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No sabía si realmente estaba pasando eso, creo que estaba comenzando a delirar a causa de ella.

Sentía algo de celos al saber que todos los hombres la miraban sin quitarle la vista de encima ni un solo segundo.

La canción terminó y la chica bajo completamente, para irse por donde entro.

Los hombres aplaudían, silbaban y gritaban pidiendo más, pero no volvió a salir. El hombre que había anunciado a Valentina volvió a subir al escenario.

– ¿Qué les pareció? – todos los hombres gritaron dando a entender que les había encantado – ¿Quién quiere más? – todos volvieron a gritar, pero ahora más fuerte – De acuerdo, tranquilos chicos, saldrá de nuevo nuestra querida Valentina, solo va a cambiarse de vestuario. Mientras pueden disfrutar un poco del casino. – él se retiró y todos los que estaba al rededor del escenario se dispersaron a los diferentes juegos.

No podía creer la perfección de Valentina. Me quede parado cerca del escenario un buen rato tratando de digerir lo que había pasado, o lo que había imaginado.

De pronto sentí unas manos en los hombros, me di la vuelta, era Joe.

– ¿Qué pasó, Santiago? ¿Te gustó? – asentí – ¿Te gustaría ir tras bambalinas? –me incitó.

– No sería lo correcto. – me moría por decir que sí, pero ante todo estaba mi educación.

– Te conozco, Santiago, vamos. – Joe empezó a caminar, pero yo seguía pasmado, Joe volteo – Sígueme. – dijo y volvió a caminar.

Entramos a un pasillo que conocía bien, había muchas habitaciones. Joe las usaba como almacenes. Nos detuvimos frente a una de las puertas.

– Suerte, Tigre. – guiño un ojo y me dio una palmada en la espalda.

Antes de entrar, toque la puerta. No recibí respuesta. Volví a tocar, esta vez más fuerte, supuse que por la música no pudo escuchar cuando toqué la primera vez.

Se escucho un "Pase" de aquella chica.

Abrir la puerta, alcance a ver un poco de su rostro en el reflejo, pero no lo suficiente para grabarme su rostro. En cuanto se dio cuenta de que era yo, rápidamente bajo la irada buscando el antifaz, cuando lo encontró, se lo puso de inmediato. Con lo poco que vi, no podría reconocerla por la calle.

– ¿Qué hace usted aquí? – dijo sin mirarme.

Buena pregunta, ¿Qué hacía yo aquí? Entre porque Joe me trajo, pero yo no tenía alguna intención de venir.

Solo me quede de pie sin hacer o decir algo.

– Hola. – un hilo de voz salió de mi garganta.

¿Qué te pasa, Santiago? Me abofetee mentalmente. No seas un idiota.

Me di cuenta de que ninguno de los dos nos miramos a los ojos. Yo solo trataba de imaginarme lo que había debajo de ese antifaz. La duda me empezaba a torturar.

– No hago privados. – dijo con indiferencia y se giro hacia mueble.

Aclare mi garganta.

– No vine por eso. – hablé un poco más seguro.

– Aun así, no tiene nada que hacer aquí. – me miro por el reflejo y se cruzó de brazos.

Estaba de espaldas a mí, la única forma de la que podía mirarle un poco era por el reflejo del espejo que tenia enfrente.

– Joe me trajo hasta aquí. – dije la verdad, pero a juzgar por la cara que puso, no me creyó.

– ¿Puedes irte? Me incomodas. – dijo poniendo un tono rojo intenso en sus labios.

SutraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora