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El sonido de mi celular me saco de mis pensamientos. Lo saque se mi bolsa del pantalón. Contesté sin mirar quien era.

– Diga. – contesto mientras salgo del elevador.

– Valentina, necesito que vengas de inmediato al club. – se escucha del otro lado mi jefe.

Veo mi reloj, diez con treinta. Aún hay tiempo antes de que Christina se vaya a trabajar para dejarme a Nathalia.

– ¿Puedo saber para qué? – me detengo en recepción.

– No, te quiero aquí de inmediato. – cuelga.

Demonios, ¿Qué le pasa? 

Firmo mi salida y entrego el gafete de visitas a la misma secretaria que me atendió. 

Salgo del edificio y camino un poco para esperar un taxi. Por suerte el director me dio más que dinero suficiente para ida y regreso.

De no ser porque estoy fuera de la universidad, sino, me hubiera tenido que salir de la escuela. Todo por no perder mi "empleo" y para que no aumente mi deuda con William.

Por fin puedo tomar un taxi, le doy las indicaciones y arranca directo al club. Cuando llegamos, pago y bajo del auto casi corriendo.

Voy para la parte trasera, ahí ya me está esperando uno de los guardaespaldas de mi jefe, sin decir nada, se hace a un lado para dejarme pasa. Entré y empecé a subir las escaleras con el guardaespaldas detrás de mí.

– Te recomiendo que te cubras la cara. – dice de mala gana.

Mierda.

Busco entre mi bolsa. Por suerte encuentro unos lentes oscuros y un cubrebocas de color negro. Gracias a Dios.

¿Quién podrá ser?

Cuando el guardaespaldas se dio cuenta de que estaba lista, abrió la puerta, yo me quedé en la entrada esperando a que anuncie mi llegada.

– Aquí esta Valentina, señor. – entra en la oficina.

– Hazla pasar. – ordena.

– Buenas días, señor. – saludo cortes al entrar.

Hay una persona de espaldas, frente al mueble que hace el papel de ser un escritorio.

– Adelante, Valentina. Toma asiento. – indica señalando la silla vacía que estaba frente a su escritorio, justo junto al hombre que está ahí, higo lo que me dice.

No presté mucha atención a la otra persona que estaba ahí, solo me senté.

– Señor, ¿Podría decirme para que me mandó llamar? Tengo algo importante que hacer. – digo un poco harta.

– Entonces dejémonos de rodeos y pasemos a lo importante. – se levanta de su asiento – Valentina. – hace una pequeña pausa – Te presento a tu nuevo jefe. – señalo con la palma abierta al hombre que está a mi lado.

Yo lo miro incrédula y bastante confundida. Él jamás vendería el club, ni al mejor postor.

– ¿Disculpe? – digo en un tono que hace notar lo confundida que estoy.

– No te emociones, no te vas a librar tan fácil de mí. – dice burlón – Te explico: él es Joe Davies, dueño de la cadena de casinos más prestigiosa de Las Vegas y de todo Estados Unidos, de ahora en adelante bailaras algunos días en uno de sus casinos. – miro al señor Davies.

– Oh vaya... – me quede sin palabras.

– Bueno, los dejo para que hablen de negocios, iré a ver algunas cosas del club, les dejo a Thomas, mi guardaespaldas. – se levanta y sale con el guardaespaldas que me escolto hasta su oficina.

SutraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora