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*Narra Valentina*

De inmediato contestó.

"No seas ingenua Valentina, ¿Crees que es por ti? Santiago está en donde está porque se lo merece. Deja de entrometerte en lo que no incumbe, si no quieres que Santiago y tú terminen como tu querido padre."

Me estremecí al leer el mensaje. Pero no me podía quedar de brazos cruzados.

"Pide lo que quieras, solo quiero que dejes a Santiago en paz."

Dude en enviar el mensaje, pero lo que quería era que dejaran libre a Santiago, y por él vale la pena poner mi vida en riesgo, sé que él lo haría por mí.

"Ya que te quieres hacer la valiente e insistes tanto, no me dejas elección. Nos vemos el mañana por la noche. Yo me pondré en contacto contigo. Ah, y te lo advierto, si llegas a cometer la estupidez llamar a la policía o simplemente decir algo, tu querido Santiago no volverá a ver la luz del día."

En un arranque de valentía respondí.

"De acuerdo."

Dejé mi celular en la mesa de noche y cerré los ojos para tratar de conciliar el sueño.

[...]

Jueves 31 de Octubre de 2018

Mi alarma sonó, a decir verdad, no pude dormir bien, tomé mi celular y tenía dos mensajes nuevos.

"Ve a esta dirección a las nueve."

El segundo mensaje era la ubicación, abrí el navegador y me di cuenta de que no quedaba muy lejos de aquí.

Me levanté y encontré a Chris en la cocina. La saludé.

– Qué bueno que despiertas, voy a entregar lo que me dijiste, cuídala ¿si?– miró a Nathalia y yo asentí.

Salió por la puerta y me quedé alimentando a la pequeña Nath.

Al cabo de más o menos hora y media llegó mi amiga.

– Listo, misión cumplida. – sonrió.

– Muchas gracias. – la abracé.

– Claro. – nos separamos – Solo dime algo. – me quede callada para que siguiera – Es por Santiago ¿Verdad? – me miró.

Asentí en respuesta.

– Solo ten muchísimo cuidado ¿Sí? No quiero que te metas en problemas. – me vio a los ojos y pude darme cuenta de que estaba preocupada.

Chris era por lo menos diez centímetros más alta que yo, así que incliné un poco la cabeza hacia arriba para mirarla.

– Seré cuidadosa. – sonreí.

Nos separamos.

– ¿Ya desayunaste? – habló mientras caminaba hacia la pequeña.

– No, pero primero me voy a dar un baño rápido. – sonreí, ella asintió.

No voy a negar que me daba miedo la idea de ir sola a ese lugar, no sé con quién me voy a encontrar, o si quiera si saldré viva de ahí.

Justo cuando salí del baño, me percaté que mi celular vibraba en la mesa de noche. Era una llamada. Contesté.

– ¿Hola? – dije un poco temerosa.

– Val, ¿Estas ocupada? – se escuchó la voz agitada de Aless.

SutraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora