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Viernes 12 de Octubre de 2018

*Narra Santiago*

Era viernes, la semana había sido más pesada de lo que habitualmente era

Todos los días, desde el martes, tengo reporteros afuera de mi empresa preguntando por la chica con la que salí el domingo. O sea, Valeria.

Yo sólo los ignoró y trató de pasar haciendo caso omiso de lo que dicen, preguntan y "afirman" de mí.

Con Valeria perdí contacto esta semana, no quería meterla en un problema.

Ya eran las ocho de la noche. Estaba demasiado cansado y frustrado, así no trabajo bien y me estreso más al no ser tan eficiente como quisiera.

Apagué la computadora y tomé mis cosas para irme. Mónic ya estaba por irse, estos días la había estado dejando salir temprano, al igual que yo.

– ¿Hay algo más que pueda hacer por usted antes de irme, señor? – dijo amable.

– Solo dile a Gabriel que necesito mi auto en la puerta trasera. Dile que nada más lo deje, que puede irse a casa. - bufé.

– Sí, señor. – dijo descolgando el teléfono.

– Buenas noches, Mónic. – dije y caminé hacia el elevador.

Cuando abrí la puerta, mi auto estaba ahí, subí y manejé. Necesitaba relajarme, y sabía perfectamente cual era el lugar correcto a donde ir.

Llegué y busqué un lugar para estacionarme, cuando lo hice, caminé a la entrada y el cadenero me dejo pasar casi de inmediato. La música retumbaba por todas las paredes.

Fui a la barra y pedí una bebida. Me senté en una mesa cerca del escenario, pasaron dos chicas y luego el presentador anunció a Valentina.

Cuando ella pasó, me levanté y me acerqué lo más que pude al escenario.

Me sorprendió su atuendo, nunca se había vestido de blanco, se veía fantástica. Parecía un ángel.

Todo el espectáculo no dejaba de mirarla, y ella me dedicaba una que otra mirada, como siempre, sus pasos eran los más sensuales posibles sin llegar a lo vulgar. Cuando terminó, se fue por el pasillo y entraron otras bailarinas.

Decidido ir hacia su camerino, toqué la puerta y esperé su respuesta. Contestó "Adelante". Abrí la puerta y entré.

Ella se sorprendió al verme

– No puede estar aquí. – dio media vuelta.

– ¿Te incomoda mi presencia? – dije observándola por el espejo.

– Sí. – bajo la mirada.

– ¿Por qué? – dije acercándome.

– Salga por favor. – se giró para verme de frente.

– No te escucho muy convencida. – me acerqué más.

– Llamaré a seguridad. – amenazó.

– Luces increíblemente sexy de blanco. – dije estando casi a centímetros de ella, haciendo caso omiso a su amenaza.

Sentí su respiración agitada. Sonreí y me acerqué un poco más pegándola a la pared. Apoyé mi mano derecha en la pared.

– ¿Qué es lo que decías? – dije pegado a su cuello.

No dijo nada, solo se mordió el labio y cerró los ojos mientras levantaba el rostro, permitiéndome un mejor acceso a su cuello. En el cual empecé a repartir besos.

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