Te obsequio el momento

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Aparecieron en la sala de estar donde la chimenea todavía tenia algunos restos de cenizas y hollín en señal de que había sido consumida casi en su totalidad. La sensación para el vampiro pelinegro fue horrible; como si revolvieran todos sus órganos en una gran batidora de leche, en cambio la ojimiel solo podía pensar en una sola cosa. Curarlo.

Damon continuaba abrazándolo pero al darse cuenta de su malestar la apartó con brusquedad para soltar un vómito de color sangre oscura parecida al petróleo. No le importaba manchar la alfombra persa que hacía mucho tiempo habían comprado para adornar la vivienda. Hermione se pasaba ambas manos por la frente caminando de un lado a otro para después tomar al vampiro de la cintura y ayudarlo a ir a su recamara.

-Te pondrás bien Damon… te pondrás bien- Ella repetía infundiéndose confianza mientras que el otro solo sentía nauseas, ganas de vomitar, un escalofrío que recorría a gran velocidad todo su cuerpo de pies a cabeza. Sudaba helado, su vista era borrosa y lo que deseaba era tocar su cama para poder descansar algo. Anteriormente había vivido esa sensación que no fue nada agradable, aunque afortunadamente Stefan le había llevado la cura. La sangre de Klaus.

-Te preocupas demasiado… para ser inglesa, ¿Nunca te lo han dicho?- El pelinegro sonreía a pesar de la debilidad haciendo que ella sonriera un poco.

-Hay un par de amigos míos que opinan exactamente lo mismo y … también son ingleses.

-Te refieres a ese tal… Henry y Jhon?- Respondia el vampiro tosiendo con suma fuerza haciendo que la castaña sintiera el doble de dolor que el, pues su aspecto era más palido que en las horas anteriores. Se dio prisa para poder abrir la puerta y colocarlo debidamente en la cama.

-Se llaman Harry y Ron- La chica observaba que el cabello y el atuendo colonial los tenía empapados de sudor, tocaba su frente descubriendo que ardía como una llamarada. -Oh Damon.. estas caliente.

-Entonces…- Tosía un poco. -Huye de mi… estoy que ardo.

-Damon!

-Bromeo linda… solo bromeo…- El vampiro cerraba sus ojos un momento mientras ella trataba de que no durmiera, pues era mas complicado si sus sentidos estaban aletargados. Hermione le quitaba el saco con mucho cuidado manejándolo como si fuera un muñeco y al mismo tiempo le retiraba la camisa para que tuviera el pecho desnudo. No era bueno que se quedara con la ropa humeda ya que sería contraproducente.

-Estas… abusando de mí Hermione?- El pelinegro sonreía torcidamente aún debilitado pero la castaña tan solo negaba con la cabeza en señal de ligero fastidio. No cabia duda que ese hermano Salvatore era de lo más testarudo.

-Necesitas estar a temperatura ambiente para que tu transpiración se evapore.

-Entonces… debo también quitarme esto- El vampiro desabrochaba el botón de su pantalón y la ojimiel tan solo lo detenía sosteniéndolo del brazo.

-No seas loco Damon, te quitaré las botas, debes estar lo más fresco posible. -Ella se dirigía a sus pies retirando con suavidad las botas que los cubrían, mientras tanto el vampiro comenzaba a temblar un poco más sintiendo un frío de perros, sus manos parecían gelatina y la sabana comenzaba a humedecerse con su transpiración.

Hermione no sabía como actuar en estos casos, pues de haber sido uno de sus amigos podría suministrarle poción revitalizante con algo de infusión de ajenjo para cicatrizar las heridas pero en el caso de vampiros se consideraba una primeriza. Caminaba de un lado al otro pensando en la forma de poder curarlo mientras miraba la tina de porcelana que servía para que el chico pudiera bañarse.

-Te gusta… mi habitación?, esa tina es… de Italia, la traje en uno de mis viajes por los años treinta.- Decía el pelinegro entrecerrando los ojos y tratando de mantenerse despierto.

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