54 - La fiesta de Mahe! (parte 4)

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-Tío, no quiero que intentes nada con Zelda- la voz de Rubius se oía en bajo

-Joder, es guapa la chica…- decía Óscar -No me digas que no intente nada si está soltera- dijo, y un silencio incómodo se formó entre los dos -Yo veo su canal, ¿sabes? Es muy buena con los juegos de terror, es el tipo de chica con el que estaría-

-Te lo pido Eddy, como amigo, no intentes nada. Por favor- en aquel momento, no sabía como sentirme. Rubius le estaba pidiendo que no intentara nada conmigo. Alucino -Es por cosas personales…-

Decidí irme de allí. Había oído suficiente, al menos por aquel día. Hice como que volvía del baño, y me senté en la mesa, pensando cómo me comportaría cuando estuviesen los dos a mi lado. Actuar normal sería lo mejor, pero no soy normal (¿desde cuando lo soy?) asi que simplemente, me conformaría con comer.

Conforme iba avanzando la comida, los dos amigos, tanto Eddy como Rubius, hablaban como hermanos, y he de decir que aquella conversación fue apartándose poco a poco de mi mente. Comenzamos el postre, por lo que yo me pedí un cucurucho de sabor nata. Lo comía como siempre, pero algo se cruzó en la mente de Rubius, y de la nada, babeaba.

-¡Rubiuh, la baba!- gritó Mangel, a lo que no le hizo ni caso -¡Rubiuh!- volvió a gritar, y al ver que no le hacía caso, le tiró un pequeño trozo de pan

No hay más que contar, salvo que nos echaron del local por una guerra de comida. Muchos acabamos bañados en vino, entre ellos yo, y con pequeñas trazas de comida masticada por todo el cuerpo que nadie sabe de donde salieron.

Fuimos de vuelta a casa, entre risas, chistes y música dubestepe. Nos reímos bastante de nuestro aspecto, y finalmente llegamos cada uno a su casa. Pero, de nuevo, cuando llegamos a casa de Rubius, éste quiso volver a acompañarme otra vez a mi casa.

-Tíos, voy a acompañar a la Zelda Azul a casa- dijo Rubius -ahora vengo-

-¿Otra vez me tienes que acompañar?- pregunté -soy mayorcita, sé donde está mi casa- dije, pero en el fondo, deseaba que me acompañase

-¿Y si te pasa algo? No, yo estaré aquí para preotegerte-

-Seguro,.. ¡GAAAAAAAAAAAAYYYY!- dije, rodando los ojos, a lo que los demás rieron

-Soy un princeso. PRIN-CE-SO. Entérate- dijo

A partir de ese momento, no pude más y me lancé a reír. Era algo que me superaba. Me despedí temporalmente de Mangel, y justo cuando iba a darle los dos besos en las mejillas a Eddy, noté cómo algo se clavaba en mi nuca con dolor. La mirada de Rubius. Sonreí, y juntos los dos, nos fuimos hacia mi casa. Por el camino, estuvimos recordando un montón de cosas, además de hablar de paridas y de lo que teníamos pensado aquella noche hacer. Y, justo en ese momento, me di cuenta de que no le había entregado mi regalo a Mangel.

-Mierda…- dije, cuando estábamos a medio camino, parándome en seco

-¿Qué pasa?- preguntó Rubius preocupado

-No le he dado mi regalo a Mangel…- dije -¿Y ahora cuando se lo doy?- le pregunté

-Fácil- dijo, y a continuación sacó su móvil, un IPhone 5. Yo lo miré sorprendida, y ví como abría el Wassap de grupo, el del regalo de Mangel, y ponía un simple mensaje: “Como no hemos tenido tiempo de darle los regalos a mi Mangel, venís diez minutos antes y se los dais. O simplemente, me los dais a mí y yo los coloco en el salón”

-Joder, qué facil arreglas tú los problemas- dije, suspirando, con una media sonrisa

-Zelda, te diré algo- dijo, y empezó a andar de nuevo hacia mi casa -Si tu problema tiene solución, ¿de qué te preocupas? Y si tu problema no tiene solución, ¿de qué te preocupas?-

