[capítulo 5]✔

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El sonido de un timbre me sacó de mi sueño profundo. Al sentir el ruido me senté en la cama. Mire el reloj pensando en que me habia quedado dormida, pero recién era la una de la tarde. Quizás lo había soñado. Estaba por volver a acostarme cuando volvió a sonar. Salí disparada de la cama y corrí hasta el portero.

-¿Si?

-Soy Estefan Alvarado. -Ok, ¿Qué hacía mi jefe, un sábado y en la puerta de mi casa?

Colgué el portero, tomé las llaves de la repisa y abrí la puerta.

-Disculpe que lo atienda así, es que no esperaba verlo hasta el lunes.

-No se preocupe señorita Green. Es culpa mía por venir sin anunciarme.

-¿Gusta pasar? -pregunté a la vez que me aparté de la puerta.

-Si, muchas gracias.

-Pase y pongase cómodo. -Digo cerrando la puerta una vez que él ingresa- ¿Gusta tomar algo? ¿Agua, café, jugo de naranja?

-Un jugo está bien, gracias.

Fui hasta la cocina, le serví un vaso y volví a la sala.

-Si me espera un minuto que me pego una ducha rápida y me pongo un poco más presentable, me podrá explicar que lo trajo hasta aquí.

-Por supuesto, vaya tranquila.

-Si quiere puede prender la tele así no se aburre en lo que regreso. -Digo desde la pieza tomando todo lo necesario.

Diez minutos después volvía a la sala con una bandeja con una taza de café y tostadas.

-Disculpe la demora. -Digo tomando asiento frente a él a la par que agarro mi taza y me la llevo a los labios- Pues usted me dirá en que puedo ayudarlo.

-Bien señorita Green, el motivo por el cual me encuentro aquí es que quiero proponerle un negocio.

-¿Un negocio? ¿De que tipo? -pregunté insegura.

-Pues verá, es un tema algo delicado. El otro día en el almuerzo con mis padres, mi padre en específico, me amenazó con que me desheredaba de la fortuna familiar para dársela a mi hermanastro, un completo inepto el cual la perdería en menos de lo que canta un gallo si para antes de finales de este mes no le presentaba una novia formal.

-¿Y que tengo que ver yo en todo esto? -Digo sin entender aún que era lo que necesitaba de mi.

-Después de roerlo bien y estar realmente seguro, lo que se me ocurrió fue que usted fingiera ser mi novia ya que es en la única mujer que confío, por supuesto se haría el contrato pertinente por un tiempo estipulado y se le aumentaría el sueldo.

-¿Por cuanto tiempo en si sería el engaño? -Pregunto intentando asimilar la información.

-Sería por un año. Deberemos salir en público, a reuniones familiares, viajes de negocios entre otros eventos.

-Bien, si no le molesta quisiera pensarlo un poco antes de tomar una decisión. -Pues un año era un plazo algo largo.

-Lo dejo que lo piense, pero déjeme decirle que necesito su respuesta lo más pronto posible ya que mañana a la noche me esperan mis padres para cenar y les dije que iría con usted.

-Ok, eso no me deja mucho margen para pensarlo. -Digo sintiendo la presión.

-Lo sé, pero fue lo único que se me ocurrió.

-Y digame... -Comienzo tragando saliva- ¿Por que yo y no una de sus tantas conquistas?

-Pues por que usted es diferente, es alguien real.

-Ok... si... bueno... en ese caso... -Comencé a decir meditando las cosas a toda maquina- Lo voy a ayudar. ¿Por un año?

-Por un año, el lunes le daré el contrato para que lo revise y lo firme. Demás esta decir que esto es estrictamente confidencial.

-Puede estar seguro de que lo será señor.

-Pues en ese caso aquí tiene una tarjeta, para que se compre algo para mañana a la noche, abrí una cuenta a su nombre.

-No hace falta... -Comienzo a decir pero él me interrumpe.

-Tomelo como un adelanto.

Luego de aceptar la tarjeta, ambos nos levantamos de los sillones y nos dirigimos a la puerta de calle.

-Mañana nos reuniremos temprano para charlar un poco y conocernos un poco más y el lunes le explicaré en profundidad todo.

-Perfecto.

-Y señorita Green, muchas gracias. -Dijo y se giro rumbo a donde se encontraba el auto.

Se subió, lo puso en marcha y desapareció.

Me senté de nuevo en el sillón a meditar lo que acababa de suceder.

Era una locura lo que acababa de suceder, ¿Mi jefe me acababa de pedir que fuese su novia de mentira? Ay, Dios mio en que me metí. Es obvio que este absurdo plan está destinado a fracasar. No debí decirle que si. Además la paga que recibo por mi trabajo no es mala, me alcanza para vivir cómodamente y no privarme de casi nada. Quizás el escuchar la desesperación en su voz fue lo que me llevó a ayudarlo. Ahora no solo sabia que era mujeriego y despiadado, sino que encima de todo adoraba el dinero.
Luego de contemplar la tarjeta dorada en mis manos por varios minutos más, aún seguía pensando que era una locura el trato que había hecho.

Me levanté del sillón después de un rato y comencé a prepararme para ir a buscar a mi mejor amiga.

Contrato con un demonio.® Parte I,✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora