Cueste lo que cueste

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Definitivamente todo aquello le estaba cabreando de una manera inexplicable, sentía que todo su ser se llenaba de ira al volver a recrear la escena donde la castaña con rostro angelical rechazaba su invitación a cenar considerando que se había rebajado al nivel de un estudiante nerd al intentar invitar a una animadora de escuela. Se pasaba frustrado su mano derecha por el oscuro y tupido cabello con sus ojos llenos de furia contra el hermanito de Elena.

La sala de estar tan tranquila como siempre era testigo ferviente del ego quebrantado de Damon Salvatore y como siempre le propiciaba una buena bandeja con el suficiente licor para calmar su ansiedad. En realidad deseaba una presa sabrosa de medidas curvilíneas perfume caro y yugular blanda para poder hincar el diente para succionar hasta la última gota de vital liquido escarlata.

No, esto definitivamente estaba fuera de contexto, pues no había pasado ni siquiera con Elena Gilbert, la joven doppelganger  Petrova de la cual había estado enamorado por un tiempo siendo la manzana de la discordia con su hermano Stefan. Volvía a observar la luna, era imposible que la dulce chica que lo había rescatado resultara ser una terca, pedante, feminista y rechazadora siendo que esa noche le brindaba una sonrisa que nadie le había regalado en mucho tiempo; o si, solo una, Elena. Pero ella debía quedar en el pasado cediéndola a los brazos de su hermano, pues a lo largo de los días y muy a su pesar descubría que los lazos familiares eran mas fuertes que un amor imposible y prohibido.

Se servía una copa de licor bebiéndola hasta el fondo, y seguida esa otra mucho mas llena que la anterior hasta jactarse de alcohol y olvidar por lo menos la necesidad de alimentarse; quizá de follar con una mujer de manera salvaje y desenfrenada como su cuerpo y su miembro masculino lo requerían. No, debía esperar, pues se consideraba mucho más inteligente que la chica advenediza ahora llamada Hermione Granger.

-Hermione- Lo había pronunciado mal, pues ese nombre no era precisamente uno que se escuchaba con regularidad. -Que me diste Hermione Granger- Suspiraba de nuevo tratando de responder esa pregunta.

No podía describir otra sentimiento mas que la fijación, pues desde aquel dia se había convertido en parte de sus sueños más eróticos, imaginándosela al otro extremo de su bañera con su cuerpo bien delineado untado con algo de espuma, su cabellera castaña mojada callendo sobre sus hombros y el agua tibia cubriendo la mitad de sus senos dejando sus pezones a la imaginación. Si, tenía otra erección en ese momento y no podía evitarlo, pues como todo vampiro se debía a sus instintos mas bajos, la necesidad de sangre y carne reclamaban su presa suculenta.

Se relamía los labios cerrando sus ojos para recrear el cuerpo de Hermione a su lado acariciándolo por la espalda recorriendo todo su ser hasta desnudarlo. Damon Salvatore comenzaba a tocarse por encima del pantalón proyectando las manos delicadas en su entrepierna, su abdomen, acariciaba con las yemas de los dedos su boca en forma lenta, como si en verdad aquella británica estuviese presente. Pero no, ella estaría en otro lugar con aquel mocoso castrante y suicida de Jeremy Gilbert.

-He dicho que esto no se queda asi… Seras mia Hermion, Hermione cueste lo que cueste- Pensaba un poco en ese hecho pero también se le venía a la mente aquella noche en la que la había acompañado en su apartamento. Le quedaba claro que era una bruja pero no sabía de que tipo, y no tenía a Bonnie Bennet para esclarecerlo.

-Ministerio… Ron… Harry… Draco…- Repetia esos nombres sentándose en su sillón dando un trago generoso a su copa de licor.

-Son sus amigos..—En ese momento abría los ojos para darse cuenta de un dato importante. Recreaba de nueva cuenta la noche en la que casi perdía la vida y esas palabras extrañas como conjuros que recitaban para someter a los híbridos. -Carajo, hay alguien más detrás de todo esto..—Se levantaba de su asiento cayendo a la cuenta de que se trataba tal vez de una asciacion dedicada a capturar sobrenaturales con la fuerza suficiente de someterlos.

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