-Waoo- dije. En verdad eran unas buenas palabras

-Sep… lo saqué del tumblr- dijo. Adiós magia

Le pegué unos cuantos golpes cariñosos en el hombro, a lo que los dos nos reímos. Seguimos el camino a casa, hablando de cualquier cosa, como siempre, y me di cuenta que para la siguiente semana iba a cumplir ya un mes en Madrid. Me callé, decidí que sería una sorpresa, o al menos, lo pondría el lunes en un grupo de wassap. Pero, en esos momentos, lo único que quería era estar con él. Sus bromas, sus sonrisas, sus miradas, sus labios. Era simplemente él.

Cuando llegamos a mi casa, ni siquiera tuve que preguntar si quería subir. Simplemente, subió, sin decir nada, acompañándome hasta mi casa. Abrí la puerta, dejando que entrara, y lo primero que hizo fue ir a la cocina, cómo no, para coger un Monster. Sonreí mientras me metía en mi habitación y Rubius se sentaba en mi sofá. Estaba totalmente decidida a cambiarme ahí, y luego ya iríamos de nuevo a casa de Mantel y Rubius. Así, no estaría tan sola. En mi casa.

Me puse unas calzas blancas y negras con mis vans negras, el bañador violeta, un short y una camiseta de tirantes. Iba bastante bien, a decir verdad, y rematé la jugada con un sombrero de adorno. Cuando terminé de prepararme y de peinarme bien el pelo (tenía que echarme un producto para que el tinte no se vaya con el cloro de la piscina) pude salir al salón. Y allí estaba Rubius, tumbado totalmente en el sofá, con el Monster apoyado en mi mesita, viendo la televisión. Me aclaré la garganta para avisar que ya estaba ahí, y giró la cabeza.

-No sé cómo estás mas guapa, o vestida de fiesta, o vestida informal- dijo Rubius

-Cállate, idioto. Anda, vamos a tu casa, que te tendrás que preparar. Y hay que preparar los regalos de Mangel- dije, con cierto rubor en mis mejillas

-¡No me dejas disfrutar de mis momentos!- dijo Rubius mientras se quejaba como un niño pequeño -Pediré a Mangel que te venga a matar con su ejército de hipsters-

-¡No podrás! ¡Yo domino APPLE! ¡Muajajajaja!- dije, y Rubius me miró con una cara de “en serio?” -¿qué quieres? No se me ocurría nada…-

-Ya mejorarás, mi Zelda. Ya mejorarás- dijo

Dicho esto, empecé a buscar las cosas que tenía que llevar. Móvil, cascos, dinero, llaves de casa y el regalo de Mangel. Una vez con todo el arsenal, salimos de mi casa. Y de camino, pasamos por aquél parque. El parque del Gran Árbol Deku. Lo miré, y una brisa lenta y veraniega me impactó en la cara, haciendo que mi cabello volara. Todo estaba en silencio entre nosotros dos. Pero era un silencio agradable. Un silencio que valía la pena compartir.

No creo que deba decir más, pero desde ese momento consideré a Rubius como algo más que un novio. Es decir, ¿y si todo salía bien y acabábamos… ya sabes, casándonos? Sería muy disparatado, pero el chaval tiene todo lo que a mí me gusta. Y nos complementábamos. En serio, lo pensé. El silencio y mis pensamientos hicieron que el tiempo pasase tan rápido como el correcaminos, y no me enteré cuando llegamos a casa de Mangel hasta el momento en el que estuve sentada en el sofá.

Sacudí mi cabeza, y miré la televisión. Me había quedado totalmente empanada. Miré la hora, iban a ser las 18:00. Faltaban exactamente cinco minutos, y justamente a esa hora nos reuniríamos todos en casa de Mangel para después ir hasta donde celebraríamos la fiesta. Y, justamente a las 18:00, una hora de Youtubers entraría en casa de Mangelrogel y le daría un montón de regalos. Estuve repasando los regalos de los demás, hasta que sonó el timbre, y caí en la cuenta de donde estaba. En casa de Mangel. Sentada al lado de Eddy.

La Chica Gamer [Rubius y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora