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H E R E D E R A

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H E R E D E R A

Tenía que tratarse de una mala broma. En serio. El rostro del joven de pelo gris se descompuso cuando de los labios rojos de Scherlott salió la palabra temida. Esa de la que le habían advertido meses antes de caer por completo a los pies de la rubia.

Sintió una punzada en su estómago, su respiración exaltada, pero trató de guardar la compostura. Había tratado de no pensar en Scherlott, pero recordar la noche que pasaron sintió su rostro arder hasta las orejas.

Scherlott se removió, su pelo rubio cenizo cayendo como cascada sobre su espalda, mordiendo su labios inferior miestras asesinaba al joven con su mirada.

-¿Quieres comer algo más?-, dijo amablemente el chico ignorando los rápidos latidos de su corazón y el sudor en su espalda por el nerviosismo.

-No, nada-. Respondió indiferente.

-Tu sabes que me gustas, y quería pedirte...-comenzó diciendo nervioso-. ¿Quieres ser mi novia?-, dijo rápidamente cerrando los ojos Liam. -Enserio me gustas y quisiera que fuéramos más que amigos-, concluyo.

Scherlott solo miraba atentamente, la risa no podía ser ocultada más, y solo río un poco.

-No-, dijo seria.

-¡¿No?!-, preguntó impactado, ninguna chica lo había rechazado antes, pero bueno era de esperarse si hablamos de Scherlott-, ¿por qué?

-Solo no, no quiero ser tu novia -, repitió-. ¿Qué te hace pensar que quiero estar contigo? No eres sincero, ni siquiera contigo mismo. Me importas muy poco, hombres como tú hay muchos en cada esquina.

-Scherlott...-Ella se levantó y salió del café donde estaba, dejando al pobre chico sin palabras.

No sabía porque estaba tan enojada.

Sabía que no tenía que estar de tan mal humor, después de todo ella ilusionó al de pelo gris hasta llevarlo a la cama. Tampoco entendia que hacía a su vida tan miserable. Tenía una buena casa, recientemente había terminado la preparatoria y en unos meses comenzaría la Univeridad, el negocio familiar iba de maravilla. ¿Qué era?.

Llegó a la mansión Smith, donde Eliott esperaba en la entrada. Rodó los ojos y continuó el camino a su habitación. El moreno la persiguió hasta logras sujetaron con fuerza.

-Scherlott, tenemos que hablar -, Eliott soltó el agarre. Scherlott comprendió la seriedad y siguió al antes mencionado a la oficina, donde casi nunca entraba y no porque no lo tuviera permitido, si no porque en esa oficina su padre trabajaba pasando noches enteras atendiendo asuntos de la Mafia Smith.

-Eres heredera de la Mafia Smith, tienes que aceptar tu posición. Yo ya no puedo alegar por ti.

La expresión enojada de Scherlott desapareció cambiando por una de confusión.

-Y-yo... ¿De qué hablas?

-Ya no eres una niña, estás por cumplir dieciocho.

-¿Planes dejarme sola? -, los ojos de la rubia se criztalizaron a segundos de llorar -, ¡prometiste que dejarte conmigo!

-Yo nunca he dicho que me alejaría, se que me necesitas. De este mundo prácticamente no sabes nada, no sabes en absoluto de la Mafia. Pero tu lugar como heredera -, explicó tomando las manos delgadas de la más joven.

-Debora, ella es la heredera legítima. Es la primogénita.

-Debora se niega, renunció a su posición. Eres quien debe levantar la Mafia Smith, levantar el apellido de tus difuntos padres.

-¡No! ¡No quiero! -, se rehusó corriendo a su habitación.

Eliott preocupado la siguió al mismo pasó logrando estar detrás de ella. Cuando entró en la habitación, que era color gris y blanca, se acercó lentamente mientras trataba de tranquilizarla con la mirada. Acomodandose a su lado y rodeando con sus brazos el cuerpo pequeño de Scherlott, alejando mechones de cabello de su rostro, ella no tardó en apegarse a él como lo más seguro que tenía. Luciendo como una niña inocente y lastimada.

Eliott no podía dejarla así, aunque no se sentía capaz de acercarse más. Tenía que protegerla, aunque era hora de dejarla aprender de la cruel vida.

Era hora de poner en práctica las horas que pasó entenandola, enseñando estrategias te ataque durante todos los años que pasaron después de la muerte de sus padres.



𝕽𝖊𝖎𝖓𝖆 𝕸𝖆𝖋𝖎𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora