Capítulo 3: Cuarentena (Parte 1)

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Domingo 26 de Julio a las 12:32 pm.

¡No sé qué hacer! Se aproxima el cumpleaños de Dante y aún no sé qué regalarle. He pensado todo el día en ello y te juro que ya me duele la cabeza. Te escribiré cuando tenga alguna idea, aún tengo una semana.

Jueves 30 de Julio a las 8:30 pm.

¡Tengo sueño! Es tan difícil acostumbrarse a este horario.

Hoy es mí día de descanso, el día en que puedo salir de aquí y visitar el mundo que se aleja cada vez más de mí. Creo que jamás te conté cómo es que salimos de la base.

Accedemos al área central, en donde entramos la primera vez; ahí hay una construcción cerca del área de entrenamiento, es un rectángulo en el cual caben como 50 personas de forma cómoda, unas 150 amontonadas casi como sardinas.

Dante no me acompaña hoy, le dieron su día libre el sábado puesto que los experimentos con los pacientes por fin están dando frutos. Como si realmente esperaran hacer algo, idiotas.

Así que subo yo sola, tal vez visite a algunos amigos y vayamos al cine o algo, claro, después de comprar su regalo. Al entrar al elevador, un militar inserta una clave y ascendemos. Es muy veloz, pues no nos tardamos en más de un minuto en subir los doscientos metros.

Abordamos unos convoyes, camionetas y carros negros; nos trasladamos entre la noche y luego se separan entre la densa hierva y ramas de árboles. La luna guía nuestra morada hasta nuestro viaje; cada quien viaja a su respectiva residencia asignada.

La mía, por ejemplo, es una casa muy grande, en la entrada están apilados en forma para antorcha unos palos de bambú y un perchero, llegando esta la sala negra con nuestra flor de nuestro antiguo departamento —Dante la trajo para mí—, una mesa de cristal con las patas teñidas de negro y un tapete del mismo color, junto está una media pared de donde cae una cascada con luces azules.

Al lado derecho está nuestro bar, y adelante del bar está la cochera donde hay dos carros deportivos, uno negro y otro blanco. Al otro lado de la media pared está el comedor, es una mesa para diez comensales, la madera es negra para que haga juego y no se pierdan los colores. Hay un ventanal que da vista al jardín, en este hay una mesa de cristal y sillas.

Junto al comedor esta la cocina, está al otro lado de la pared del bar. Es bastante grande, de hecho, hay otra mesa ¿Quién usa el comedor en realidad?

Hay otro ventanal que te da una hermosa vista al bosque, aunque a veces da un poco de miedo. A mano derecha subiendo las escaleras esta un tercer cuarto, el más grande de todos, tiene una cama King size, una pantalla en la esquina derecha, y un par de muebles con lámparas.

Junto a la cama hay un pasillo que te conduce a un baño solo para este cuarto con otro ropero pared. La verdad creo que es demasiado grande para nosotros dos, pero debo admitir que me gusta, cuando dejemos esta investigación le diré a Dante que quiero una casa así, o más reducida para una familia pequeña. Una familia...

Me siento muy sola si Dante no duerme a mi lado, tenerlo, o más bien, tenerme en sus brazos me calma bastante, acostarme encima de él sobre su pecho mientras sus yemas de los dedos acarician ligera y suavemente mi espalda desnuda, me consuela de sobre manera, sentir su corazón palpitar al mismo tiempo que el mío me hace pensar que tal vez, y solo tal vez, estemos conectados por un hilo rojo.

Sentir su calor fundirse con el mío es algo que me encanta experimentar, que me sostenga entre sus brazos, querido diario, es la experiencia más hermosa que jamás había sentido en mi vida.

Diarios de Guerra I :  Sobrevivir © [Completa, Re-Editanto] Gracias JeffsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora