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Z E D E Q U I E L

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Z E D E Q U I E L

Abrió los ojos lentamente. El frío había sido reemplazado por un calor de fogata y estaba abrigado por mantas afelpadas. Ella recuerda haber estado alrededor de los árboles temblando miestras sus pies perdían fuerza, y al abrir los ojos estaba frente a una fogata, arropada y con unos ojos azules mirándola con curiosidad.

—¿Estás bien? —, el joven de ojos azules estaba muy cerca de tu rostro. ¿¡Y su espacio personal¡?. Ese chico sin duda no conocía esa palabra.

Scherlott se levantó del suelo, aunque el "suelo" no podía ser tan sueve, estaba más bien sobre una colcha. Asustada miró su alrededor, no estaba donde recuerda, era una cabaña de madera y con unos cuantos muebles. Una cabaña no muy grande pero acogedora y capaz de retener el calor de la fogata.

—¿Dónde estamos? ¿quién eres? —, a pesar de su miedo, que no admitiría, sus palabras sonaron serias pero naturales y sin tartamudeo.

—Te encontré en medio del bosque, estabas cubierta de nieve y muy palida. Decidí traerte  mi casa, enserio estabas muy mal. ¿Te sientes mejor?

Scherlott quitó las prensas pertenecientes al joven ojiazul, descubriendo que su ropa estaba rasgada dejando ver sus piernas con pequeños moratones y parte de su abdomen con rasguños. Además de vendaduras en sus nudillos y en su brazo derecho.

—Enserio estabas herida, creo que caiste de una gran altura —, Scherlott recuerda haber resbalando de un pequeño bulto de nieve, cayendo sobre rocas y pedazos de madera congelada. —Tuve que curar tus heridas, no toque nada más.

Scherlott miró con recelo al joven desconocido y suspiró pesadamente. Trató de remendar sus prensas y busco la salida. No podía perder tiempo con un desconocido. Al encontrar la puerta de salida, el sujeto detuvo sus pasos.

—Mi nombre es Zedequiel, por cierto.

—No pregunté tu nombre —, Scherlott sintió un intenso dolor en su nuca para posteriormente marcarse y sujetarse de la pared cercana.

—Y-yo...

Scherlott analizó los movimientos del ojiazul, notando su parecido con Logan a excepción de los ojos. El llamado Zedequiel tenía labios gruesos y rasgos finos, piel apiñonada  cabello café. Scherlott repentinamente recordó a Logan.  Sus noches con él, sus labios carnosos, su piel suave y por supuesto, su timidez.

Recordó que estaba perdida en el bosque, no podía salir sin dirección. Talvez el ojiazul podría ayudarla.

—¿Vives aquí? —, dudó miestras le daba la cara a Zedequiel.

—Por ahora si. ¿Puedo ayudarte? Puedo ver que estás perdida —, sugirió.

—Podrías servirme de algo, quizá.

El avión aterrizó correctamente. Dentro de el un preocupado rubio cenizo y junto a el un adolescente con dudas y miedo.

Eliott condujo a Logan hacia la una lujosa mansión de tres plantas, reluciente color magenta con toques negros, donde esperaba indicaciones hombres armados con vestimentas negras.

—¿No te dijo dónde podía encontrarse?—, pregunta Eliott.

—No.

Después de la llamada Logan corrió a informarle a Eliott, él decidió que deberían rastrear el teléfono con el cual Scherlott llamo, así que volamos hasta Rusia, en el avión privado de la familia Smith.

—Rastrea el teléfono —, les ordena a uno de sus hombres.

Eliott contó que difunto padre de Scherlott decidió instalar una mansión aquí, en Rusia, para negocios. Y que nos quedaríamos en esa mansión hasta que encontramos a Scherlott. 

Caminaron hasta llegar al gran portón. La puerta se abrió dejando ver a una mujer de mayor edad. Tras ella mujer cabellera negra.

—¿Debora?

𝕽𝖊𝖎𝖓𝖆 𝕸𝖆𝖋𝖎𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora