Angel de la Noche

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La noche cubria todo el bosque cerniéndose cada vez mas en cada rincón de todo el panorama fresco y siniestro que en ese momento se encontraba contemplando con detenimiento. La copa a medio llenar de Weasey; que era su bebida favorita ondeaba al ritmo de su mano adornada con un anillo peculiar con el escudo de su familia con motivos plateados, mismo que a la vez engarzaba una piedra preciosa que por su color y forma daban la impresión tan característica de alcurnia y buen apellido, pues el lapislázuli a pesar de no ser una piedra del todo costosa podría camuflarse ante las miradas aristócratas de toda fiesta.

¿Estaba hastiado?, ¿Confundido?, o simplemente rendido de aquellas noches en las que sin piedad alguna desangraba a sus presas seduciéndolas hasta la locura, hasta el deseo mismo de una noche con aquel cuerpo precioso y caucásico que portaba su ya tan reglamentaria camisa negra de satin como su chaqueta de cuero. Esa respuesta no la sabía, pues siempre que se ponía a analizar esa perspectiva caía a la cuenta de una sola cosa. Su amor y deseo por Elena Gilbert, pues como toda devoción retorcida las consecuencias eran severas al grado de cometer atrocidades que en sus épocas doradas eran dignas de renombre vampirico.

-No te sentí llegar Stef, ¿Acaso Giuseppe no te enseñó modales?, no por que seas vampiro quiere decir que pueda adelantar tu… presencia hermano- Indicaba Damon sentado mirando hacia el ventanal donde una luna aperlada le hacía compañía.

-Solo quería comprobar que no hicieras de las tuyas Damon, tu sabes que debemos tener un bajo perfil y por lo cual no te puedes dar el lujo de morder a cuanta victima se te ponga enfrente en Mystic Falls-  Stefan se sentaba en uno de los sillones de tactopiel oscuro sirviéndose una copa de vino tinto, pues a diferencia de su hermano le gustaba un nivel de alcohol mucho mas bajo para conservar la cordura.

-Siempre de aguafiestas, además tu sabes que se borrar mi rastro, no soy como tu cuando veo o huelo la sangre humana hermanito- Damon se levanto y camino hacia la licorera para servirse un poco mas en su copa -No necesito una terapia de Sangrólicos Anonimos como Elena te la ha dado estas últimas semanas, por cierto.. le has dicho que te encanta el ajo?.. Simple dato hermano- El joven vampiro pelinegro se sentaba frente a el para reírse un poco sobre los habitos alimenticios que caracterizaban a Stefan, lo consideraba un "vegetariano" patético y arrepentido, cosa que le repugnaba pero a la vez le divertía, pues con eso podría burlarse hasta el cansancio.

-Como digas Damon, solo que si algo pasa tendre que encerrarte como aquella vez, asi que espero que te comportes o no querrías de nuevo estar encerrado en el calabozo, dicen que incluso el aroma de la verbena con el tiempo puede ser intolerable- El castaño esbozaba una sonrisa dando un trago generoso a su vino tinto para después levantarse con la intención de irse. Tenía que ir a la escuela ya que la practica de Rugby sería a primera hora y no deseaba dar una mala impresión al nuevo entrenador que precedió al profesor Tanner.

-Oh Stef, una cosa mas..- Indicaba Damon. -El asunto de Elena es asunto, digamos que olvidado.- Sonreia a la par de dar otro trago a su bebida mientras que el vampiro castaño arqueaba una ceja.

-No es por no desear creerte hermano pero tu palabra ha dejado de tener validez desde cuando… 1864?-

-Pues creelo o no tu adorada noviecita no esta ya dentro de mis prioridades, sabras que era mi forma de hacerte la vida imposible incluso aquí pero descubrí que ella … te ama como Kate Winslet en la película Titanic.- Reia un poco.- Por cierto, que bueno que extravié el boleto, es en serio, uno nunca sabe cuando un trasatlántico pueda chocar contra una roca de hielo en estos días.—Suspiraba exagerado. -Triste deceso y sangre desperdiciada, bueno, a menos que te gusten los raspados de sangre- Volvía a soltar una risotada haciendo alusión a los cuerpos congelados que quedaron esparcidos en el mar a raíz de tan trágico suceso en los inicios del sigo XIX.

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