una fuerza en seco, me asomé un poco para ver como Michelle retrocedía al momento en que Dante gritaba, demasiado, que incluso una persona normal hubiera perdido la conciencia por la falta de oxígeno. Golpeaba todo y mientras pedía a gritos que parara; junto con otras frases que se perdían por lo gutural de su voz.

Diarios de Guerra I :  Sobrevivir © [Completa, Re-Editanto] Gracias JeffsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora