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Jueves 20 de septiembre de 2018

*Narra Valentina*

Llegué casi corriendo al club. Mi jefe ya está esperándome en la puerta trasera, por la cara que tenía, sabía que está enojado.

– Llegas tarde. – me mira con desprecio.

– Ya sé, disculpe, se me fue el tiempo volando, estaba con mi padre en el hospital. – expliqué.

– Eso no es un pretexto, quedamos en un acuerdo. – me mira furioso.

– Lo sé, pero también requiero tiempo para verlo... – ¿Cómo puedo bajar su enojo un poco? – Me quedare una hora extra. – dije sin más.

– Por supuesto que lo harás. – musita entre dientes.

Se hace a un lado para dejarme entrar, cuando paso por donde esta él, me da una nalgada. Es repulsivo. Lo miro de reojo y se esta burlando.

La puerta trasera da a unas escaleras en donde hay habitaciones y una de ellas es nuestro camerino. Solo somos strippers, no somos prostitutas. Por desgracia tengo que trabajar aquí para cubrir los gastos de mi padre que está en el hospital.

– Hola, Irina. – saludo a una de las chicas al entrar.

Ella es rubia, esta bronceada y tiene un cuerpo de infarto. Tiene el cabello rizado, al igual que la mayoría, por alguna razón nuestro jefe nos dice que lo hagamos.

– Hola, Val. – sonríe mirándome.

Sin decir más, saco mis cosas y me meto al baño para cambiarme. Hoy opté por un top y una diminuta falda, medias y tacones altos, debajo me puse un conjunto, todo en color negro.

Después de uno minutos ya me estoy dando unos últimos toques en mi cabello rizado, personalmente, me gusta tenerlo así para que sea un poco más difícil que me reconozcan en la calle, ya que siempre me lo plancho para salir a lugares que no sean aquí.

– Valentina, sales en dos minutos. – ordena mi jefe tras la puerta.

Yo bufo mirándome al espejo. No le doy importancia.

– VALENTINA. – grita exasperado.

Todas se me quedan viendo.

– Ya oí, ya oí. – digo sin ganas.

Ya no volvió a decir nada, se ha ido. Guardo mi labial en la bolsa y me pongo el antifaz. Por el nudo se me volvieron a desacomodar los chinos, me los acomodo y volteo con Irina.

– ¿Cómo me veo? – la miro mordiéndome el labio.

– ¿Quieres saber la verdad? – me mira de arriba abajo y yo asiento dudosa – Te ves espectacular. – sonríe.

– Maldita. – murmuro y ella sonríe inocente.

Salgo del cuarto que simula ser nuestro camerino, mientras voy llegando al escenario se escucha como Carlos, el presentador, alborotar todo el lugar al presentarme.

– Muy bien, señores, demos un fuerte aplauso a nuestra querida Valentina. – el barullo se empieza a hacer presente, solo se escuchan silbidos, aplausos y gritos aclamando que yo salga.

Carlos se hace para atrás y yo salgo del pasillo, él se va por donde yo vine.

Las luces bajan y la música empieza a sonar, primero lento y después va subiendo de tono. Respiro profundo, el reflector me apunta y yo empiezo a hacer mi rutina de baile.

Cuando mi baile termina, doy las gracias y entro al pasillo por donde entre, me encuentro a más compañeras, me dirijo al camerino. Irina va de salida.

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