La Doppelganger

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El suspenso se cernía en toda la cámara donde aquella pareja de enamorados habia sido sepultada; los hibridos rodeaban el lugar observando retantes  al vampiro pelinegro quien todavía empuñaba sus manos en la espera de que no le pasara nada a Hermione. Se encendieron unas cuantas antorchas alrededor del lugar iluminando las tumbas de cemento y cantera que encerraban los cuerpos de la tan afamada pareja romántica de todos los tiempos.

Silas aún observaba con detenimiento a la castaña con aquel brillo en los ojos de un hombre enamorado; esbozaba una sonrisa y relamía en pausas cortas sus labios debido al júbilo que su corazón sentía al tener de nuevo cerca a la mujer que había amado desde siempre. Hermione seguía en estado catatónico al mirar de reojo el retrato de Juliette Capuleto; una chica con el cabello rizado y ataviada de las mejores galas que su alcurnia le otorgaba, un vestido con motivos rosas y dorados con sus manos enguantadas y entrelazadas mirando de una manera dulce y apacible.

Damon no podía creer lo que sus ojos contemplaban, pues no pudo evitar hacer la comparación con Katherine Pierce y Elena Gilbert, dos mujeres exactamente iguales nacidas en épocas diferentes. Resopló un poco y volvió a mirar a Hermione quien todavía seguía fijada en el retrato no dando crédito a lo que sus ojos observaban, tan solo caminó un paso al frente haciendo con esto que los hibridos adoptaran una posición de batalla.

-Quietos perritos solo vengo a decirle algo a Julieta- En ese instante la castaña le lanzaba una mirada asesina pero al mismo tiempo obsrvaba e reojo a Silas quien con los brazos cruzados tan solo esperaba que ella recobrara los recuerdos del pasado.

-Yo no soy Julieta, ella murió junto con él hace mucho tiempo, y si me lo preguntan tampoco creo en la reencarnación- Espetaba Hermione pero el inmortal adelantaba el paso para tomar la mano de la chica y besar su dorso.

-Os explicare el motivo de vuestro desconcierto mi amada- Suspiraba un poco para despues caminar hacia el cadáver de su amor condenado que yacía en restos en una de las tumbas con sus manos huesudas, escuetas y secas sobre su pecho. Cerró los ojos recordando las ultimas veces que la vió en vida tan jovial y hermosa como siempre.

-Yo no creía en la existencia de los doppelganger hasta que conocí a Katherine, de la línea Petrova- Suspiró un poco y se dirigió de nuevo hacia Hermione quien ahora se daba cuenta de algo particular, pero se negaba a creerlo puesto que le parecía descabellado ser una de esas líneas o siquiera pertenecer a un linaje tan arraigado; ella solo era hija de unas personas comunes y corrientes dedicados a la odontología.

-Quieres decir que Hermione es la doppelganger de Julliette- Preguntaba Damon dubitativo arqueando la ceja lo suficiente mientras que el inmortal solo esbozaba una sonrisa triunfante.

-Pude ayudarme con una bruja para que el linaje de Juliette pudiera otorgar un cuerpo donde resucitara y consumar lo que el mundo jamás nos permitió, nuestro amor- Dijo contundente recargándose en su propia lapida con la mirada fija en la castaña quien todavía seguía en shock por la noticia que acababa de recibir.

-Yo no se quien eres, solo te he visto en sueños y no significa que sea o tenga ascendenica de tu novia Silas- La castaña por fin lo enfrentaba pero aquel hombre solo se concentraba en ese par de orbes acaramelados llenos de recelo, que por mas renuentes a su amor estuvieran se miraban hermosos y totalmente llamativos.

-Tu eres su doppelganger.- Explicaba el inmortal.

-No es posible.

-Claro que es posible, tu desciendes de la familia Capuleto que como todo en los arboles genealógicos llego a expandirse hasta Londres.

-Pero Julliette no tuvo hijos, a menos claro que la dejaras embarazada- Indicaba Hermione confiando en su sentido común todavía.

-No es necesario fecundar a un Doppelganger mi querida hermosura- Caminaba un poco mas para colocarse frente a ella haciendo que Damon tratara de adelantarse pero en ese instante el vampiro sintió unos brazos que lo sometían para no acercarse a su señor.

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